jueves, 29 de marzo de 2018

Una llamada de indignación que busca cambios a un sistema obsoleto



El ring ring del teléfono despegó a los periodistas de su redacción. Ese lunes la llamada recibida en la sala de prensa de Radio Progreso no fue similar, tuvo particulares, veía del centro penal. Automáticamente la operadora comenzó a contar los minutos que duraría la llamada. 

María, como llamaremos a la privada libertad que se comunicó, sabía que tenía el tiempo justo para hacer la denuncia. “Necesitamos sacar nuestras voces de estos muros, necesitamos denunciar las condiciones en que vivimos en estas rejas, son condiciones infrahumanas”, sentenció. 

El Centro de Adaptación Femenina, es la única cárcel de mujeres existente de Honduras. Tiene una capacidad para albergar unas 300 mujeres, en la actualidad hay más de 700, más 72 niños y niñas que nacieron en las rejas. La cárcel tiene una sobrepoblación del 100 por ciento, una fotografía de todas las prisiones en el país. 

El sistema penitenciario hondureño es uno de los más precarios del mundo, ha sido denunciado ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por tragedias como el incendio en el que murieron 108 privados de libertad, tragedias que se repiten. En la actualidad están en vigencia la Nueva Ley Penitenciaria que su enfoque ha sido mantener cárceles de máxima seguridad, los denominados Pozos I y II. 

Indignación 

María fue firme al decir que llamó porque le indigna la situación que enfrentan como mujeres en las cárceles: “Aquí vivimos de las sobras de la cárcel de hombres en Tamara, y ellos viven de las migajas de las nuevas cárceles de máxima seguridad. Este sistema nos desecha, no permite que tengamos una rehabilitación, que podamos estudiar, cambiar nuestra vida al terminar nuestra pena”.

La llamada puedo extenderse algunos minutos porque entre varias privadas de libertad realizaron una colecta, la compra de la recarga telefónica fue comunitaria, muchas esa semana no hablaron con sus familias porque ese fondo lo invirtieron en una llamada de auxilio, un grito para denunciar, una oportunidad para reclamar a un Estado que las mantiene en el olvido. 

María sigue con rabia denunciando, de fondo se escuchan sus compañeras confirmado cada palabra que pronuncia. “Sabe en la reciente crisis que se presentó luego de las elecciones generales, no tuvimos comida, con suerte algo de frijoles o arroz, muchas sufrimos hambre o tuvimos que comprar golosinas para poder pasar esos días. Aquí enfrente tengo a la cocinera, ella no me deja mentir”, decía María con rabia en sus palabras. 

Además de la alimentación, otro de los problemas que la privada de libertad denunció fue los vinculados a la prestación del servicio de salud. “Aquí no contamos con lo necesario para atender las enfermedades básicas de las privadas, y si tenemos citas en el hospital las perdemos porque no hay carro para trasladarse, yo misma fue testigo cuando dos mujeres murieron al llegar al hospital por descuido. Hasta para ir a los juzgados tenemos problemas”. 

Dime cuándo tiene, te diré cuánto vales 

Hace varias semanas, la tranquilidad de las privadas de libertad fue invadida por los medios, una nueva inquilina trajo las cámaras y grabadoras. Rosa Elena de Lobo, esposa del ex presidente Porfirio Lobo Sosa está recluida en dicha cárcel, acusada por asociación ilícita y malversación de caudales públicos. Allí la cárcel de mujeres volvió nuevamente hacer noticia. 

La ex primera tiene trato especial, no está en uno de los módulos donde María duerme junto a más de 100 privadas de libertad, a ella le dieron una celda especial, cerca de la oficina administrativa. “Ella está en el área VIP, incluso le construirán su propia celda, Rosa Elena es tratada distinto, bien dice el dicho: dime cuánto tiene, te diré cuánto vales”, apuntó. 

---Aquí hay mujeres que llevan años durmiendo en el suelo, nunca han podido pagar para contar con un colchón peor con una cama. Aquí las mujeres estamos muriendo del abandono gubernamental, hay enfermas, gente pobre que jamás han recibido una visita, mujeres que perdieron su vida a pesar que están pagando su delito, son las mujeres del olvido—

Otra de las denuncias que María hizo, antes que la operadora dijera que su tiempo se había agotado, fue la situación de más de 8 privadas de libertad que tienen tuberculosis, ellas no están recibiendo atención médica, además no hay procedimiento para evitar que la enfermedad continúe reproduciéndose producto del hacinamiento extraño, “en módulos de 60 personas hay hasta 130, eso hace que los contagien sean cosa de todos los días”. 

En respuesta a esta denuncia, el subdirector del Instituto Nacional Penitenciario, Germán McNiel aseguró que los casos están controlados, que se recibe atención médica para evitar que la enfermedad continúe. Además, que la alimentación que se da en los centros penales es suficiente para la nutrición de los internos. 

De repente la operadora interrumpió a María: Le quedan 30 segundos, tiempo justo para agradecer que mínimamente su voz se vaya escuchando, casi implorando dijo: pongan la entrevista no vayan a olvidarse de nosotras, somos humanas, no nos abandonen como el Estado lo hace ahora. Llegó el fin de la llamada.

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