martes, 22 de agosto de 2017

Radiografía social chilena "resucitada" 27 años después


Rebelión

Por Sergio Ferrari

Radiografía trágico-cómica del Chile post-dictatorial, La telenovela errante, filmada por Raúl Ruiz en 1990 y completada por Valeria Sarmiento en 2017, se estrenó en la competición internacional del 70 Locarno Festival. 
La película 121 del director chileno – que había conquistado el Leopardo de Oro en Locarno en 1969 con Tres Tristes Tigres- tiene tanto de valor cinematográfico como de milagro y resurrección. Y ve la luz del día casi seis años más tarde, día por día, de la muerte de su autor. 
Los materiales originales de la filmación que realizó Ruiz al regresar a Chile poco tiempo después del fin de la dictadura de Augusto Pinochet estaban desparramados por el mundo. Una parte en la misma Cineteca Nacional de Chile. Otra, en la universidad norteamericana de Duke, donde el director había enseñado. Y una copia del guión se encontraba en un armario de su antigua vivienda en París, a donde el cineasta había llegado exilado tras el Golpe Militar de septiembre de 1973. 
A iniciativa de los profesionales cinematográficos Chamila Rodríguez y Galut Alarcón, se realizó en los últimos meses la resurrección/montaje de la película, bajo la dirección de Valeria Sarmiento, realizadora, guionista, actriz y viuda del cineasta. En octubre próximo inaugurará la 24 edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia. 
Una semana, día por día 
En sketchs separados por capítulos que estructuran el filme de una semana, van sucediéndose velozmente pincelazos de la vida cotidiana local con el toque propio de la comicidad surrealista. 
Arranca con “La Gente nos mira” –tres personajes actuando en una telenovela- que mezcla una relación amorosa salpicada de reflexiones sobre la vida política chilena de ese momento. Y concluye con un sugestivo “Si te portas mal en esta vida, en la próxima vuelves como chileno” con facetas muy propias de la idiosincrasia del país sudamericano. Chile fértil país; El inglés en las zonas sensibles; Las cosas con “H”; Alma C.Ríos Guzmán y Más allá de las montañas completan la estructura de La Telenovela Errante describiendo desordenadamente ese “país maldito”, del cual hablaba Raúl Ruiz. Refiriéndose de esta forma a esa compleja etapa política de transición pos-dictatorial que aparece con tanto énfasis en ese entramado reconstruido cual un rompecabezas en esta producción “post-morten” del director trasandino. 
La historia como telenovela 
“Toda la realidad chilena es vista bajo el prisma de la telenovela que actúa como filtro revelador de esta misma realidad”, señalaba en los noventa el propio director para describir su obra en gestación. Esas reflexiones, retomadas hoy en el catálogo oficial del Locarno Festival, explican “que el filme se mueve en torno al concepto de telenovela. Su estructura reposa sobre la hipótesis que la realidad chilena no existe pero que consiste en un conjunto de telenovelas”. 
“Las imágenes - casi 4 horas de materiales fílmicos originales- se realizaron en 1990 en un taller pedagógico para actores y directores”, explica Valeria Sarmiento que colaboró regularmente con su marido y que realizó sus propias obras, entre ellas Amelia López O’Neill (1991) seleccionada en Berlín o Líneas de Wellington (2012), proyectada en Venecia. “El apoyo de fondos públicos para la cultura fue decisivo para concretar este proyecto”, enfatiza a este corresponsal. 
El material, finalmente reducido, editado y montado en su actual versión de 80 minutos, “implica una especie de resurrección de Raúl”, enfatiza Sarmiento. Quien subraya una enorme cantidad de elementos visionarios y premonitorios que integran el film, como imágenes de una telenovela turca anticipando lo que sería la actual realidad sureña con significativa presencia de ese tipo de productos. 
“Abundan también los elementos políticos, críticos”, completa Chamila Rodríquez, quien colaboró con Raúl Ruiz en diversas esferas durante una década y jugó un rol motor en este proyecto. “Regresando del exilio tenía una mirada sarcástica del Chile que encontró. Un país con las huellas visibles de esa tremenda dictadura, que había calado tan hondo en la sociedad y donde se respiraba una atmósfera extraña”, subraya. 
Locarno, un horizonte estimulante 
Prevista para concluirse recién en el 2018, el trabajo y los tiempos se aceleraron en los últimos meses para que pudiera ser presentada en este Festival, bajo el estímulo de la respuesta positiva que recibieron de Locarno a la primera versión todavía no concluida del film. “Un muy interesante festival internacional de Cine de autor, que no le teme a presentar obras que contienen un lenguaje extremo”, explica Valeria Sarmiento, sin olvidar la importancia que tuvo para su marido haber recibido el principal galardón locarnés en 1969. 
La presencia de La telenovela errante en esta 70 edición “es un regalo significativo para Locarno de parte de uno de los realizadores más importantes, no solo de Chile sino a nivel internacional, un verdadero maestro del surrealismo”, explica Carlo Chatrian, director del festival. 
Es un film que viene del pasado pero que habla del presente, reflexiona. Y que demuestra que Ruiz era un gran visionario, que veía anticipadamente cosas que luego se concretarían, concluye. 
La brutal dictadura 
Filmar en 1990 las escenas de La Telenovela Errante “fue un proyecto tan pedagógico como lúdico… que lo hicimos prácticamente sin un guión detalladamente definido”, recuerda Liliana García Sosa, una de las actrices que participan en la película. Aunque uruguaya de nacimiento, García Sosa ha realizado su brillante carrera artística tanto en Uruguay como en Chile. Esa espontaneidad en la actuación y en la dirección buscaba dar rienda suelta a “las capacidades propias de cada uno de los que participamos. Fuimos muy libres en nuestra interpretación. Reíamos y nos tomábamos el pelo entre nosotros”, recuerda. “Aprendimos y compartimos mucho en ese ejercicio con Raúl Ruiz”, agrega. 
García Sosa, reconocida también por su activa militancia cultural, asociativa y política en Sudamérica, actualiza en su recuerdo el propio compromiso político de Raúl Ruiz. “Trataba de entender esa transición que vivía Chile después de tantos años de horrorosa dictadura”. Nueva etapa, completa, que si bien se consideraba *democrática*, incorporaba en sí misma todo los corolarios, estigmas, funcionamientos, y comportamientos que impuso durante tantos años a la sociedad chilena ese régimen brutalmente represor, concluye.

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