lunes, 5 de enero de 2015

El país que queremos



Con reducción de fondos al sector agrario y educación, Congreso Nacional aprobó Presupuesto 2015

El bloguero y artista español Pablo Peinado publicó recientemente en el periódico The Huffington Post, un artículo titulado “El país que quiero”, que aunque se refiere a España, nos parece oportuno parafrasear algunas de sus partes para referirnos al país que queremos en Honduras.

La Honduras que queremos debe ser el país en el que toda la ciudadanía tenga acceso a la justicia y a un sistema sanitario que se ocupe de nuestra salud con dignidad. El país que queremos debe garantizar una educación pública y de calidad en la que el alumnado aprenda los valores cívicos de una sociedad democrática y abierta.

Queremos un país en el que paguen más los que más tienen, sobre todo las enormes empresas que ganan cientos de millones, y en el que la defensa de los derechos humanos y la protección de aquellas personas que no pueden valerse por sí mismas, sean unas de sus prioridades.

Queremos un país ecológico y respetuoso con los animales, nuestros iguales, donde se los defienda de los maltratadores. Queremos un país en el que no impere la ley del fuerte, del más violento, del más macho, sino una sociedad igualitaria sin estereotipos, sin príncipes ni princesas, y donde ser niña, negra, indígena, pobre, persona LGTBI o tener ciertos apellidos no te predestine a ser o a no ser.

El país que queremos es uno en el que el ejército y la policía estén al servicio de la ciudadanía y no al servicio de los grandes poderes fácticos; queremos un país en el que la religión sea algo privado y espiritual, no una multinacional ni una cuestión de Estado.

Queremos una Honduras en la que el dinero no ocupe el lugar de la ley ni el poder usurpe el lugar de la democracia. Queremos un país en el que todos y todas las ciudadanas sean escuchadas, sean realmente iguales ante la ley.

El país que queremos es aquel en el que la felicidad y el bienestar de todas las personas sea el principal objetivo y en el que quienes nos representan sean como el resto de la ciudadanía, y no unas nuevas personas ricas dispuestas a chuparnos la sangre para enriquecerse lo antes posible a nuestra costa, y a sacrificar los intereses generales por los intereses de las grandes empresas y capitales.

Queremos un país en el que las personas, como lo señala la intelectual mexicana Denise Dresser, “nunca dejan de exigir, protestar, reclamar, contribuir, proponer, esperar más antes que conformarse con menos. Los que hacen suya la frase de Emily Dickinson: ‘Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie’”.

El país que queremos es aquel en el que la ciudadanía toma consciencia de que ya es hora de ponerse de pie.

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