martes, 18 de noviembre de 2014

El teatro del horror, donde las peores pesadillas se hacen realidad


Rebelión

Por Ricardo Arturo Salgado *

No tenemos novedades en estos días de tribulación; poco que reportar William Brownfield visitó el país, y felicito al gobierno de Juan Orlando Hernández por sus políticas de seguridad; vino Thomas Shannon a anunciar más apoyo militar, nos montaron un show mediático con la noticia de que el Partido LibRe se muere esta semana, ah, y también asesinaron unos 18 jóvenes en 96 horas en diferentes partes del país, incluyendo la hija de un periodista que tenía 14 años, y ya se cierne sobre nosotros la aprobación de una ley anti terrorista.

La agenda de este pequeño país, llenaría de pavor a cualquiera; mientras el crimen de Ayotzinapa sigue asombrando al mundo, en Honduras, el laboratorio del terror neoliberal contra las jóvenes, especialmente los más pobres sigue cobrando víctimas y perfeccionando recetas para ser aplicadas en otros escenarios latinoamericanos. Esto en realidad no es nuevo, el manual de torturas de la CIA de 1983 fue creado para y en Honduras.

Un ejemplo, es la modalidad de las masacres de jóvenes, que se ha implantado en Honduras desde hace cuatro años, las mismas tienen lugar en cualquier escenario: campos de futbol, reuniones de amigos, fiestas, cualquier actividad social que permita interactuar socialmente a la juventud. En eso entramos en un camino fatal de conteo de víctimas, llegando a deshumanizar y a descontextualizar todos los eventos.

Todo parece llevarnos a concluir que la juventud es un objetivo concreto de la agresión conservadora neoliberal, en sus planes de liberación de mercado. Es muy importante ver el todo, y ver que el resurgimiento conservador, o la agresión imperial en nuestros países tiene como propósito concreto revertir todos los cambios realizados en favor de la distribución racionalizada y la búsqueda del buen vivir. Pero ese objetivo tiene al menos dos variantes diferentes: la conquista ideológica mediante la enajenación absoluta o la eliminación física.

Notemos que la primera tiende básicamente a anular el potencial que tiene la juventud organizada como ente transformador y revolucionario en toda sociedad; la segunda busca cortar de raíz aquella porción que aún bajo los efectos del bombardeo ideológico, es susceptible de acceder a una consciencia de clase que le permita entrar en un ámbito de rebeldía. Y los jovenes políticos no dóciles solo pueden anularlos de dos formas, asesinándolos o metiéndolos presos con condenas ad perpetuam. Esta visión de las derechas continentales ha demostrado ser consistente, desde Chile hasta México, pasando por Venezuela y todos aquellos países donde el neoliberalismo lucha por avanzar.

El modus operandi depende de la capacidad de asimilación de cada sociedad de las versiones que pretendan hacer circular estos grupos pro imperialista. El reciente asesinato del joven diputado Robert Serra en Venezuela, por ejemplo, causo un amplio rechazo de las mayorías, y es muy probable que su eliminación estuviera dirigida a cortar de raíz su liderazgo. En el caso de Ayotzinapa, el atentado criminal se dirige a crear confusión, infundir temor, y desviar la atención sobre la acelerada profundización neoliberal emprendida por Enrique Peña Nieto, quien con las calles del país llenas de protestantes, llama a los inversionistas extranjeros a aprovechar las nuevas leyes anti nacionales. 

En Honduras, el cuadro es dantesco, viene desde el Golpe de Estado Militar de 2009, y el círculo se cierra a medida que se impone la lógica de desmembramiento del Estado Nación. Toda la agenda mediática de la semana ha estado ocupada por una supuesta división interna dentro del Partido LibRe, de carácter irreconciliable y que representa nada más y nada menos que su destrucción final. Durante su existencia, los medios de comunicación, decidieron invisibilizar por completo a este organismo político, de repente, y con la complicidad, ingenua o consciente de varios miembros de su bancada en el Congreso Nacional, un día amaneció publicada el acta de defunción y no volvió a desparecer de aquellos mismos medios corporativos, hasta ahora.

La supuesta crisis, ha sido un montaje maravilloso, con una cobertura sin igual, tanto así, que incluso desempolvaron a Roberto Micheletti para conocer su opinión sobre el fin de Zelaya y sus compinches. El resto de las notas ha estado relacionado con la visita de un par de halcones, y con una nota roja llena de noticias terribles sobre el asesinato de niños y adolescentes. Llama la atención como se dan las composiciones de las primeras planas, cuyo mensaje subliminal es más que evidente, mezclando la crisis en libre con imágenes de jovenes delincuentes en poder de la policía. Aquí la primera plana del Diario El Heraldo, actor fundamental en el Golpe de Estado Militar de junio de 2009:

De hecho, Honduras de los al menos 60,000 muertes violentas producidas en los últimos años, el 70% son jóvenes, con elevado porcentaje de femicidios. Igualmente, la población carcelaria de este país es de las más altas de la región, y los internos son en su mayoría menores de 40 años, esto, en un país con índice de impunidad igual al 90%.

A lo largo de la semana se ha intensificado el asesinato de jóvenes, incluidas niñas, en condiciones de gran brutalidad, y con la “hipótesis” primaria de que se trata de mareros en ajustes de cuentas o al servicio del crimen organizado. El escenario más cruel de todos, la juventud está siendo proscrita de hecho por el régimen, que viste ante los ojos de la comunidad internacional un disfraz democrático y que publicita una sociedad en paz, abierta a los negocios, tal como lo hace Peña Nieto.

No podemos, ignorar también que los estudiantes universitarios en lucha tenaz contra la privatización y el deterioro de la educación superior pública, ha sido vinculado reiteradamente por los medios de comunicación y las autoridades con el Partido LibRe y con “personas armadas”. Varios de sus líderes serán en breve puestos a las órdenes del Ministerio Publico por el delito de detentación de edificios públicos, para que sean juzgados, condenados y encarcelados.

En medio de este turbulento proceso, en la mayor reserva se discute aceleradamente un anteproyecto de Ley Antiterrorista que facilitara la acción represiva, y legalizara la persecución de la juventud, y la destrucción violenta del partido LibRe, el que aunque responsable de muchos de sus propios errores, ha sido, y sigue siendo víctima, de un feroz ataque sistémico, en medio del mayor silencio y bloqueo informativo de la historia de este país.

La Ley Antiterrorista, muy común hoy en día en muchos países, completa un ciclo que permite al régimen de Juan Orlando Hernández, perseguir sin límites a todos los grupos opuestos a sus medidas neoliberales, que hasta hoy cuestan a Honduras la mayor crisis económica que ha conocido, con un deuda publica igual a la mitad de su PIB, mayormente contraída con entes privados locales a precios comerciales, y con una Ley de Hipotecas en vigencia que le permite al Estado pagar sus deudas con el patrimonio de toda la sociedad.

Esta ley antiterrorista ya tiene dedicatoria, y, seguramente muchas de las nuevas celdas que se construirán en las nuevas cárceles privadas anunciadas recientemente por Juan Orlando Hernández ya tengan nombres asignados de antemano. Después de todo, el ambiente de terror de los últimos cinco años, y la continuidad del golpismo ha avanzado impunemente, empujado por el imperio, hacia una tediosa impresión de normalidad democrática.

Vale la pena que los gobiernos progresistas del continente se pregunten si sus procesos son o no amenazados por este modelo estructurado en Honduras, y si sus pueblos no serían sometidos a barbarie similar si la derecha retomara el poder en sus países.

Para todo el mundo, la pregunta sería ¿cuánta gente más ha de morir en Honduras hasta que la derecha haya saciado su sed de sangre y riquezas?

Muy posiblemente, la tragedia de los 43 jóvenes normalistas, sea solo la continuación de un esquema deliberado, dirigido desde algún think tank e instrumentalizado por nuestras derechas convencidas de que los pueblos son cobardes, ineptos, incapaces de estar a su altura. Ante esto tendremos que implementar una nueva mecánica, desarrollar una visión hegemónica diferente que nos saque de la esfera de la defensa y nos permita pasar a la ofensiva, entendiendo que ninguna herramienta para acceder al poder debe ser descartada nunca.

Nosotros también queremos ver con vida a los 43 de Ayotzinapa.

Esperamos también encontrar el soporte para poder dejar de contar nuestros muertos.
* Ricardo Arturo Salgado. Escritor y Analista Político

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