martes, 20 de noviembre de 2018

Cuatro anotaciones urgentes sobre las caravanas de migrantes



Primera: son ridículas las tesis conspirativas planteadas por ciertos periodistas, analistas, políticos y funcionarios, de derecha y de izquierda. Para estos sesudos opinadores, las caravanas de migrantes centroamericanos son manipuladas o responden a más de alguna conspiración maquiavélica impulsada por el presidente venezolano Nicolás Maduro, el ex especulador financiero George Soros o quizás el gobernante estadounidense Donald Trump.

Los pregoneros de estas teorías conspirativas parecen olvidar que los miles de compatriotas (mujeres, hombres, niños, jóvenes) huyen la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en Honduras, Guatemala y El Salvador, donde prevalecen modelos económicos neoliberales generadores de marginación y exclusión de amplios sectores de la población, mientras un grupito de familias oligárquicas, grandes empresas y corporaciones transnacionales concentran la riqueza.

Segunda: las caravanas no son un fenómeno reciente. Los que ponen cara de sorpresa ante las caravanas niegan que la migración de población hondureña, guatemalteca y salvadoreña ha estado siempre, en forma silenciosa, porque las causas no son nuevas. Los pueblos centroamericanos han sufrido hambre, violencia y desempleo por décadas.

La novedad ahora que los migrantes decidieron irse en multitud, visibles y en forma coordinada para ayudarse y protegerse mutuamente. Así evitan pagar a los “coyotes”, ser detenidos por policías migratorias o ser asaltados, violados, secuestrados o asesinados por los grupos criminales. Porque eso sucedía cuando viajaban sólo o en grupos pequeños.

Tercera: ¿quiénes son los causantes de este éxodo, de este viacrucis de miles de migrantes? Los que “están detrás” provocando estas caravanas son los gobiernos, actuales y anteriores, de Honduras, Guatemala y El Salvador que impusieron, mantuvieron o no desmontaron los modelos neoliberales; así como las élites oligárquicas y empresas transnacionales que se benefician de esas políticas generadoras de miseria, violencia, deterioro ambiental, etc.

Y lo son también los gobiernos de Estados Unidos que presionaron -por medio de organismos financieros (FMI y Banco Mundial), sus embajadas y sus corporaciones- para que se implementaran los ajustes neoliberales y han patrocinado a los gobiernos y oligarquías centroamericanas.

Esto se muestra claramente en Honduras: el gobierno gringo promovió o toleró el golpe de Estado contra el levemente reformista presidente Manuel Zelaya y luego avaló el vergonzoso fraude electoral de Juan Orlando Hernández, un presidente espurio financiado por las mafias y cuyo gobierno tiene al hermano país hundido en una grave crisis política, económica y social.

Y cuarta. Es penoso que, a pesar de las caravanas, la migración y sus causas no sean tema central en la actual campaña electoral del país. Esto aun cuando todos los candidatos presidenciales tienen algo que ver con el tema: uno fue canciller durante casi una década (Hugo Martínez, FMLN), otro tiene amplia base y apoyo financiero de la diáspora (Nayib Bukele, GANA), otro se hizo empresario en EE.UU. (Josué Alvarado, VAMOS) y el otro estudió en USA y hasta habla mejor inglés que español (Carlos Calleja, ARENA/PCN/PDC).

Ninguno habla de desmontar el neoliberalismo, de desconcentrar la riqueza a través de una reforma fiscal progresiva donde “paguen más quienes tienen más” y de incrementos justos a los salarios, de combatir en serio la corrupción, de renacionalizar las pensiones y otras medidas que -en clave de reforma estructural- generarían condiciones de vida digna de la gente para que no haya más caravanas de migrantes.

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