lunes, 12 de noviembre de 2018

La violencia a través del disciplinamiento social



Por Robinson Salazar Pérez

Contexto

El advenimiento de la globalización y la instrumentación práctica de sus ideales a través del modelo neoliberal no fue un relato ni mucho menos una pieza discursiva, estuvo y aun permanece inserta en el lenguaje de la política actual. El proceso derivó en un nuevo modelo de sociedad fincado en un conjunto de instituciones nacionales y globales transmisoras de sincronía en cada paso o etapa de funcionamiento, especialmente en la esfera económica, también imprimió un redireccionamiento a la visión prevaleciente sobre la naturaleza, la educación, la política, la familia, el trabajo, los espacios públicos, los de recreación y socialización, la técnica y la tecnología tuvieron un papel preponderante y las ciudades y servicios públicos entraron el zaguán de reingeniería privada y nueva administración de la cosa pública.

El agente estatal, vital en la modernidad, tuvo metamorfosis en su estructura y funcionamiento, fue reducida su actuación de organizador de la vida pública y otras esferas adyacentes hasta dejarlo en un estricto escaque vigilante. La supremacía instrumental llegó con fuerza discursiva, técnica, militar, financiera e ideológica para imponer sus ideas, las reformas necesarias, los instrumentos y herramientas para orientar la "nueva sociedad" dibujando algunas facetas innovadoras en los discursos académicos y en la política gubernamental.

Individualismo, emprendedores, ciudadanía global, fin de las ideología, liberalismo del Siglo XXI, sociedad de la información, ciudadanía digital, gobierno electrónico, nuevos espacios de interacción entre las personas a través del internet y las redes sociales, comunidades virtuales, sexo en línea, robotización del trabajo, cine en casa, aplicaciones en celular para evitar desplazamientos, compras en línea, enseñanza a distancia, reducción del tiempo y el espacio, ruptura del eje conectivo del tiempo, en fin, el aluvión de cambios tuvo celeridad inusitada, podríamos afirmar, hasta ahora no estábamos acostumbrados a reflexionar de manera expedita ante las dislocaciones acontecidas y aun sobrevienen con la sociedad moderna. En tan sólo 20 años las relaciones sociales, el uso de nuevas tecnologías, el mundo del trabajo, la vida cotidiana y la política cambió rotundamente, tanto fue el cambio en la naturaleza del escenario que los opositores del estatus quo no concluyen ni construyen consenso sobre si mantienen las mismas herramientas, y estrategias de confrontación o de plano la reinvención es necesaria para sobrevivir.

Por un lado, un sector significativo acude a sustentar y defender el mundo de vida de la racionalidad instrumental, basada en el cálculo, seleccionando los mejores instrumentos o medios-fines para cumplir con sus metas y sobrevivir en el mundo de hoy. La auto realización, maximizar sus ganancias o vida material, aislarse sin mediar el conflicto, convivir con los otros a través de las redes, confinarse en su espacio privado, vestir su mirada de indiferencia y hasta indolencia, sólo interesarse por una parte de la sociedad principalmente donde me compete, el otro no es referente siempre y cuando no lo afecte.

Entonces vemos un modelo de sociedad fraguado y regido por la robotización y las nuevas tecnologías, con nuevos tentáculos vigilantes inductores de la disciplina imperante y dócilmente aceptada por la mayoría de los agentes que son parte de la sociedad.

Cada día son menos los oponentes al "nuevo modelo de sociedad", prevalecen los portadores de ideología de izquierda sin esgrimir ni revelar un modelo alternativo, a cambio ofrece resistencia, confrontaciones y medidas coactivas no muy eficaces, dado los resultados obtenidos hasta ahora. Es más, muchas veces hacen uso de la razón instrumental en sus acciones colectivas dejando entrever su poca destreza y observación al recurrir a herramientas y prácticas producidas por los agentes vitales de la sociedad posmoderna o posindustrial.

Conjeturas

Una

La violencia acoplada y ajustada para el nuevo modelo de sociedad posindustrial cambia de rostro, visibilidad y efectividad si la comparamos con la imperante en la sociedad moderna cuyo matiz fue frontal dura, directa, mortal, guerrerista y pulverizadora. Parafraseando los escritos de Byung-Chul Han, en la actualidad esa violencia muta de visible a invisible, de frontal en viral, de directa a mediada, de real a virtual, de física en psíquica, de negativa a positiva, y va diluyendose a espacios subcutáneos, subcomunicativos, capilares y neuronales, dando la impresión de haber desaparecido…es una violencia anónima, desubjetivada y sistémica, no es posible muchas veces observar dado porque coincide con la propia sociedad. Su aplicación efectiva la lleva a confundirse con la libertad en tanto quien la recibe la elige, acepta como algo normal y necesario en su cotidianidad pero en esencia es una nueva forma de sometimiento imbricante con la libertad de elección, la violencia y el poder de la dominación.

Desandemos las premisas del autor surcoreano, quien es un avezado para explicar la metamorfosis institucional y la violencia perversa imbricada en forma de grasa subcutánea e intramuscular en la estructura de la nueva sociedad.

Dos

Si la violencia es una lengua de fuego hiriente, daña a quien recibe la ofensa o insulto por cualquier otra persona, el carácter del lenguaje cambia, de su razón comunicativa e interlocutora promotora del diálogo a una violencia psíquica, merodeando y acechando la esencia física del injuriado. Hoy el lenguaje transita por las redes bajo la anuencia y complicidad nuestra, incluso la preferimos y optamos como la mejor manera de socializar ante de escoger el contacto físico y cercano. No obstante, el nuevo uso del lenguaje circula con sello o póliza difamatoria y desacreditadora, denigrante, desatenta, insultante, descalificadora, retadora y hasta con desdén y desprecio ante los desacuerdos o las opiniones escritas del otro. No acepta la desigualdad, la pluralidad y lo distinto, afanosamente pretende imponerse ante todos los demás sus verdades, su visión de la sociedad y por supuesto los postulados enunciados por él.

Además de ser un ejercicio violento es contagioso, cuya pegajosidad actúa como lo describe metafóricamente el autor surcoreano mencionado, "la spamización del lenguaje" en la gigantesca burbuja de la sobre comunicación y la sobre información abunda en las redes infectada de odio, venganzas, discriminación, insultos escondidos en el anonimato, la lejanía o la inexistencia del espacio físico. Toda esta imbricación del espacio virtual, la violencia, los contagios y propagación de rabias, son aprobadas tácitamente por los actores intervinientes en las redes

Tres

Haciendo uso de nuestra libertad para ingresar en las redes, aceptamos amistades desconocidas físicamente, a sabiendas del riesgo un sinnúmero de "simpatizantes" conlleva a un mundo global sin normas ni reglas de juego, todos ingresan consintiendo que ahí pulula la violencia y por tanto tiene posibilidad de ser agredido.

El otro detalle, admitimos la existencia de una sociedad virtual sin gobierno, los límites de la libertad son infinitos, sin cortapisas ni tabicamientos, apreciada de manera singular porque es contrapuesta a la libertad limitada ejercida en la vida real, en la realidad social donde estamos inscritos. Entonces es la puerta de escape para sacar las ansias sin darnos cuenta lo falso del acceso a la fuga, en tanto caemos en el sometimiento de la nueva sociedad, el poder invisible el cual configura y diseña el futuro a través de la voluntad dirigida, esto es, dominando la voluntad de los actores, inculcándole la obediencia de manera sutil hasta presuponerla como ejercicio de la libertad, sin coerción pero domesticada para aceptar la violencia sin darse cuenta de ello en tanto la violencia es interiorizada, alojada en la psique, la adoptamos y hacemos de ella un comportamiento cotidiano, vehiculizamos el lenguaje del odio, la venganza sin contención alguna, adoptando la violencia a nuestro antojo pero en realidad somos quienes la sufrimos.

Cuatro

Aquí aparece un detalle interesante, la libertad y el sometimiento coinciden en los hombres cuando ejercitan su autonomía, en cuanto el poder invisible y sus instrumentos tecnológicos nos roban la libertad y guían las acciones sutil e imperceptiblemente, por ello la violencia de hoy es atrapar la libertad y mutar su esencia sin alterar su rostro y ropaje.

Una vez más la psicopolítica es parte del arsenal de la violencia, utiliza el poder de la seducción y persuasión para conquistar a la diversidad de actores inscritos en la sociedad del Siglo XXI, la urdimbre es infinita, a diario surgen nuevas estrategias de incorporación para los aduladores de las nuevas tecnologías y en especial los jóvenes navegantes por largas horas en medio del mar de redes e intercambios virtuales para ir aceptando las nuevas reglas del juego, admiten intercambio de datos digitales con un crecimiento exponencial inusitado y calculado en duplicarse cada año, previéndose un mundo de cosas conectadas en casi a 52 mil millones para el año 2020-24 ; en consecuencia, no hay duda de quienes manejan los datos y otros profesionales cibernéticos lucran con ellos sirviendo a gobierno, empresas, negocios, universidades, crimen organizado y acciones militares, quienes están ávidos de las grandes concentraciones de Big data.

El universo de datos, filiaciones, perfiles, hábitos de consumo, preferencias y adscripciones son engranajes de la plataforma digital/real para someter a la sociedad por sí mismos, o sea, la violencia invisible domina a la sociedad a través de la violencia psíquica o desmentalizadora, buscando perfilar una verdadera mutación antropológica en nosotros alejada de las ideologías, negación en la construcción de nuevas comunidades reales, competitiva entre sí, uniforme y desintegradora del otro, individualista, indolente, indiferente, en conclusión un fenómeno cercenador de la soberanía en todos los ámbitos de la sociedad.

Cinco

El disciplinamiento social está presente en la referencia puntual de las reflexiones de Byung-Chul Han a "la sociedad del rendimiento" devenida con la flexibilización laboral, sepulturera del mundo del trabajo en el Siglo XX y trajo la innovación en el campo laboral y por consiguiente en la subjetividad del trabajador.

La idea principal del paradigma de la sociedad del rendimiento era y permanece como prioridad, disciplinar al actor para borrar de su conciencia las reglas existentes en el mundo del trabajo y pasivamente las trasladara al mundo de vida sin revelar su esencia de imposición, sino una suerte de auto-sometimiento, donde el trabajador no percibe, tampoco detecta ni observa el poder, su obnubilación es de tal magnitud que no distingue el sentido de sus actos, mucho menos el dominio violento y dominante sobre su humanidad.

El primer paso fue desubjetivar al sujeto, esto es, evitar que no estuviese sujeto a nadie visible ante él, el segundo, fragmentarlo, aislarlo y desplazarlo del lugar de poder y control de su papel de actor y fabricante de su propia historia, donde no fuese arquitecto y obrero de su presente y, por tanto, decidiera a pensar su propio pasado y proyectos futuros desde otra perspectiva. alejadas de la modernidad del Siglo XX y con un perfil más individualista, consumidor, auto-empleador, competitivo, sin lazos social ni ideología, con desdén y desprecio a todo aquello proveniente de la pobreza y el descuido y ante todo buscando la perfección de su personalidad diseñada ante el espejo de la globalización y el éxito personal.

Una vez elaborada la plataforma de dominio del actor, lo instrumentó como medida coactiva y coercitiva en el subconsciente sin mediación de fuerza, esto es, con una serie de pautas comportamentales le dibujaron el camino hacia el éxito personal, cuya finalidad sería el pedestal del reconocimiento social demandante de su ego porque al estar aislado, solo y sin vínculos sociales, solamente las redes virtuales, la necesidad de reconocimiento fue su sed, anhelo y deseo endémico, como si fuese una enfermedad de codicia indisoluble ante las críticas y los reclamos familiares.

La apetencia por el triunfo y las ansias de exterminar al oponente o competidor en la carrera hacia el pináculo de la bonanza y el estrellato le obnubiló la mente y poco o nada pudo percibir del toldo atalayador y sus hilos extensores en forma de tentáculos atrapadores de conciencia y cuerpo hasta despojarlo de su capacidad de decidir y mansamente ejercitar su libertad cumpliendo con lo establecido, o sea, la libertad sometida donde los actos del actor atentan contra sí mismo.

Los dispositivos del auto control del tiempo para pagar las tarjetas, llegar justo a tiempo al centro de trabajo o estudios, las convocatorias en líneas, los acceso vehiculares a vías y rutas, la asistencia anticipada y puntual en los aeropuertos, terminales de autobuses, colectivos, horarios estrictos de escuelas, almacenes, centros comerciales, farmacias y otros sitios de consumo o de atención a clientes, en fin, la vida del actor de la sociedad del rendimiento quedó bajo los grilletes del tiempo impuesto desde el poder, lo instalaron pero su conciencia aun no lo capta.

Otra acepción son las metas laborales, el horario tiene significancia al ingresar pero no al salir, borran las 8 horas habituales de la jornada de trabajo y la salida es extensiva aun fuera del sitio donde realiza su faena remunerativa. Cumplir objetivos, competir con sus colegas, asistir a capacitación continua, leer manuales de procedimientos, los catálogos de certificaciones empresariales, rebasar topes de venta, registrar nuevos clientes, escribir con mayor continuidad, asistir a eventos, atender la telefonía celular las cuales son más de dos por personas, ingresar a la carrera de las compensaciones para atender las nuevas adquisiciones de auto nuevo, hipotecas, colegios privados, membrecías al club, viajes de vacaciones, optimizar el tiempo hasta estrangular el sistema de salud, deteriorar su resistencia y quedar en situación lastimosa en aras de incrementar sus ingresos, consumir lo ofertado por el mercado, endeudarse para mantener el ascenso hacia la cúspide sin garantizar el empleo obtenido ni su perdurabilidad, las contingencias en la órbita empresarial muchas veces provoca los despidos y son cotidianidades inatajables.

Seis

Finalmente, el actor obediente está coaccionado por sí mismo a través del deber, "tener que hacer" las cosas porque así ha constituido y fortalecido un patrón de conducta ante las redes sociales, el trabajo, los compromisos de amplio abanico de pagos, cobros, trámites, traslados y reuniones, toda una gama de actividades asimiladas dócilmente pero causantes de perturbaciones emocionales, psíquicas y enfermizas; en la mayoría de las veces este modelo provoca padecimientos costosos o con grandes dificultades para ser atendidas sin dejar de trabajar y vivir bajo el paraguas de la violencia invisible en la sociedad del agobio eterno.

Los dispositivos adicionales al disciplinamiento son el miedo, los temores y la angustia los perseguidores y/o acosadores del actor de manera constante, aunque no son ficticio los ingredientes de la guirnalda mortificadora, sí torturan la psique hasta convertirlo en un ser paranoico ante la ola de inseguridad, robos, asaltos, secuestros entre otras expresiones de vulnerabilidad social. Atrapado en la red del agobio hace uso de la libertad y busca desesperadamente huir, hallar la solución ante la persecución anímica y es así como gestiona, busca y haya un lugar seguro y son las privadas, coto residenciales, con circuitos de seguridad, alambrados eléctricos, cámaras de vigilancia, policías en los accesos; a su vez agencian una salida a sus ingresos con el auto-empleo, auto explotarse para cubrir las demandas de sus expectativas y vivir seguro, violentado su esencia y su intimidad. La libertad es el imperativo de rendir más, ganar lo suficiente, abandona el lugar de explotación pero lo cambia por la auto explotación, explotarse a sí mismo hasta extinguirse. Afirma Byung-Chul Han, "en ese sentido, la violencia y la libertad son lo mismo. La violencia se dirige a uno mismo, el explotador es el explotado".

Bibliografía

Han, Byung-Chul, 2014, Psicopolítica, Editorial Herder, España.  

2016, Topología de la violencia

2016, La sociedad de la transparencia

2017, La expulsión de lo distinto

2017, La sociedad del cansancio

2018, Sobre el poder

  • Robinson Salazar Pérez. Red Investigadores Latinoamericanos por la Democracia y la Paz


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