lunes, 29 de enero de 2018

América Central define una agenda para uso sostenible del agua



Por Edgardo Ayala

Un niño llena su cántaro de agua en una toma colectiva en Los Pinos, una comunidad del municipio de Tacuba, en el occidental departamento de Ahuachapán, en El Salvador. El acceso al agua potable en muchas comunidades rurales de América Central se mantiene como una carencia. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Los países de América Central se esfuerzan por definir un plan que impulse un uso sostenible del agua, una necesidad crucial en una región que ya resiente los impactos del cambio climático.

Ese esfuerzo se ha concretado en una Agenda Hídrica de América Central, cuyo borrador fue consensuado en noviembre, en Tegucigalpa, por los gobiernos de Belice, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá, a los que se sumó República Dominicana, desde el Caribe.

Ese grupo de países forman parte del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), la iniciativa de complementación de los gobiernos del área vigente desde diciembre de 1991 y desde la cual se trabaja en abordar el tema del agua con una perspectiva regional y sostenible.

Se espera que el documento sea aprobado en un encuentro regional a celebrarse en febrero, en Santo Domingo, de acuerdo a funcionarios y expertos centroamericanos entrevistados por IPS.
“Vimos que nos convenía trabajar una planificación, una suerte de agenda, que le diera expresión al tema de gestión integral del recurso”, dijo a IPS el director ejecutivo de la Comisión Centroamericana de Ambiente y Desarrollo (CCAD), Salvador Nieto.

Ese organismo es la instancia del SICA conformada por los ministros de Ambiente de esas ocho naciones, enfocados en articular los esfuerzos por preservar los ecosistemas del istmo desde una perspectiva regional.

Y el agua es un tema de vital importancia para los 50,6 millones de centroamericanos, entre ellos los agricultores que han visto perder sus cosechas ya sea por falta o exceso de lluvias, producto del cambio climático.

“Todos los estudios reconocen la vulnerabilidad de la región, y señalan que los impactos del cambio climático más severos para Centroamérica se verán en en el tema del agua”, añadió Nieto.

Aseveró que si bien dichos informes señalan que habrá tormentas con intensidad, también advierten que a mediano plazo lo que más afectará es una disminución de disponibilidad en todos los países.

En 2014, un periodo de sequía que golpeó la zona produjo pérdidas en los sectores agrícola, hidroeléctrico y agua potable por unos 650 millones de dólares, según el estudio Situación de los Recursos Hídricos de Centroamérica: Hacia una Gestión Integrada, publicado en marzo por la Asociación Mundial para el Agua (GWP, en inglés).

No obstante, la región tiene buena disponibilidad de agua, porque los países centroamericanos utilizan menos de 10 por ciento del recurso disponible, indica la edición de agosto de Entre-aguas, un reporte de la oficina regional de la GWP, una red internacional de organizaciones vinculadas al manejo de los recursos hídricos.

El problema, aclara ese reporte, es la irregular distribución temporal y geográfica de la precipitación, y la falta o escasos mecanismos de almacenamiento y regulación del recurso.

Eso limita un aprovechamiento óptimo y eficiente en sus diferentes usos, y ello se expresa en cuencas con problemas de escasez en la época seca.

El informe de GWP agrega que, producto de la alta variabilidad climática asociada al cambio climático, la concentración de precipitaciones en ciertas regiones o en ciertos períodos y de las sequías en otros, afecta la cantidad y la calidad del agua disponible.

En 2014, un 17 por ciento de la población total de América Central, unos 7,8 millones de personas, vivían sin acceso al agua potable, según datos del Banco Mundial.

En ese sentido, la Agenda busca asegurar el recurso para las presentes y futuras generaciones, pero también establecer las acciones para enfrentar los fenómenos climáticos extremos relacionados.

Esa realidad centroamericana, constantemente afectada por fenómenos climáticos, convenció a las elites políticas de tomar acciones no solo en sus países, sino a nivel regional.

Por ejemplo, las sequías “hacen que haya más voluntad política (en los gobiernos de la región) para poder impulsar esos instrumentos, y haya acuerdos en cumbres de presidentes donde se instruye para que se elabore una agenda de trabajo”, explicó a IPS la secretaria ejecutiva de la GWP para América Central, Fabiola Tábora.

GWP ha venido trabajando con la CCAD con el objetivo de facilitar el fortalecimiento de la gobernanza del recurso hídrico en América Central.

“En la región no ha existido un instrumento político que establezca una agenda común en tema agua, por eso se ha hecho este esfuerzo: generar un espacio de coordinación entre los ministros de ambiente, los que tienen bajo su mandado la gestión del recurso”, acotó Tábora, desde la oficina regional de GWP en Tegucigalpa.

La Agenda surge del esfuerzo por establecer una gestión integral del recurso hídrico, uno de los ejes contenidos en la Estrategia Regional Ambiental Marco 2015-2020 de la CCAD, aprobada en febrero del 2015 por los ministros de medioambiente del área.

Esa gestión integral, de la cual deriva la Agenda, contempla atender áreas claves, como la promoción de sistemas de gobernanza para el uso sostenible del agua, que conlleva acciones, por ejemplo, para generar y compartir datos y experiencias en torno a toda la problemática que rodea al recurso.

“El desarrollo del conocimiento del recurso hídrico pasa por investigar, monitorear, o establecer estaciones de medición y compartir información, una necesidad recurrente en todos los países de Centroamérica”, señaló a IPS el director de Aguas del Ministerio de Ambiente y Energía de Costa Rica, José Miguel Zeledón.

Zeledón subrayó que “tenemos que avanzar en la elaboración de balances hídricos, nuestros países carecen de información, de modo que podamos saber qué agua tenemos, cómo la tenemos y cómo podemos distribuirla”.

Otra área estratégica es el desarrollo de instrumentos para la gestión integrada de cursos de agua internacionales, que implica la promoción de un diálogo político al más alto nivel sobre protocolos, acuerdos o convenios de modelos exitosos en torno al tema.

“La implementación de la Agenda traería beneficios porque muchas comunidades con problemas de agua están en cuencas compartidas o transfronterizas, y por eso un eje es trabajar las aguas internacionales”, destacó a IPS la experta Silvia Larios, del Ministerio de Medioambientede El Salvador.

De las cuencas superficiales del istmo, 23 son transfronterizas, aproximadamente 191.449 kilómetros cuadrados (37 por ciento del territorio centroamericano), y la región cuenta con 18 sistemas de acuíferos transfronterizos, según datos de GWP.

La Asociación subraya también la importancia de promover el intercambio de tecnología, pues hay comunidades que no pueden abastecerse con sistemas tradicionales, o no pueden manejar adecuadamente sus aguas residuales, sino que tendrán que buscar otras opciones técnicas.

Larios destacó que la Agenda busca tanto disminuir los conflictos por el uso del recurso, como garantizar la disponibilidad. Reconoce además el acceso al agua como un derecho humano, para garantizar así el abastecimiento a las comunidades.

Tábora, de GWP, sostuvo que América Central ha tenido avances en cobertura del agua y en el desarrollo de infraestructura, pero sigue habiendo una brecha entre la zona rural y la urbana.

“La atención de la zona rural sigue siendo postergada”, apuntó. De la población total del istmo, 58 por ciento vive en áreas urbanas, según el estudio de GWP.

También, añadió Tábora, se ha descuidado la calidad del agua, tanto en las ciudades como en las zonas rurales.

Encarar los retos vinculados al agua, estimó, pasa por entender que las soluciones tienen acciones políticas inherentes, como la promulgación de leyes de agua, dado que el recurso está ligado a intereses económicos.

Para echar a andar la Agenda falta por implementar el plan operativo, construir alianzas con diversas organizaciones y gestionar el financiamiento con los mecanismos de cooperación regionales.

Editado por Estrella Gutiérrez

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