jueves, 14 de marzo de 2019
¿Periodismo ciudadano? Los casos del “video del meteorito” y la “foto del tornado”
Por Patricia Hernández Acevedo
Llerena (llerena.org)
Recientemente, sucesos inesperados hicieron estallar las redes sociales y varios medios de comunicación volcaron su mirada a los contenidos que cientos de usuarios generaban, compartían y comentaban. Imágenes y videos circulaban en Internet con expresiones de desolación y sorpresa.
El pasado martes, la prensa nacional daba a conocer la noticia del accidente de una aeronave Mig 21 perteneciente a la Fuerza Aérea Revolucionaria en Güira de Melena, y la imagen que circuló del siniestro fue la foto tomada por Yosniel Díaz, un vecino de la zona.
Cabina del avión eyectada por el piloto. Foto: Yosniel Diaz/ Facebook.
El tornado que pasara por La Habana la noche del 27 de enero, y luego el meteorito que estalló sobre Viñales, en Pinar del Río, se convirtieron en los temas de mayor interés tanto para la prensa como para los usuarios.
El video que tomara Adriel Marín Alonso -un pinareño de 47 años que vive a unos 18 km del lugar donde cayó el cuerpo celeste-, cuando advirtió la estela de humo que dejó tras atravesar el cielo, circuló por las diferentes redes sociales y por las páginas y transmisiones de la prensa nacional, entre ellos, nuestro medio.
“Todo sucedió en fracciones de segundos, cogí el celular y empecé a grabar el humo que dejaron los trocitos después de fragmentarse en el aire”, nos cuenta Adriel, que esa tarde conversaba tranquilamente en el patio de su casa cuando la “bola de candela” comenzó a acercarse y descomponerse en el cielo.
Video captado por Adriel y compartido por Juan Alberto
Sin embargo, él no fue quien lo compartió en las redes. “Un compañero que había aquí creyó que era una bomba, y yo temiendo que las autoridades creyeran que pudiera ser una agresión -como había visto lo que era- llamé al gobierno para explicarle que fue un meteorito, porque yo lo vi”. Adriel solo se lo dio a las autoridades de la provincia, para probar su teoría de que efectivamente “era un meteorito y no una bomba”.
Pero, como era de esperar, rápidamente los vecinos se interesaron en las imágenes que había captado y comenzaron a compartirlas. Fue entonces que Juan Alberto Pérez Pozo, un muchacho del barrio, a sabiendas del interés que podía causar el video, lo compartió en su muro de Facebook y ahí comenzó todo.
Juan Alberto Pérez compartió el video de Adriel en YouTube y alcanzó gran cantidad de visualizaciones en muy poco tiempo.
La foto del tornado
Cubadebate, Contra el Terrorismo Mediático
El MINREX rechaza en los términos más enérgicos la nueva escalada en la conducta agresiva de los EE.UU. contra Cuba. El anuncio del Departamento de Estado "impone obstáculos adicionales a nuestros objetivos de desarrollo, pero EE.UU. continuará fracasando en su objetivo central de someter por la fuerza la voluntad soberana de los cubanos".
Unos días antes, cuando La Habana padecía el caos que dejó el tornado, los medios de comunicación comenzaron a mostrar la imagen que luego el doctor José Rubiera destacara durante la sección meteorológica del Noticiero Estelar como la “única foto del tornado”.
La imagen fue tomada por una joven estudiante de Sociología, Cecyl Pérez, desde su casa en Santos Suárez (Gómez entre Santos Suárez y Vía Blanca), e igualmente comenzó a “rodar” en Internet, también despertando el interés de los medios, que en ambos casos no pudieron captar los momentos impactantes de estos atípicos acontecimientos meteorológicos y dieron el crédito a los usuarios que publicaron dichos materiales.
Ella jamás se imaginó que la foto que tomó esa noche, y que luego compartió con unos amigos en WhatsApp y Messenger se convertiría en un registro histórico. “Pensé que iban a parecer más fotos del tornado”. Aunque ella no la hizo pública, la foto se divulgó a través de Facebook y los medios no la desaprovecharon, aunque durante unos días, la identidad de la fotógrafa se mantuvo oculta. “Siempre y cuando pongan el crédito creo que está bien que la publiquen”.
La foto publicada por un usuario de Facebook fue luego mostrada en Cubadebate para ilustrar la magnitud del evento meteorológico.
En esos momentos, los testimonios que estas personas dejaron a través de las redes sociales se convirtieron en piezas claves de las correspondientes coberturas periodísticas, así como las impresiones que comenzaron a plasmar cientos de personas en los espacios online.
Si los comparamos con referentes globales, pudiéramos decir que lo ocurrido durante esos días responde perfectamente a un fenómeno que se viene dando en el mundo de las comunicaciones desde hace ya varios años, y alrededor del cual existe bastante polémica: el periodismo ciudadano.
Periodismo… ¿ciudadano?
Algunos dirán que es una práctica propia de la nueva era de la información y las comunicaciones, otros que es tan antigua como las cartas a la dirección o las llamadas a los programas radiales.
Ambas afirmaciones pueden ser razonables. Sin embargo, aunque el fenómeno de la participación no es novedad, sí estamos ante una nueva forma de hacerlo, en la que ya no existen las mediaciones de antaño.
La llamada democratización de la información, y el acceso a medios tecnológicos que permiten las conexiones de cientos de miles de personas, han derivado en que los antiguos receptores de los medios se conviertan en productores por sí mismos.
En tiempos en que existen redes sociales y teléfonos inteligentes capaces de captar audio, video e imágenes, con prestaciones para la edición, facilidades de acceso a la red, así como la gratuidad de algunas de ellas y las pocas exigencias intelectuales de los softwares diseñados para este tipo de actividades, cualquier persona puede ser un potencial emisor de información.
Las formas de participación y de consumo de los medios están cambiando y hay que tener en cuenta que las nuevas generaciones, a las que algunos llaman “nativos digitales”, tienen diferentes hábitos de comportamiento. Más que la información que le puedan ofrecer las fuentes tradicionales, les interesan esos espacios que los vinculan con personas cuyos intereses comparten.
Estos cambios en el ecosistema comunicativo y en el ejercicio profesional de la prensa llevan a quienes pertenecemos al gremio a una interrogante: ¿Puede el periodismo ciudadano sustituir al periodismo tradicional?
Algunos incluso se resisten a reconocer esta denominación. Los debates en torno a la perdurabilidad del oficio periodístico varían y no hay consenso al respecto. No pocos ven este fenómeno como una amenaza. Sin embargo, los más optimistas insisten en verlo como una oportunidad para los medios, cuyo trabajo en conjunto derivaría en el enriquecimiento de los contenidos publicados y en el consecuente acercamiento con los públicos. Algo a tener en cuenta si le sumamos la poca similitud que muchas veces existe entre ellos y los medios.
El escritor y profesor de la Universidad de Stanford (California, Estados Unidos) Howard Rheingold, quien se ha dedicado a estudiar este fenómeno, explica que los medios digitales y las redes no están transformando directamente el periodismo, pero hacen que esa transformación sea posible concediendo nuevos poderes –para lo bueno y para lo malo– a grupos enteros de personas.
Haciendo memoria…
Hay quienes aseguran que este fenómeno se remonta muchos años atrás, a aquel fatídico día en que la cámara de Abraham Zapruder recogió las imágenes del asesinato del presidente norteamericano John. F Kennedy en Dallas en 1963, cuya cinta fue luego vendida por una jugosa suma de dinero a la revista Time, y que se convertiría en una de las grabaciones que conforman la historia de Estados Unidos.
Algo que probablemente suceda con la fotografía tomada por Cecyl desde su ventana, a decir del doctor Rubiera, y pase a ser parte de la historia meteorológica de Cuba.
De forma parecida sucedió en 2001 cuando las Torres Gemelas de Nueva York colapsaron a causa del impacto de dos aviones: “las noticias estaban siendo producidas por gente común que tenía algo que decir y mostrar, y no solamente por las organizaciones de noticias oficiales que tradicionalmente decidían cómo debían lucir los primeros borradores de la historia”, así lo cuenta el hombre que se ha ganado el sobrenombre de “padre del periodismo ciudadano”, el periodista y profesor estadounidense Dan Gillmor.
Asimismo, lo sucedido durante el atentado terrorista en el metro de Londres en 2005, donde las personas atrapadas ilustraron la magnitud de los acontecimientos gracias a los vídeos y fotos tomadas con sus teléfonos móviles que, posteriormente, fueron subidas a YouTube y replicadas miles de veces.
Nuevamente se demostró la capacidad de los ciudadanos de ofrecer información de primera mano en situaciones de urgencia, cuando a los medios tradicionales se les hace imposible trasladar sus equipos a las zonas afectadas, convirtiéndose la ciudadanía en una fuente de información prioritaria.
Así, podríamos citar muchísimos ejemplos que doblegarían a los más escépticos, pero la lista sería interminable. He aquí algunos motivos para considerar, al menos, la importancia de prestar oídos a este fenómeno que, según lo visto, sólo irá en ascenso.
¿Qué pasa en Cuba?
En Cuba, el contexto actual apunta cada vez más a seguir estas tendencias globales que están marcando un nuevo modo de comunicar. En un país donde los ciudadanos están cada vez más interconectados, donde emergen medios de prensa “alternativos” sin pautas legales, -muchos de ellos hechos por personas ajenas al oficio periodístico- y una creciente masificación de las Tecnologías de Información y las Comunicaciones (TICs), se hace menester que quienes nos dedicamos a la prensa estemos a tono con las trasformaciones que experimenta la comunicación en el orbe, y de las que no estamos exentos, aunque avance a paso corto.
Aquí también hemos tenido ejemplos de la colaboración medios-ciudadanía. El huracán Irma que azotó hace un año la zona occidental de la Isla y las inundaciones en La Habana en diciembre de 2018 dan cuenta de ello.
Además, la caída del avión Boeing 737-201 el 18 de mayo pasado, en las cercanías del Aeropuerto Internacional José Martí mientras iniciaba un vuelo con destino a Holguín fue un momento clave en el que se activó el concepto de periodismo ciudadano, pues dada la imprevisibilidad del suceso los primeros en llegar, antes que la prensa, fueron los propios pobladores de las zonas cercanas.
En ese momento, en muchos medios confluyeron al mismo tiempo las imágenes tomadas por la prensa tradicional y las que llegaban desde las redes sociales.
Durante los días posteriores a la caída del avión, en algunos medios coexistían las imágenes de los medios más prestigiosos con las de los ciudadanos.
Pero…
Sin embargo, como todo nuevo descubrimiento, el tema no prescinde de detractores. Uno de ellos es el periodista de la CBS Morley Safer, conocido por su participación en el programa 60 minutes, quien en una ocasión utilizó una frase que hemos escuchado de varias personas al respecto: “Yo confiaría en el periodismo ciudadano tanto como lo haría en la cirugía ciudadana”.
Criterios como este se refuerzan a causa de las fake news (falsas noticias), como sucedió recientemente con un polémico video del presidente cubano mientras se retiraba de una de las zonas afectadas por el tornado en Regla; o en 2008, cuando se difundió una noticia sobre la salud de Steve Jobs publicada por el sitio de periodismo ciudadano iReport de la Cable News Network (CNN), pues la información aseguraba que el presidente de Apple había sufrido un infarto, lo que fue interpretado más tarde como una estrategia para jugar con las acciones de la empresa y se utilizó como argumento para desacreditar al periodismo ciudadano.
A todo esto, agregar un detalle: el sitio iReport advierte que las noticias que se publican son Unfiltered. Unedited. News (Sin filtros. Sin editar. Noticias).
Por eso hay que prestar atención a los dilemas éticos que rodean el tema. ¿Quién define qué debe publicarse y qué no para los “periodistas ciudadanos”? Es sabido que hay un grupo dentro de la prensa global que apuesta por la llamada “prensa roja”, esa que encuentra acomodo en este tipo de situaciones.
En mayo pasado, circularon varias imágenes de esta naturaleza, y en algunos perfiles en las redes sociales se mostraban videos falsos del momento en que el avión colapsó, creando una cadena de fake news nada provechosas para el momento.
En los medios que no lo defienden, los periodistas se encargan de discriminar las imágenes que saldrán a la palestra pública. Pero, cuando son los propios ciudadanos quienes toman y difunden las imágenes, los filtros pueden ser más flexible y llegar a ser públicas vistas nada respetuosas hacia las víctimas de lamentables acontecimientos como este y a sus familiares –bien por la falta de escrúpulos de algunos, o bien por la propia desprofesionalización que hace que no tengan en cuenta ciertas cosas-.
Es ahí, pues, donde entra en juego el periodismo tradicional, para formar lo que el español Oscar Espiritusanto –un acérrimo defensor del tema- llamara binomio profesional-amateur, que “funcionará siempre que estemos dispuestos a colaborar con una mentalidad abierta y a explorar nuevas formas de comunicación”.
Aunque es imprescindible que aprendamos a convivir con estas nuevas tendencias, hemos de recordar que no por azar en muchas universidades del mundo se estudia la carrera de periodismo. No podemos dejar de reconocer que tener la capacidad –material- de producir contenido no significa saber discriminar, comprobar, equilibrar y transmitir correctamente la información.
Si los profesionales de la prensa gestionamos la información que se mueve en la red y que llega a las redacciones de manos de “periodistas ciudadanos”, esa que muchas veces escapa a nuestro conocimiento o al acceso de los grandes medios, y funcionamos como filtro para garantizar la veracidad, transparencia y demás elementos que validan la información periodística -antes de masificarse-, las posibilidades de que se difundan noticias falsas podrían disminuir, al tiempo que las agendas públicas y mediáticas confluir con más frecuencia.
Los periodistas tradicionales podríamos construir y afinar redes de informadores, gestionar comunidades de ciudadanos, reporteros y comentaristas, utilizando los medios que la tecnología nos facilita. Pero, primero, es necesario pasar por un proceso de redefinirse como medio, camino que ya han iniciado algunos de los grandes consorcios informativos del mundo.
Es por eso que nos parece válido arrojar luz sobre un fenómeno que, aunque aún emergente, está ahí y merece la atención del gremio porque, a corto o largo plazo, transformará los modos de hacer de la prensa. Pensar en cómo estos pueden coexistir sin que uno ocupe el lugar del otro y ayudar a comprender que al periodismo ciudadano se le puede dar un lugar dentro de los grandes medios de comunicación sin que represente una amenaza.
Así las cosas, le invitamos a hacer uso de su derecho y su poder de participar y dejarnos saber sus impresiones, esas que tanto agradecemos y que tanto contribuyen a enriquecer nuestros contenidos. Pero no solo en este portal, sino también en otros medios de nuestro país con la necesidad, quizá aún inconsciente, de enriquecer sus páginas, sitios web y parrillas de programación con aquello que a usted le interesa, con esas historias que merecen ser conocidas.
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