martes, 27 de enero de 2015
La revolución infatigable
Punto Final
Por Oliverio Comte
Tras reconocer el fracaso de más de medio siglo de bloqueo económico y comercial contra Cuba, el presidente de Estados Unidos Barack Obama anunció el pasado 17 de diciembre que Cuba y Estados Unidos reanudarán relaciones diplomáticas. La noticia sorprendió al mundo, porque como señaló el presidente de Cuba, Raúl Castro -quien agradeció el apoyo del Vaticano y del gobierno de Canadá-, las negociaciones se llevaron a cabo al más alto nivel y en total hermetismo. Las primeras medidas fueron inmediatas: Cuba liberó a Alan Gross, espía norteamericano detenido en 2009, acusado de participar en acciones desestabilizadoras, y el gobierno norteamericano excarceló a Gerardo Hernández, Ramón Labañino y Antonio Guerrero, tres de los cinco cubanos, que se infiltraron en Miami para evitar ataques terroristas contra Cuba.
Pero lo cierto, es que Cuba lucha en muchos frentes, y la madre de las batallas, se libra hoy en tierras cubanas, donde el Presidente Raúl Castro lidera un proceso de cambio paulatino del modelo económico, que dará mayor autonomía a la empresa estatal y permitirá desarrollar nuevas formas de emprendimientos privados o trabajo por cuenta propia. Las transformaciones tienen su origen en el Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, impulsado por el Comandante Fidel Castro en 1986, que fue interrumpido por la caída del campo socialista. En abril de 2011, en el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, se aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, documento que incluye los principales cambios económicos y las transformaciones sociopolíticas a implementar.
Como era de esperar, algunos agoreros han vaticinado el retorno al capitalismo y aplauden con indisimulado frenesí lo que para ellos es una suerte de “perestroika caribeña”. Sin embargo, según señaló a Punto Final, Olga Fernández Ríos, académica e investigadora del Instituto de Filosofía de Cuba y de la Universidad de La Habana, doctora en ciencias filosóficas y miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, la realidad es muy distinta. “Uno de los elementos centrales aprobados en los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, es la continuidad de la estrategia socialista”, sostuvo.
Para Olga Fernández, consejera académica de la Embajada de Cuba en Chile, entre 2005 y 2010, y actual subdirectora de la Revista “Marx Ahora”, la modificación del modelo en Cuba es una necesidad, acorde con el propio desarrollo de la Revolución Cubana, que ha creado las condiciones para avanzar hacia un modelo menos centralizado. “Que quede claro: hoy estamos siendo más marxistas que nunca”, puntualizó.
Garantizar el socialismo
Usted regresó a Cuba en 2010 luego de su permanencia en Chile y ha vivido de manera directa un proceso complejo de cambios políticos, impulsados por el gobierno cubano. ¿Cuál es su visión de estas transformaciones?
Efectivamente, mi regreso se produce en un momento muy importante, porque se ratifica de manera clara la continuidad del proceso de construcción socialista, fruto de un debate popular en el país, que se venía dando desde 2007. En el centro de este debate nacional está la necesidad de implementar un cambio de modelo en el desarrollo socialista, lo que no quiere decir que estemos dando un paso atrás en la transición socialista. El objetivo es desarrollar las relaciones socialistas en el marco de un nuevo modelo, que de cuenta de las nuevas condiciones en el país y en el mundo.
¿Cuáles son esas nuevas condiciones que determinan el cambio?
El modelo anterior, correspondió a determinadas condiciones, donde existían países socialistas, aliados políticos y comerciales de Cuba. Luego de la caída del campo socialista, comenzó un debate sobre la necesidad de hacer transformaciones. Este proceso ha sido lento, porque cambiar un modelo de desarrollo en Cuba, que quedó totalmente aislada y con el bloqueo económico de Estados Unidos, es muy complejo. Una transformación de esta naturaleza hay que hacerla con mucho cuidado con un gran tacto político y económico. En 2011, en el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, hito muy importante en los cambios del modelo de desarrollo económico y social de nuestro país, se ratificaron las posiciones adoptadas a comienzos de la década de los 90 de ampliar las formas de propiedad social.
¿Qué fue lo que se ratificó concretamente?
Se aprobaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, documento que incluye los principales cambios que se harán en términos económicos y las transformaciones sociopolíticas correspondientes. Se ratificó desarrollar formas de propiedad personal, lo que en Cuba llamamos trabajo por cuenta propia, que no contradice ni atenta contra la formación de relaciones socialistas. Se validó la necesidad de desarrollar fórmulas cooperativas de producción, afines con los intereses socialistas, que históricamente se habían circunscrito al área agrícola.
Dada la profundidad e importancia de los cambios aprobados, ¿cuál fue la participación del pueblo cubano en este proceso de discusión?
El documento de los lineamientos fue analizado y discutido en todo el país en los centros de trabajo, sindicatos, organizaciones barriales, campesinas, de profesionales, intelectuales y artistas. Yo participé como miembro del Instituto de Filosofía, con un doble propósito: como cubana comprometida en preservar nuestro proyecto revolucionario, ajustado a las nuevas condiciones históricas, y como profesional interesada en comprender a cabalidad un proceso complejo de cambio social, que busca garantizar el socialismo, implementando cambios inéditos. La revolución cubana es muy marxista, porque tiene una gran capacidad de autocrítica. El marxismo es crítica y autocrítica y se alimenta de los datos que la historia brinda. Hoy la realidad nos señala que no podíamos seguir con el mismo modelo, y como marxistas asumimos el reto de cambiar, sin renunciar a los principios del socialismo.
De acuerdo a lo expresado por usted, la discusión de los cambios fue transversal, lo que debiera fortalecer las transformaciones. ¿Cuál es el nivel de identificación de los cubanos con el proceso de cambio a medida que se ha ido implementando?
Hay una identificación mayoritaria con el proceso, porque los cambios se ajustan a las condiciones concretas de Cuba. Existe plena conciencia en el pueblo que somos un país bloqueado, con Estados Unidos a 200 millas, desarrollando una política agresiva hacia la revolución durante más de 50 años. Hemos reconocido nuestros propios errores, dejando muy en claro que con el modelo anterior, la revolución acumuló importantísimos logros: altos niveles de justicia social, seguridad alimentaria, desarrollo de la salud, educación, seguridad social, desarrollo de la ciencia y la cultura. Fue un modelo que obedeció a condiciones históricas concretas. Cuba era un país subdesarrollado, que iniciaba la construcción del socialismo, que sufrió la agresión constante del imperialismo norteamericano: invasión directa en Playa Girón, terrorismo, ataques biotecnológicos, intentos de asesinato a Fidel Castro, entre otras muchas operaciones violentas. Todos los países Latinoamericanos, salvo México, rompieron relaciones con nosotros. En esas condiciones, se aplicó un modelo con fuerte influencia de la Unión Soviética y del campo socialista, que fueron nuestros aliados políticos y económicos, y era nuestro derecho hacerlo. Todo lo que describo, lo hemos vivido los cubanos, y por ello, hoy entendemos que ese modelo, que respondía a esas condiciones concretas, para el momento actual es excesivamente centralizado y hay que modificarlo.
¿Perestroika caribeña?
No obstante lo que usted plantea, hay quienes sacan cuentas alegres y ven el proceso de reformas en Cuba como una especie de “Perestroika Caribeña”, que como la soviética significará el retorno al capitalismo. ¿Cuál es su opinión?
Para aquellos que sueñan con una perestroika en Cuba, les tengo una muy mala noticia: uno de los elementos centrales en los lineamientos aprobados en abril de 2011, es la continuidad de la estrategia socialista. Queda muy claro que la principal forma económica que rige en el país, es la empresa estatal socialista y que se continuará asegurando salud, educación gratuita y seguridad social. Estamos hablando de una ampliación del concepto de propiedad social, pero dentro de esa ampliación está definido que la empresa estatal socialista, relacionada con los medios fundamentales de producción, seguirá siendo estatal. El gran transporte, las grandes fábricas, importantes recursos económicos de la producción azucarera, niquel y de la prospección de petróleo, seguirán siendo estatales. En nuestro proceso de cambios está muy claro que la propiedad estatal sobre los medios fundamentales de producción, que son los que garantizan la continuidad del socialismo, seguirán en manos del estado.
La propiedad de los medios fundamentales de producción seguirá siendo estatal, pero existe en la práctica una descentralización que abre espacio al emprendimiento privado en ciertas áreas. ¿Cómo se traduce ese proceso en la realidad concreta de Cuba?
Se traduce en la combinación de una descentralización económica con una definición muy clara que Cuba no va a renunciar a la propiedad estatal sobre los principales medios de producción, a la planificación social, a la estrategia de desarrollo socialista. En ese marco esencial, es perfectamente compatible con el socialismo, el trabajo por cuenta propia, pequeños emprendimientos familiares en ámbitos de servicio y de producción a pequeña escala de alimentos para el consumo diario, confección de ropa y artesanía. El sector cooperativo, que sólo existía en Cuba en el área de la agricultura, se ha ampliado al sector urbano. Se han creado importantes cooperativas en el sector de transporte y de producción a escala local en diferentes ramas de la producción. Estamos haciendo estos cambios, porque entendemos que el socialismo no tiene por qué desarrollarse, a partir de un modelo único. En ninguna parte está escrito que el socialismo haya que construirlo sólo identificado con la propiedad estatal. El concepto de propiedad social es mucho más abierto y amplio que el de propiedad estatal.
Influjo del Che
El Che expresó que el socialismo no puede ser un vulgar método de repartición económica. “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación", señaló. ¿Qué relación e influencia tiene este planteamiento con el actual proceso de cambio en Cuba?
En el modelo anterior, el estado era responsable del empleo de la inmensa mayoría de los cubanos, lo que era insostenible. Este estado protector generó una serie de contradicciones en términos de la subjetividad de las personas, fundamentalmente en la responsabilidad individual ante el trabajo. Raúl Castro ha dicho con razón, que Cuba es el único país del mundo donde la gente puede vivir sin trabajar. Este paternalismo estatal resquebrajó el trabajo como valor y generó mucho daño al bajar la productividad. Pasamos de la igualdad al igualitarismo, que no son lo mismo. La igualdad tiene parámetros, pero no te exime como ser humano de tus responsabilidades. Esa dinámica de un estado paternalista que subsidiaba todo afectó la economía del país, y a nivel subjetivo provocó una forma de enajenación, que fue caldo de cultivo para la corrupción y el burocratismo. En este aspecto, como en muchos otros, el Che fue visionario.
¿Qué medidas se están impulsando para terminar con el burocratismo?
La lucha contra la burocracia no es nueva en Cuba. El Che calificó el burocratismo como uno de los fenómenos que más debe combatirse en una revolución socialista e identificó entre sus causas la falta de conciencia revolucionaria y el conformismo. En 1965, Fidel Castro, señaló que el socialismo tiene que cuidarse del burocratismo tanto como del imperialismo, porque es más peligroso. Dijo que era un enemigo clandestino que estorba la producción al consumir en tareas innecesarias las mejores inteligencias y la energía del pueblo. El actual proceso de cambio, demuestra que el Presidente Raúl Castro y la dirección del país tienen muy clara la magnitud de este problema. Por ello, se están transformando los métodos y estilos de dirección, que eran muy centralizados, potenciando la participación entre las bases y los niveles centrales. Se está trabajando para que el aparato estatal sea más operativo, lo que obliga a despojarlo de mecanismos burocráticos. Se estima que hay un excedente de 800 mil personas que trabajan en dependencias del estado, y en el proceso de discusión, hubo propuestas de eliminar esos puestos de trabajo y que esas personas pasaran a desempeñarse en el trabajo por cuenta propia. También se propuso terminar con la libreta que asegura a todos los cubanos una canasta familiar mensual de alimentos básicos. Sin embargo, ambas medidas fueron rechazadas al calor del debate popular. Esto demuestra dos cosas: la importancia que da el gobierno a la participación y opinión del pueblo, y que en Cuba se realizarán transformaciones importantes, pero jamás aplicando políticas de shock propias del capitalismo. No se puede dejar en la calle de un día para otro a 800 mil personas. Hay que generar condiciones para un cambio gradual, situando en el centro la dignidad humana, como siempre lo ha hecho nuestra revolución.
La ampliación del concepto de propiedad social implica en la práctica desarrollar formas de propiedad personal o trabajo por cuenta propia, lo que permitirá a algunos cubanos aumentar sus ingresos, lo que ya ocurre con las personas que reciben remesas en dólares de familiares que residen en el extranjero. ¿La revolución mantendrá políticas de seguridad social igualitarias para todos los cubanos, independientemente de su nivel económico?
Todos los cubanos, independientemente de sus ingresos, seguirán teniendo derecho a salud, educación y seguridad social. En otros ámbitos, como la construcción de viviendas, se han adoptado subsidios diferenciados. Por ejemplo, las familias que han perdido sus casas producto de un huracán o que han sufrido derrumbes por antigüedad de los inmuebles, reciben actualmente un subsidio importantísimo para construcción, reparación o ampliación de sus viviendas. En la búsqueda de fórmulas de subsidios diferenciados en la vivienda y en otros ámbitos, donde el estado mantiene una responsabilidad importante en relación con las necesidades de la población, juegan un papel esencial los municipios. La descentralización se está aplicando de manera concreta y efectiva, lo que permite dar un paso importante para eliminar la burocracia y la corrupción.
¿Qué contradicciones e impactos a nivel subjetivo puede generar este nuevo escenario donde efectivamente habrá niveles de diferencia social?
Naturalmente, no todo es miel sobre hojuelas. Todo cambio implica un riesgo, y en nuestro caso, las diferencias sociales pueden generar individualismo, entre otras contradicciones. En una economía con sectores emergentes, puede haber personas que ganen más que otras que reciben un salario del estado. Aquí tenemos un reto muy importante, que no es sólo del gobierno, sino de la sociedad en su conjunto. En Cuba, el pueblo siempre ha participado en las discusiones y en la toma de decisiones, pero con los cambios se está potenciando con más fuerza la participación popular, la educación y la cultura. Estos tres aspectos son centrales para enfrentar con éxito las contradicciones propias del proceso de transformaciones. También es fundamental definir claramente el límite que va a tener la propiedad individual. Las cuotas de propiedad privada que haya, tienen que existir en un equilibrio, que no ponga en riesgo el socialismo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario