lunes, 5 de enero de 2015

Previsible "Exodus", decepcionante Ridley Scott


Rebelión

Por Manuel Zaguirre

Cuando me encuentro con algún producto, ya sea cinematográfico, literario, o de otro tipo, sobre el mito bíblico del éxodo hebraico desde Egipto a Canaán, la tierra prometida, siempre pienso que hay algo de propaganda sionista, más o menos explícita, es decir, justificar la colonización judía de Palestina desde finales del siglo XIX a nuestros días, sin reparar en ningún tipo de coartada histórica, incluyendo las más míticas y cómicas, incluso.
No es cualquier cosa. Hablamos de un proceso de colonización progresiva, implacable, desde hace más de un siglo, de terrorismo con fines políticos (fue el sionismo quien lo inventó, no los palestinos), de aprovechamiento bastardo de los seis millones de seres humanos inocentes, de todas las nacionalidades europeas, asesinados por Hitler, y otros genocidas, como patente de corso para la creación del Estado de Israel en el 48, de limpieza étnica y expulsión de cuatro millones de palestinos de sus ciudades y aldeas, con el consiguiente robo de sus tierras, casas, empresas… de ocupación militar ilegal de Palestina desde hace casi 60 años, de proyecto fascistoide de judaizar el Estado sionista de Israel a fecha de hoy …

Pero bueno, tenía tiempo, la entrada es mucho más barata los miércoles, la tarde era plácida y, sobre todo, Ridley Scott, el director de “Exodus”, ha hecho grandes películas, en especial la más hermosa y emotiva del género llamado de ciencia-ficción, “Blade Runner”.

Total, que me metí prontito en el cine y salí tardecito y chispeando. La película no es tan larga como el mítico éxodo pero casi …

Y mis temores se confirmaron ampliamente. “Exodus” es un cuento archisabido que se columpia en todos los mitos de la esclavitud hebraica en el Egipto faraónico y en la liberación –harto ya Ramsés de tanta plaga- del pueblo elegido, con Moisés al frente, hacia la tierra prometida …

Como el cuento está ya muy manido (confieso que me gustó más “Los diez mandamientos” de mi infancia, con Charlton Heston y Yul Brinner), Ridley Scott quiere ponerle su puntito personal y creativo y, la verdad, avería la cosa más que la arregla.

Por ejemplo, el “Dios de Abrahám” que se aparece a Moisés es un niño bastante repipi, que se las sabe todas, con notable mala leche, y que discute con Moisés de igual a igual en términos estratégicos y de correcciones del rumbo para ser más eficaces en el puteo a Ramsés para que deje marchar al casi medio millón de esclavos …

Moisés arranca con acciones típicamente terroristas y de sabotaje contra graneros, factorías pesqueras y otros intereses egipcios (ahí, Moisés parece un lider del Haganá, la banda sionista-terrorista que ponía bombas en Palestina contra los británicos y que, años después, se convirtió en la base del ejeército israelí …), hasta que el niño-dios lo reprende y se encarga de activar el “plan plagas” hasta acabar en el asesinato de todos los primogéntos egipcios… El propio Moisés llega a reprocharle al niño-dios su mala leche sin dejar por ello de alabar su eficacia … Por favor, que somos grandecitos ya.

Al igual que hacía en “Blade Runner”, cuando el replicante humanizado le perdona la vida y se despide del policía inhumano, al final de “Exodus”, cruzado ya el Mar Rojo que abre el niño-dios para que pasen presurosos los 500.000 hebreos, pues Ramsés los perseguía con los carros a todo trapo, Moisés conversa unos minutos con Josué, creo; le hace saber que él no llegará a la tierra prometida y que la gente que en ella habita los verá como invasores… pero eso no preocupa a Moisés lo más mínimo. Lo que realmente le preocupa es “¿qué será de nosotros cuando nos instalemos en la tierra que mana miel y leche y ya no huyamos de nadie …?”

Ridley Scott, tal vez previendo que alguien censurara su película como sofisticada propaganda sionista, deja abierto ese espacio de reflexión crítica a través del diálogo final entre Moisés y su hermano Josué. Algo es algo.

Por cierto, que todo no van a ser penas, la de jornales y jornales que “Exodus” produjo para un montón de figurantes en Almería y provincias limítrofes.

Bueno, un derroche de recursos y trucos tecnológicos fabulosos para no contar apenas nada. Contar para emocionar es la esencia del cine; del que a mí me gusta.

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