sábado, 20 de enero de 2018

Los parches que no resuelven



El asunto en Honduras es que muchas de las decisiones que se toman con implicaciones nacionales se hacen desde burbujas de poder muy bien confeccionadas. Vemos o escuchamos una comparecencia del actual presidente, y nos quedamos perplejos. Dice sin empacho que ganó las elecciones con la mayor de las limpiezas y que todos los demás que denunciamos un fraude estamos equivocados de remate.
De igual manera, al referirse al diálogo, a “su” diálogo, da por entendido que así se resuelven todos los conflictos. Ni por la imaginación se le ocurre que todo diálogo es positivo, pero que en su caso, “su” diálogo pasa a formar parte del problema, porque él, como presidente electo, es parte fundamental del problema. Y mientras persista en esta actitud, como nada puede suponer otra cosa, el diálogo no pasará de ser “su” diálogo, aunque obviamente se hablarán de muchas cosas sumamente interesantes e importantes para el país.

Son dos países. El de las fantasías, el imaginario, y el otro, el país en donde se concentran millones de personas desempleadas, y mucha juventud que grita y canta es pa fuera que vas. Estos dos países quedaron reflejados en las elecciones y sus resultados. Juan Orlando Hernández sigue convencido que ganó, y sigue hablando como si fueron unas elecciones transparentes. Y por otra parte, está el país que repudia el fraude, el país contra JOH. Es el país de la demanda de democracia y Estado de Derecho.

Ahora, cuando todo el piso se le mueve y cuando tiene el agua hasta el cuello, JOH recurre al viejo truco de un diálogo, como estratagema, y en esta ocasión, por el nivel de su inestabilidad, dice estar dispuesto a dialogar hasta con sus más “encarnizados adversarios”. Todo para lograr una legitimidad que ha perdido.

El diálogo actual es puro parche. Todo es parche mientras no se acepte que la tranca fundamental para la gobernanza del país se llama el gobierno del fraude. Será el gobierno con la más baja legitimidad en la historia política nacional. Solo se podrá sostener con la compra de conciencias y estómagos, es decir, será gobierno mercenario. Y a la par, solo se podrá sostener a punta de fusiles y miedos.

JOH perdió capacidad para generar consensos. Y parafraseando sus propias y filosóficas expresiones, un gobierno así dura lo que dura. Aquí no hay lugar para más parches. Aquí solo caben las transformaciones profundas, y para ello necesitamos un proyecto de gobierno que convoque y en donde converjan los diversos sectores de la sociedad en torno al rescate del Estado de Derecho y la Democracia. Un gobierno autoritario, sostenido con armas y representante de un único sector de poder, es lo más contrario a lo que Honduras necesita en este período de su historia.

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