sábado, 2 de marzo de 2019

Honduras, tus muertos hablan



Por Trinidad Sánchez                               

El 19 de enero del 2019, el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, CONADEH, Roberto Herrera Cáceres, declaró que en nueve años, 51,000 personas han sido asesinadas en Honduras. El Comisionado recoge así los datos sancionados y colados por la misma policía hondureña y otorgados al observatorio de la violencia de la Universidad Nacional. La mayoría de los 51,000 muertos, según lo afirma Casa Alianza y la ONUDIH, son jóvenes de entre 14 a 30 años. 51,000 muertos en nueve años del golpe de Estado, nueve años de corrupción y de involucramiento directo de autoridades civiles y militares en los carteles de narcotráfico.

Cada hondureña u hondureño que provenimos de los sectores empobrecidos de Honduras conocemos más que una historia de asalto, robo, extorción, violación sexual, asesinatos y masacres. A la par de esta historia de violencia sangrienta también hay una historia de injusticia, discriminación, ceguera, corrupción, perpetración o confabulación de parte de las autoridades policiales y o judiciales del país.

Son incontables las historias de violencia en Honduras. Tomemos el caso de Carlos, un joven ayudante de motorista de bus, que conoce el estrés diario y el terror de convivir con pandillas criminales en el sector de la López Arellano. El 23 de noviembre del 2,015 a las 11:55 am, Carlos, por suerte, no había llegado todavía a la terminal de buses cuando individuos armados con fusiles automáticos dispararon contra sus compañeros motoristas y ayudantes que se encontraban en la terminal, matando a balazos a ocho motoristas y ayudantes. Como casi la totalidad de los crímenes, este crimen también sigue impune. Carlos, un sobreviviente de milagro, logró huir de la zona y del país.

Orbelina, una profesora, logró con mucho sacrificio construir una casa en Baracoa, cerca de San Pedro Sula. Una tarde vio que su hija mayor estaba llorando. Cuando Orbelina le preguntó de por qué estaba triste, la hija le confesó que, desde hace unos días, la mara de la zona le mandaba un mensaje: “te damos una semana para que abandones esta casa y si no te mataremos con todos tus hijos”. El siguiente día, Orbelina huyó de su casa junto a sus hijas e hijo y buscó refugio en otro pueblo. ¿Y por qué no le avisó a la policía? Según ella, un aviso a la policía llega a ser un aviso a la mara criminal. “Si le hubiera avisado a la policía, la mara sabría de inmediato y me hubieran matado rápidamente”.

Los temores de Orbelina no están sin base. Existen barrios enteros bajo el control de la narcoactividad y muchas familias siguen siendo obligadas a pagar impuesto de guerra, a entregar sus propiedades y lo peor los hijos e hijas son obligados a pertenecer a las pandillas criminales y si no son asesinados, así es el testimonio de los miles de jóvenes que buscan refugio en Estados Unidos.

Los hondureños y hondureñas estamos convencidos de que la narcoactividad no llegó a Honduras por la fuerza de los vientos o por la voluntad divina. La operación de los carteles, sus negocios y sus crímenes son por la apertura, consentimiento, protección y participación directa de autoridades civiles y militares. La Agencia Antinarcóticos de Estados Unidos, con mas de 40 anos en América Latina, con mas de tres billones de dólares en presupuesto, con las bases militares estadounidenses en Honduras, y cientos de millones en financiamiento al régimen de Hernández y su fuerza armada… ¿no han podido detener esta matanza del pueblo hondureño?

Al respecto, el Centro Internacional de Investigación de la narcoactividad en Honduras, InSight Crime, revela que “la fuerza policial de Honduras es una de las más corruptas de la región. La policía hondureña ha sido acusada de una amplia gama de actividades criminales, incluyendo corrupción, comparten información con grupos criminales, permitiendo que los cargamentos de droga pasen sin chequeo y participación directa y hasta dirigir operaciones criminales y violentas.1

La estructura de violencia, impunidad y de crimen organizado desde el Estado no permitirá la llegada de la justicia y la paz para nuestra nación. Aunque el gobierno siga haciendo grandes anuncios de mayor militarización en el país. Por ejemplo, la misma policía nacional ha revelado que en enero del 2019, han muerto 263 personas, la policía lo anuncia como un avance para celebrar, comparándolo con los 326 muertos de enero del año anterior.2 Así nos quieren llevar a la costumbre de ver el crimen como algo normal. Los 263 nuevos asesinatos no es una cifra aislada, ellos también murieron por las mismas causas y estructura del crimen de las 51,000 personas asesinadas en los últimos 9 años. También la reducción de cifras es porque miles de personas ya lograron escapar de la eminente muerte que les esperaba en sus colonias por medio del éxodo masivo. Tampoco, el conteo de muertos incluye los suicidios de jóvenes que no pudieron cumplir sus aspiraciones y decidieron terminar con sus vidas.

Los muertos de Honduras hablan hoy, a través de la valentía y dignidad de las organizaciones de Derechos Humanos y las coaliciones hondureñas e internacionales por el rescate de la verdad y la decencia del Estado. Queremos justicia para todos nuestros familiares muertos y castigo para los políticos, empresarios y militares corruptos narcotraficantes. Solo así, recuperaremos la justicia y la paz.

1 InSight Crime, Perfil de Honduras, 27 de Agosto, 2018, Versión en inglés.

2 La Prensa, 2 de febrero, del 2019.

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