miércoles, 21 de enero de 2015
Desempleo
Carmen es una joven de 19 años de edad. Hace un par de años egresó de secundaria. La ilusión de conseguir esa meta duró únicamente un año, luego de ese tiempo el agobio de no encontrar trabajo la invade a diario.
Ha ido a varias entrevistas, regado hojas de vida con amigos y cercanos, pero nada, nada sale. Ella se ha cansado de escuchar las típicas frases: “ahora no necesitamos personal” o “no tiene la experiencia que necesitamos”. El no tener una fuente de ingreso estable ha imposibilitado continuar sus estudios universitarios. Por ahora se debe conformar con apoyar a su madre en el cuidado de sus dos hermanitos.
Las cosas se poden duras. Los ingresos de su madre son pocos, únicamente logró instalar un pequeño negocio en el mercado, lo que genera algunos ingresos para la comida, pago de impuestos, mandar a los cipotes a la escuela y nada más.
La realidad de Carmen es tan común en Honduras, un país donde el desempleo está presente en 2 de cada 4 de sus habitantes. Esta problemática incide directamente en la vida familiar, ya que al no contar con ingresos la precariedad se agudiza.
El desempleo es una promesa de cada administración, pero luego de más de 30 años de “democracia” nada ha pasado. El presente gobierno prometió generar 100 mil nuevos trabajos cada año, esto a través de la Ley de Empleo por hora, pero aún el problema persiste.
Al finalizar el 2014, el gobierno aseguró que unos 150 mil empleos fueron generados como resultados de la cohesión de las políticas gubernamentales y el sector empresarial en su conjunto, pues solamente con el programa “Empleo por Hora” se ha brindado la oportunidad para 80 mil personas; 33 mil “Con Chamba Vivís Mejor” y los restantes a través de la reactivación del sector agroalimentario, turismo y la apertura de los call center en las ciudades de Tegucigalpa y San Pedro Sula.
El énfasis de este gobierno está en seguir fortaleciendo programas asistencialistas que nada abonan en mejorar la realidad de la gente. La generación de empleo pasa por un cambio de rumbo, una apuesta a la inversión y apoyo a la pequeña y microempresa, a fortalecer y promover liderazgos de inversionistas que no tengan en sus mentes únicamente lograr triplicar sus ganancias, sino que entiendan que los empleos que pueden generar deben significar la dignificación de la vida de la gente.
Ahora que estamos iniciando el año, se convierte en una oportunidad reclamar acciones concretas que generen nuevas oportunidades para que nuestra juventud tenga la seguridad de un empleo digno
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