miércoles, 14 de enero de 2015
El hermano y la hermanita
Todo parece indicar que el gobierno que preside Don Juan Orlando Hernández está debidamente asesorado en publicidad y comunicación. Cada una de las decisiones que está tomando está acompañada de una feroz campaña publicitaria en la que se destacan tanto la acción que realiza como el sujeto que la realiza, es decir, la figura omnipresente y bonachona del señor presente de la República.
Cuando un gobierno tiene definida una poderosa estrategia de comunicación y publicidad, hasta las decisiones más descabelladas o absurdas son vistas como inteligentes y lúcidas, y hasta los atropellos más crueles son aceptados por mucha de la población como benéficos al tiempo que el buen diseño de una estrategia de comunicación puede lograr que los oprimidos alaben a sus opresores, y los verdugos gocen de los aplausos de sus víctimas.
Bien se sabe de la lógica de un cerco mediático: desde el poder se alcanzan negociaciones entre cúpulas para tener control de los medios, conducir las noticias y la información conforme a los perfiles de personas o grupos que se busca elevar, y a condicionar acciones, personas y grupos sobre los cuales se busca tener un determinado estigma que los desacredite ante la sociedad.
Una acertada estrategia de comunicación garantiza que la verdad y lo bueno provenga siempre y únicamente de la élite que controla el poder, aunque todo lo que se diga sea mentira o maldad, mientras que todo lo que provenga de sectores populares o sociales estigmatizados sea visto por la gente común y de a pie como una mentira y dañino para el país y para la sociedad en general.
Don Juan Orlando Hernández cuenta sin duda con una formidable asesoría en asuntos de comunicación, y qué duda cabe de su hermana, Doña Hilda Hernández, sabe manejar los hilos precisos de esa estrategia de comunicación para sacar ventajas incluso para su propia persona. Para el caso, la militarización de la sociedad o la creación de la Policía Militar del Orden Público son algo tremendamente dañino para el presente y el futuro del país.
Sin embargo, la estrategia de comunicación oficial se ha diseñado para enviar mensajes subliminales con el fin de que la gente sienta que los militares con todo y su nuevo ministro de seguridad sea algo tan beneficioso para la seguridad ciudadana que incluso acaban defendiendo y clamando porque más militares estén en las calles.
¿Y quién puede dudar a estas alturas que la orientación definida de la estrategia de comunicación de Casa Presidencial no está puesta en concentrar todas las imágenes, las voces y los gestos bonachones del señor presidente de la República para que todo mundo acabe viendo que es imposible ver la Honduras del presente y del futuro sin ese hombre con su rostro y su figura sentado a perpetuidad en la silla presidencial? Y desde la estrategia de comunicación y publicidad, la dictadura que ya la tenemos encaramada en nuestras vidas es presentada como la más acabada expresión de la democracia hondureña. Eso se llama, por parte de Don Juan Orlando Hernández y su hermanita, entenderle al trámite.
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