jueves, 15 de enero de 2015

La pandemia del poder



Migrar construye un mundo diferente

En estos días uno de los hechos que son objeto de debate gira en torno a la propuesta del partido nacional para poder cambiar la constitución y legalizar la reelección presidencial. Y es bueno señalar que este debate, no solamente involucra a diferentes actores políticos y a toda la sociedad hondureña, sino que también se trata de una problemática común a toda América Latina.

Recogiendo los resultados del análisis que hace la universidad de Kentucky se nos dice que “hay un fantasma que recorre Latinoamérica: la tentación de los presidentes de no dejar el poder. Su ideología no les distingue. Izquierdistas como Hugo Chávez o Rafael Correa, al igual que el derechista Alberto Fujimori, cambiaron las Constituciones de sus países con la tentación de eternizarse en el poder. A diferencia de los caudillos del pasado que se imponían con la fuerza de las armas o hacían fraudes descarados, ahora ganan elecciones que son técnicamente limpias pero que se dan en canchas electorales que descaradamente favorecen a los candidatos presidentes”.

Uno de los principios fundamentales de la democracia es que los gobernantes deben prepararse para “abandonar el poder” : por más que les duela a los presidentes de turno el poder en una democracia no pertenece a nadie. Después de las revoluciones de los siglos 18 y 19 quedó bien sentado que el poder dejó de estar encarnado en el representante de Dios en la tierra y que solo se puede ocupar temporalmente.

Sin embargo, hay líderes que se consideran a sí mismos como quienes tienen la misión de redimir a su patria y a su pueblo. Chávez en una misa televisada a todo el país decía: “dame Señor vida porque todavía me quedan cosas por hacer por este pueblo y esta patria”. Rafael Correa comparte la misión de Chávez de llevar a su patria a la segunda y verdadera independencia. Es el padre de la patria y los padres tienen la obligación de velar toda su vida por el bienestar de sus hijos.

Los “patriarcas redentores” infantilizan a los ciudadanos como niños cuando se consideran las figuras imprescindibles que los deben guiar. Como buenos padres fundamentan todas las acciones en el amor: aman a su patria, a sus pobres, a América Latina. Sus liderazgos no están sometidos a la disciplina partidista ni a la legalidad; más bien están en manos de personas cercanas al ejecutivo. Es posible debido a la ausencia de mecanismos legales internos y que todas las instituciones de rendición de cuentas horizontal está en manos de figuras leales a los presidentes.

Cuando los presidentes buscan eternizarse en el poder destruyen a la democracia y olvidan que es un espacio que solo pueden ocupar temporalmente. El mesías que guiará a sus hijos a la redención aún a costa de acabar con las instituciones normativas que permiten el pluralismo democrático y la construcción de ciudadanías autónomas.

Es de agradecer reflexiones como estas que provienen del mundo académico pues nos iluminan nuestra realidad. Lo único que no apuntan con fuerza es que son muchos más los presidentes conservadores y de derechas que buscan por todos los medios conseguir y eternizarse en el poder; o, también, manipular el poder para no ser juzgados por crímenes de lesa humanidad, como es el caso actual del expresidente Ríos Mont en Guatemala.

No hay ninguna duda entonces que la propuesta del partido nacional y el proyecto de JOH se encamina en esta misma dirección: no gobernar para la democracia y desde la democracia, sino para servirse de ella y abrir un espacio legal constitucional para perpetuarse en el poder y someter toda la institucionalidad a sus intereses presidencialistas. En definitiva, si la ciudadanía, los movimientos sociales y la sociedad permiten que los nuevos caudillos realicen sus sueños la democracia y la vida política quedarán truncadas.

No hay comentarios: