sábado, 10 de noviembre de 2018

“Los intelectuales crearon el piso ideológico del bolivarianismo”


Question Digital

Por Roberto Malaver

"Hay una batalla de la falta de ideas, que la derecha libra a cada segundo con todos los medios de comunicación del mundo y la mayoría de los nacionales, y una batalla de las ideas con la cual tratamos de contestarles intelectuales que no tenemos, en líneas generales, ni cargos públicos ni reconocimientos ni medios."

Abogado. Humorista. Escritor. Buzo. Conferencista. Guionista de cine y televisión. Caricaturista. Profesor universitario. Tutor de tesis de grado, como la mía. Ha escrito más de 80 obras. Rajatabla y Abrapalabra destacan con sendos premios Casa de las Américas. A continuación la entrevista publicada en Ciudad CCS bajo el título “Los intelectuales crearon el piso ideológico del bolivarianismo”.

—¿Qué papel juegan los intelectuales en el gobierno bolivariano?

—Los intelectuales crearon el piso ideológico del bolivarianismo a lo largo de una labor tenaz, que culminó en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta del pasado siglo, durante las cuales una izquierda cultural, reprimida por las autoridades, sin embargo dominó el panorama de la literatura, las artes plásticas, las artes escénicas y cinematográficas, la canción de protesta y el ensayo. La izquierda cultural formuló en ese entonces el proyecto nacionalista, socialista, de integración latinoamericana y antiimperialista derrotado en la lucha armada, y que encontró su expresión en la praxis a partir de 1999.

Hugo Chávez Frías narra que durante su servicio en el llano, encontró en la maleta de un automóvil, abandonado por algún subversivo, un montón de libros revolucionarios que comenzó a leerlos y que esas lecturas tuvieron una importancia decisiva en su ideología y en su vida.

En la actualidad, los intelectuales cumplen sus dos papeles fundamentales: seguir creando y ejercer un examen crítico de la realidad. Afortunadamente la mayoría de los intelectuales estamos fuera del poder: nuestra adhesión al proyecto revolucionario es desinteresada, y nuestros eventuales señalamientos críticos, eximidos de los intereses de las pugnas internas de éste.

—¿Se está dando la batalla de las ideas?

—Bueno, hay una batalla de la falta de ideas, que la derecha libra a cada segundo con todos los medios de comunicación del mundo y la mayoría de los nacionales, y una batalla de las ideas con la cual tratamos de contestarles intelectuales que no tenemos, en líneas generales, ni cargos públicos ni reconocimientos ni medios.

En el ámbito nacional esta batalla encarnizada se libra entre un grupo de intelectuales, fuera del poder, que defendemos un proyecto socialista, nacionalista, latinoamericanista, de defensa de nuestra soberanía, nuestros recursos naturales y nuestras empresas públicas, y otro grupo de aprovechados sin obra, lamentablemente algunos incrustados en el poder, que intentan someter al país a los tribunales extranjeros, favorecer y privilegiar a las transnacionales por encima de los nacionales, entregar los recursos naturales al capital foráneo, restringir la gratuidad de la enseñanza, instaurar las maquilas y dejar sin efecto las conquistas sociales. Lo que se está dando es la batalla de las ideas contra los intereses.

 —¿Cómo se sale de esta crisis?

—Privilegiando las ideas sobre los intereses, y ante todo sobre los intereses transnacionales.

 —Luis Alberto Crespo dice que el periodismo cultural está muerto. ¿Quién lo mató?

—El capitalismo. Las páginas culturales no atraen anuncios. Juan Liscano ya denunció a fines del siglo pasado el ocaso de las páginas culturales. Las de los grandes periódicos fueron languideciendo, haciéndose intermitentes o desapareciendo. Nelson Luis Martínez mantuvo durante décadas un verdadero milagro: el Suplemento Cultural de Últimas Noticias, una publicación semanal de doce páginas, sin anuncios, pero a su muerte los administradores la eliminaron.

Yo no diría que está muerto el periodismo cultural: tenemos Letras CCS, Épale, Todos Adentro, La Librería Mediática; durante mucho tiempo circuló A Plena Voz, una revista de debate político e ideológico sin precedentes. Hay numerosos blogs dedicados a temas culturales. Y en las páginas de opinión sigue un debate ideológico más animado que nunca.

 —Después de escribir libros de humor y haber ganado premios de humorismo, ¿abandonó el humor?

—No. Dedicarse a crear 86 títulos de literatura, dramaturgia, cine o interpretación de la realidad venezolana a cambio de nada en lugar de hacer billete o trepar en las escalas burocráticas me parece la más perfecta práctica humorística.

Cuando Aquiles Nazoa estuvo obligado a hacer una declaración de bienes, reconoció que su patrimonio consistía en una moneda de chocolate y el anillo de compromiso de Ratón Pérez con la Cucarachita Martínez. No merecemos ni pretendemos más.

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