sábado, 24 de marzo de 2018

Gualjoquito en el ojo militar



Por Sandra Rodríguez

Cueva del Guaro, uno de los tesoros ancestrales de Gualjoquito.

Los militares mantienen información que en Gualjoquito está un grupo de jóvenes que realiza “actos vandálicos” en la región, intensificado en el marco de protestas post electorales desde noviembre del 2017.
Pero en este momento los jóvenes han huido de la comunidad, ubicada en un sitio histórico que data de 200 años Antes de Cristo (200 a.C.), pero que desde hace tres meses la tranquilidad fue invadida por hombres vestidos de verde olivo y armas, imponiendo miedo sobre todo en horas de la noche.

En la antigüedad Gualjoquito fue una importante ciudad Lenca donde las diferentes tribus ubicadas en el occidente de Honduras intercambiaban productos agrícolas y artesanales. Incluso la comunidad ubicada en Gualala, Santa Bárbara, protege una cancha deportiva llamada “Zaragoza” que en su tiempo fue un pueblo indígena, y cuyos montículos aún permanecen erguidos, atesorando cuerpos de sus ancestros y diferentes objetos propios de la época.

Hace unas cinco décadas, llegaron extraños a querer ultrajar la zona, y no es para menos, ya que Gualjoquito, como su nombre lo indica, es una palabra de origen lenca que significa “Lugar cerca del Agua”, y es bañado por el río Ulúa, es el naciente de la quebrada Lempa y posee la laguna El Remolino o La Corriente. Dicen -recuerdan algunos jóvenes- que estaban extrayendo oro de los montículos, entonces la comunidad se opuso a la invasión, pero una vez más habían saqueado la tierra de sus ancestros.

La invasión ha vuelto. La juventud tiene miedo, el respeto a la población es totalmente violentada.

“La policía militar entra a medianoche y en horas de la madrugada a la comunidad. Entran a los solares de personas identificadas como activas en protestas sociales anti fraude electoral, tienen perfiles con fotografías e información personal de varios líderes”, comentó un joven que, por salvaguardar su vida debió abandonar su hogar.

Al menos una decena de líderes juveniles políticos, sociales y religiosos cada día sobreviven al acecho militar, pues su nombre y rostro figuran en los perfiles que poseen los elementos armados de la seguridad pública.

“Nuestro delito es protestas ante el fraude electoral que mantiene ilegalmente a Juan Orlando Hernández en la presidencia, y defensor los bienes naturales como el agua, el bosque, oponernos a explotación minera a cielo abierto y el saqueo arqueológico”, detalló una de las jóvenes, que hace varias semanas no ha retornado a su casa.

Comentan que, hace unos 21 días a eso de las ocho de la noche, los policía- militares dieron persecución a un joven, quien, al no detenerse, fue atacado con bombas lacrimógenas. Esos químicos agravaron la salud de niños enfermos y con capacidades especiales, igual impacto tuvo en personas de la tercera edad y mujeres embarazadas.

En el marco de las protestas la comunidad de Gualjoquito de movilizaba a lo interno y salía al pueblo vecino Santa Rosita, esa era una manera de huir de los ataques militares que lanzaban bombas lacrimógenas y hubo disparos con sus armas de fuego, en la protesta del 20 de diciembre del año pasado. Ese mismo día también le dispararon a la protesta social, como parte del Derecho a la Libertad de Expresión, pues la Policía Militar del Orden Público (PMOP), y militares del Tercer Batallón de Infantería de Naco, Cortés, se tomaron con las armas la zona, para desmovilizar a la población.

Al menos un grupo de 20 uniformados llegan día de por medio a Gualjoquito, antes era todos los días, con la intención de encontrar a los y las lideres sociales que han alzado su voz de protesta por la defensa de la patria.

El COFADEH tiene un registro de 22 presos políticos en el marco de las protestas post electorales, diez de ellos están recluidos en la cárcel de máxima seguridad llamada “El Pozo”, en Ilama, Santa Bárbara, a 15 minutos de distancia de Gualjoquito, de donde es Juan Argelio Ortiz Pineda, privado de libertad desde el 1 de febrero.

Pineda se fue huyendo de la persecución militar en su comunidad para Choloma, Cortés, donde fue allanado el lugar donde habitaba, al momento de la captura lo acusan supuestamente de violación, desde entonces no ha sido visto por su familia, quien afirma que el joven de 22 años fue capturado por liderar protesta anti fraude, en Gualjoquito.

Pero el hecho que ha marcado la milenaria historia de la comunidad fue el reciente crimen contra un menos de 14 años, cuyo cuerpo fue mutilado y arrancada su piel facial. Las protestas políticas y ambientales hoy extrañan su tierna sonrisa, sus ojos claros y cabello rubio.

Desde el pasado 12 de febrero Luís Fernando Ayala salió de su casa y el 19 apareció sin vida y sin manos, posterior a eso, hay jóvenes que trabajaban en la misma finca en Concepción Sur, han desaparecido, incluso otro señor de esa misma comunidad apareció sin vida, supuestamente por una intoxicación, por lo que los habitantes temen que sea una persecución ligada a ejecución del menor.

El abuelo de “Nandito”, don Irene Ayala, no tiene un día sin llanto, pues su nieto se había ido a buscar trabajo a la comunidad vecina, huyendo de la persecución militar. Ni siquiera tuvo la oportunidad de velar los restos del menor, pues de la Morgue Judicial del Ministerio Público (MP) de la ciudad de San Pedro Sula, lo llevaron de un solo al cementerio, por el estado de descomposición en que se encontraba el cuerpo. La familia continúa exigiendo que se investigue el caso.

Mientras tanto, la comunidad Gualjoquito, aseguran algunos de los jóvenes perseguidos, seguirá en resistencia, defendiendo la tierra, el agua y la vida.

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