jueves, 11 de enero de 2018
Desde la perspectiva política, el 2017 fue un fraude según sacerdote jesuita Ismael Moreno
El sacerdote jesuita Ismael Moreno, director del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación, Eric, concluye que en Honduras hubo elecciones, pero quién eligió fue el gobierno de los Estados Unidos, por lo que considera válido preguntarse para qué valen las elecciones en si quien elige no son los que van a depositar el voto en las urnas.
“Aquí ha quedado establecido quien es el que mandan, quienes son los que pierden y quienes son los serviles al imperio” señala Moreno.
Al cierre del año, el director del Eric, una obra social de la Compañía de Jesús en Honduras, concluye que, si tuviera que resumir el año 2017, desde la perspectiva política, no dudaría en darle el nombre de fraude.
“Desde el 01 de enero hasta el 31 de diciembre la palabra clave para entender el año ha sido el fraude electoral. No solamente porque el 26 de noviembre se implementó sino porque desde siempre entendimos de que el proceso electoral estaba salpicado enormemente de fraude y sobre todo cuando se impuso una candidatura no solamente polémica sino también, dicho por muchos juristas serios, ilegal” manifestó Ismael Moreno.
Radio Progreso (RP) dialogó el jesuita Ismael Moreno (IM) sobre la realidad del año que está concluyendo y los escenarios que se pueden marcar para el 2018 en el marco de la crisis política pos electoral.
RP. ¿Con qué sentimientos despide el 2017?
IM. Ambivalentes. Creo que un sentimiento que en lo personal me llena enormemente es que, de todos modos y en cualquier circunstancia, el poder que se quiso imponer no se impuso tan fácilmente, se le hizo difícil, complicado, incluso adverso en algunos momentos. También con un sentimiento de frustración, por ejemplo, ante el triunfo de un fraude, ante el triunfo de unas realidades que son marcadamente negativas y que los diversos sectores de poder no dieron ni un solo paso adelante en la búsqueda de soluciones que fuesen todavía un poco más humanas y menos políticas y calculadoras.
RP. ¿Es el tema político y la crisis, el hecho más importante de este año?
IM. Sin duda. Es más, yo podría decirle que si tuviésemos que resumir el año 2017 desde la perspectiva política yo no dudaría en decir que fue con el nombre de fraude. Desde el 01 de enero hasta el 31 de diciembre la palabra clave para entender el año ha sido el fraude electoral. No solamente porque el 26 de noviembre se implementó sino porque desde siempre entendimos de que el proceso electoral estaba salpicado enormemente de fraude y sobre todo cuando se impuso una candidatura no solamente polémica sino también, dicho por muchos juristas serios, ilegal.
RP. ¿Por qué llegamos hasta esta instancia?
IM. Pienso que la clase de Honduras no ha tenido la capacidad y ni han tenido la osadía para ir tomando decisiones en el camino. Yo voy a decir un elemento que lo dije en dos o tres ocasiones a los largo del año 2017, y es que los sectores opositores del país pudieron evitar que se llegara a la situación convulsa y dramática a la que llegamos tras las elecciones del 26 de noviembre porque si todo mundo entendió, comenzando por ellos los partidos de oposición, que la candidatura de Juan Orlando Hernández era un fraude por su ilegalidad, participar en el proceso electoral de algún modo era avalar el fraude, avalar la ilegalidad.
RP. ¿Cuál era la opción?
IM. Si en lugar de participar en la campaña política se hubiese conformado una especie de frente nacional de ciudadanía opositora contra el fraude sin duda alguna se hubiese obligado a que la persona y el grupo fraudulento se hubiesen visto en la necesidad de negociar una salida distinta a las elecciones, por eso es que, también nosotros lo dijimos, las elecciones iban a ser problemas, no solución, y los resultados iban a ser factores de conflictos y de mayor confusión y de problemas que caminos de solución, como en efecto ha ocurrido especialmente después de las elecciones del 26 de noviembre.
RP. Si ya se sabía, ¿por qué participó la oposición en estas elecciones?
IM. Porque las elecciones siempre son un gran atractivo, porque las elecciones tienen que ver con la búsqueda del poder, y lo que mueve a la inmensa mayoría de los actores políticos en nuestro país, tanto de los partidos tradicionales y de los partidos opositores, es la búsqueda de una cuota del poder. El gusanito del poder embriaga, el gusano del poder distorsiona.
RP. ¿Cuál es el contexto internacional que rodea esta crisis hondureña?
IM. Inevitablemente estamos en un flujo impresionante del control de los estados y de las sociedades por los que podríamos llamar las extremas derechas que están lideradas por Trump, pero también está Macri, están en Brasil, en Perú, en Bogotá y en Centroamérica o en México. Son extremas derechas que entienden que el Estado es negocio y que entienden que ese Estado no se comparte. Hay un control del Estado sobre un argumento sencillo, pero abrumadoramente aplastante: es todo o nada. Ese contexto continental es el que condiciona la realidad hondureña.
RP. ¿Cuándo comenzó ese proceso?
IM. Este proceso de recuperación de los estados por parte de las extremas derechas se dio a partir del año 2009, y el pionero fue justamente el golpe de estado en Honduras, y quienes dieron el golpe de estado vinieron para quedarse por mucho tiempo y no por cuatro años. Por lo tanto, Honduras sigue siendo un experimento, sigue siendo un laboratorio, un laboratorio de cómo se ejerce el poder desde el Estado entendido como negocio por esa articulación de las extremas derechas transnacionales con las extremas derechas políticas que impera en todo el continente americano y más allá del continente americano pero que aquí, de algún modo, es donde se hacen los laboratorios para que se pueda implementar en otros países.
RP. ¿Por qué una vez que habló Estados Unidos vino, casi de inmediato, el reconocimiento del resto de países hacia el gobierno de JOH?
IM. Nosotros hemos estado acostumbrados a decir que Estados Unidos es un gran imperio, estamos acostumbrado a decirlo y estamos acostumbrado a escucharlo pero nunca, por lo menos quién le habla, había experimentado, con tanto impacto, ese poder del imperio porque si usted se da cuenta parecía que todas las aguas se estaban moviendo, incluso el Secretario General de la OEA, Luís Almagro, había hecho un llamado dramático, aún en contra del presidente del Tribunal Supremo Electoral en Honduras, a que se convocaran a nuevas elecciones y los distintos gobiernos de América Latina y de Europa estaban en silencio, pero viene el Departamento de Estado y entonces dice que reconoce el triunfo como presidente electo a Juan Orlando Hernández, a partir de ese momento todos los vientos del norte y del sur soplan en la dirección del Departamento de Estado del gobierno de los Estados Unidos.
RP. ¿Qué conclusión se puede sacar de ese comportamiento?
IM. Podemos llegar a una conclusión dramática y es que aquí hubo elecciones, pero quién eligió fue el gobierno de los Estados Unidos, y tenemos derecho de quedarnos con una pregunta: para qué valen las elecciones en Honduras si quien elige no son los que van a depositar el voto en las urnas sino el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ese es el poder, aquí ha quedado establecido quien es el que mandan, quienes son los que pierden y quienes son los serviles al imperio.
RP. Sigue vigente la pregunta ¿quién ganó las elecciones en Honduras?
IM. Claro que es vigente porque una cosa es que Juan Orlando Hernández haya sido elegido, finalmente, por el Departamento de Estado, haya dado una palabra definitoria, y otra cosa es la percepción que tenemos en la sociedad hondureña, al menos las tres cuartas partes de la sociedad hondureña, de que aquí sólo hubo un perdedor en el voto y se llama Juan Orlando Hernández y aquí sólo hubo un ganador que se llama Salvador Nasralla.
RP. ¿Cuáles son los escenarios para el 2018?
IM. Yo parto de un dato: el ciclo electoral se cerró, por lo menos desde la perspectiva del imperio, del gobierno hondureño y de la llamada comunidad internacional. Se cerró el ciclo electoral. Hablar de escenarios es complicado porque es de algún modo entrar en política ficción, pero podemos apuntar al menos tres escenarios.
RP. ¿Cuál sería el primer escenario?
IM. Por el que ha optado el Departamento de Estado y por el que ha optado el sector político de la extrema derecha, y es la puesta en marcha de un proyecto autoritario que avanza hacia una dictadura con el estigma del fraude y por lo tanto con un gobierno usurpador.
RP. ¿Cómo plantearía el segundo escenario?
IM. El segundo escenario es el escenario más irreal, desde mi punto de vista, pero lo presento, y es que el gobierno de los Estados Unidos recule y digan que hay datos que indican que nos equivocamos y que aquí vamos a una situación peor, escuchen voces del pueblo hondureño y vuelvan sobre la propuesta de Luís Almagro y apoyen la creación de condiciones para que se convoquen a nuevas elecciones. Ese escenario es irreal, pero lo anoto porque uno cree que en política hasta la ficción puede hacerse posible.
RP. ¿Por dónde iría el tercer escenario?
IM. Desde mi punto de vista es el escenario que impulse no el gobierno ni el Departamento de Estado sino que impulse la sociedad hondureña a través de lo que yo llamaría una convocatoria ciudadana opositora con una amplia gama de alianza que vayan desde los sectores más radicales del partido Libertad y Refundación, pasando por los partidos que conformaron la Alianza que incluye la gente de Nasralla, cruzando el Partido Liberal que lidera Luís Zelaya y avanzando hacia los sectores ciudadanos no partidarios que de algún modo están actualmente aglutinados en la Convergencia Contra el Continuismo.
RP. ¿Qué estrategias utilizar?
IM. Estrategias de ampliar la convocatoria de la ciudadanía, estrategia mediática para contrarrestar el peso de la dictadura, estrategias que tengan que ver con lo legal para la defensa de los Derechos Humanos y además para seguir impulsando la demanda de crímenes de lesa humanidad contra Juan Orlando Hernández, la estrategia internacional es fundamental para capitalizar sectores que identifiquen a Juan Orlando Hernández como un peligro no solamente para Honduras sino para la democracia en América Latina, y finalmente la estrategia de la calle, es decir las movilizaciones.
RP. ¿Cuál es su deseo en el 2018?
IM. Que haya una oposición ciudadana firme, pacífica, coherente con los intereses del país para que se recupere el Estado de Derecho y la democracia.
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