miércoles, 21 de marzo de 2018

Memoria y espíritu de la honradez intelectual militante


Rebelión

Por Agustín Ortega Cabrera

Mucho se ha hablado y escrito sobre la misión de los intelectuales en la sociedad. Por ejemplo, sobre el compromiso de los intelectuales con tal ideología u otra, con este partido político o aquel. El camino de las ideologías o partidismos, creemos, no es la forma más valiosa y profunda de abordar la cuestión. Por supuesto, todo ser humano tiene la libertad y el derecho a tener una ideología determinada, un conjunto de ideas y nociones sobre la organización política. Más las ideologías y partidismos, que suelen cristalizar en una especie de muro opaco y cerrado de ideas que se hacen unilaterales o sesgadas, no pueden ser un absoluto. Si es que no se quiere caer en fanatismos y sectarismos, que tanto aqueja al mundo político e intelectual.
La ciencia social, con autores como Weber o Sombart, hablaban de lo trascendente del espíritu que acompaña al compromiso y militancia: ese conjunto de creencias, sentimientos, sentidos y motivaciones que animan la responsabilidad social y política. Más allá de toda ideología y partidismo, la tarea intelectual debe cultivar este espíritu de valores e ideales morales, éticos y sociales que busquen la verdad, la honradez y el bien más universal en la realidad. Y que se confronten con toda dominación, opresión e injusticia, venga de donde venga, sea quien sea el que la haga, por encima de toda ideologización e integrismo de lo real.

Lo esencial es la honradez vital, moral e intelectual con un compromiso ético y social por la promoción de la vida, dignidad y derechos-deberes de la persona. Promoviendo la libertad y la justicia, la participación (co-gestión) democrática, la igualdad y la fraternidad. Frente a los ídolos de la riqueza-ser rico y del poder, las idolatrías del capital y del estado, los falsos dioses del mercado, del partido y la violencia. Nada ni nadie puede justificar que se viole la sagrada e inviolable vida y dignidad del ser humano, los derechos humamos, la libertad y la justicia.

Así lo han hecho intelectuales honrados de la talla moral y militante de Julián Besteiro, Eugenio Merino, Guillermo Rovirosa, Tomás Malagón, Simone Weil, Enmanuel Mounier, Lorenzo Milani y Dorothy Day. En América Latina, Paulo Freire, Oscar Romero, Leónidas Proaño, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martin-Baro con sus compañeros jesuitas mártires de la UCA; o Manuel Sacristán, Francisco Fernández Buey y un largo etcétera. Por encima de todo partidismo sectario, ideología cerrada e injusticia, ellos nos comunicaron un pensamiento social y ética en la militancia por la justicia con las víctimas, los oprimidos y los pobres de la tierra.

Hicieron crítica y autocrítica de todo aquello que no defendiera al ser humano con su vida digna, justicia y derechos. Denunciaron y lucharon contra los sistemas e ideologías que fueran en contra de la solidaridad y dignidad de la persona. En oposición al liberalismo económico y al capitalismo alentaron la cultura solidaria, la justicia e igualdad. El bien común y los derechos socio-económicos por encima de la propiedad privada, el trabajo digno, con un salario justo, que está antes que el capital. Frente al comunismo colectivista o colectivismo (tipo leninista-stalinista), impulsaron la libertad personal, autogestionaria, democrática, ética y espiritual por encima del estado, partido o nación.

Creyeron en el protagonismo de las personas, los pueblos y los pobres (empobrecidos, oprimidos y excluidos) como sujetos de su promoción y liberación integral. En oposición a estos materialismos economicistas-mercantilistas (burgueses) del capitalismo y colectivismo que, con su elitismo burgués y paternalista de vanguardia o selectos, quiere dirigir y dominar al otro. Vivieron una vida honrada, sobria y austera en la pobreza solidaria con la comunión de vida, de bienes y luchas por la justicia con los pobres de la tierra. Frente a la “buena” vida burguesa de la riqueza-ser rico, del lujo y poder, de las elites económicas y políticas.

Esta vida de militancia pobre en solidaridad con los pobres les hizo libres, con una existencia desinstalada e itinerante en la difusión de la cultura solidaria y liberadora con publicaciones e iniciativas culturales de todo tipo. Y a través medios pobres y solidarios. Lejos de los boatos, pompas y narcisismos de los centros de poder, de los canales oficialistas y academicista, a los que renunciaron. Ya que no cultivan esta cultura militante y pobreza solidaria en la promoción de la justicia liberadora con los pobres. Ese dinamismo y tensión militante que, con la cultura solidara e internacionalistas, encarnaba el grito: “asociación o muerte; parias (pobres) y obreros de la tierra uníos”. Por encima de toda frontera y barrera, en contra de corporativismos y nacionalismos burgueses e insolidarios.

Desarrollaron todo este asociacionismo cultural e intelectual con dichas publicaciones, instituciones e iniciativas culturales que, protagonizadas por los mismos obreros u oprimidos y pobres, llevaran a promover la militancia pobre, obrera y social. En el compromiso por la justicia y liberación integral con los pobres de la tierra. Rechazaron la cultura y estrategia de la violencia, del “pistolerismo” o de las armas y de la guerra, protegiendo la vida y dignidad del otro, del pobre e inocente o frágil (débil). Incluida la de aquel que podía considerarse rival (enemigo) político e ideológico, por encima de la lacra revanchista y violenta. La militancia pobre, en solidaridad y lucha por la justicia con los pobres, sabe que el método de la violencia, de las armas y las guerras ensucia el alma y las mejores causas e ideales; causa más violencia y muerte en la que siempre sufren los pobres, inocentes y vulnerables.

Terminamos como, ya hace ya tantos años, afirmaba un pensador brasileño: si la cultura y pensamiento no tiene puesto el foco en los millones de seres humanos que se mueren de hambres, en los oprimidos y pobres de la tierra, entonces no pasa de ser un cinismo e hipocresía intelectual. En estos tiempos de capitalismo global, con la creciente desigualdad e injusticia social-global del hambre y la pobreza, de destrucción ecológica y de guerras, ahora más que nunca es necesario e imprescindible toda esta honradez intelectual y militante. En la que todas las capacidades, cultura e inteligencia se pongan al servicio de la solidaridad y justicia con los pobres de la tierra para su protagonismo en la liberación integral.

Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos. 

No hay comentarios: