sábado, 26 de agosto de 2017

A pesar de todo… amigos políticos


Rebelión

Por José Roberto Arze

Hace cinco, seis o siete décadas, muy pocos sabían que Karl Marx, el teórico creador del socialismo científico, escribió en 1858 (para la “New American Cyclopædia”, dirigida por Charles A. Dana) una breve biografía de Simón Bolívar, el Libertador de la América Española, texto que algunos lo consideran como libelo por la acrísima y hostil descripción de la personalidad histórica y política del personaje. Hoy casi nadie desconoce este hecho. Con esta pieza, Marx se ubica en la galería de detractores del Libertador. Pero para quienes la conocían y la conocen, antes y ahora, la interpretación y exégesis del texto ofrece no pocas dificultades. ¿Por qué? Intentemos responder brevemente (pues hemos dedicado a su estudio nuestro libro “Análisis crítico del ‘Bolívar’ de Marx”, publicado ya hace dos décadas).
La silueta de nuestro héroe que aparece en esta biografía es la de un “mantuano” (esto es un miembro de la aristocracia criolla venezolana), mezquino de sentimientos, ambicioso de poder, inepto en lo militar, difuso en lo teórico, tiránico en lo político, a quien circunstancias afortunadas lo encumbraron como jefe de la revolución de la independencia. Tales rasgos (se lo ha demostrado analítica y documentalmente) no corresponden a la verdad histórica. Bolívar fue más bien la figura más descollante de la guerra contra el colonialismo español, de personalidad multifacética pues se halla en él no sólo al conductor militar, sino al ideólogo político y revolucionario, al diplomático, al legislador, al reformador social, aunque a posteriorialgunos de sus hechos hayan sido desvirtuados y hasta traicionados por sus sucesores que, sí, hicieron lo que pudieron por mantener las líneas generales de la organización social de nuestro continente heredadas de la colonia. (Dejemos a salvo que seguramente los antibolivarianos baten palmas por qué un pensador como Marx haya metido leña contra el Libertador).

¿Por qué Marx dijo lo que dijo de Bolívar? Fundamentalmente, porque las fuentes históricas que llegaron a sus manos eran las de enemigos del Libertador, que para satisfacer la demanda de información existente en Europa y los Estados Unidos, recogieron cuantas falsedades y chismes divulgaron los realistas y los engarzaron en pretendidas memorias. El más importante de ellos fue H.L.V. Doucodray-Holstein, que publicó sus sedicentes memorias cuando todavía vivía el Libertador. Otro fue, Georges Hippisley. Y el general William Miller, mucho menos insustancial, pero también portador de fuertes resentimientos contra Bolívar. Con tales fuentes era casi imposible formar un retrato que fuera diferente al hecho por Marx.

Pero una cosa que asombra es que los marxistas se hayan alineado en posiciones contrapuestas. Unos repiten dogmáticamente lo que dijo Marx (por ejemplo, Miroshevski y hasta el mismo Aníbal Ponce), otros (y estos otros son muchos: Mariátegui, José Antonio Arze, Fidel Castro, el Che Guevara y todo el grupo de historiadores soviéticos y rusos que desde la década del 50 vinieron rectificando las apreciaciones de Marx) más bien rectifican a Marx y reconocen en Bolívar al luchador consecuente y victorioso por la libertad, por la transformación del orden político y social y contra el colonialismo (ya sea hispánico, norteamericano o de cualquier factura).

Marx se equivocó en el retrato de Bolívar; pero el marxismo y el bolivarianismo convergen en ideales y doctrina. La doctrina de Marx y la de Bolívar postulan tres cosas esenciales: la libertad humana, la independencia de los pueblos de toda forma de sumisión colonial o imperialista, la igualdad como principio de convivencia humana.

Bolívar, hombre de su tiempo, creyó que estos postulados eran los que habían enseñado las grandes revoluciones de Inglaterra, Estados Unidos y Francia, encarnados en el liberalismo de avanzada de su tiempo; que el deber de todo estado era proteger la libertad, la propiedad, la seguridad y la igualdad. Marx advertía que estas proclamas habían sido desvirtuadas por el orden capitalista y que había que hacer una nueva revolución encaminada a convertir la riqueza (especialmente los medios de producción) en propiedad social, sobre la base de una altísima productividad económica. Pero ambos sabían que para lograr sus ideales eran los pueblos mismos que debían luchar por ellos, aspirando a grandes comunidades integradoras de los estados.

El bolivarianismo –que puede considerarse como el fundamento doctrinal de la revolución latinoamericana de nuestro tiempo– fue reivindicado y remozado por Hugo Chávez y la revolución venezolana principalmente, en clara convergencia con las corrientes del socialismo contemporáneo. En esto, lo que hizo fue encarrilarse en la tradición libertadora continental de los grandes luchadores de nuestra América que sucedieron al Libertador: Martí, Sandino, Castro, Guevara y muchos otros.

A pesar del equívoco de Marx al juzgar a Bolívar, se puede descubrir una convergencia en sus postulados político-sociales, una amistad política, ideológica, post mortem, que nadie podrá destruir, a pesar de los reveses coyunturales que ha sufrido la revolución en el mundo y en América…

José Roberto Arze, Historiador y bibliógrafo boliviano.

(Publicado en la edición boliviana de Correo del Alba No. 64, junio-julio de 2017)

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