miércoles, 30 de agosto de 2017

Para hablar de dictaduras está prohibido olvidar


Rebelión

Por Pablo M. Medina J. *

Durante todo el Siglo XX hubo regímenes dictatoriales en la región, con características varias: respondían a una etapa agitada en los países (crisis económicas, sociales, políticas), muchas de ellas creadas por fuerzas internas o externas, obtenían el apoyo logístico y material de cierto vecino norteño, con el objetivo único de conservar cierto "orden social" que garantizara y ampliara sus beneficios económicos. Las clases dominantes de los países de América Latina organizaron, promovieron golpes de estado llevados a cabo casi siempre por fuerzas militares, estableciendo posteriormente dictaduras, en franca ruptura y opresión de la voluntad popular. Muertos, desaparecidos, encarcelados, torturados: se perseguía de manera flagrante a quien se manifestara en contra del régimen instalado, violando sistemáticamente toda clase de derecho a la ciudadanía. Garantizada la supresión de toda clase de derecho fundamental: libertad de expresión, de reunión y asociación, de manifestación, culto, prensa, el derecho a la vida y a la integridad de la persona. 
Ejemplos sobran. Sólo con el de Trujillo sería más que suficiente para ilustrar lo mencionado, sin embargo, puesto que estamos en un ejercicio de hacer memoria, aquí vamos. Trujillo en República Dominicana, Batista en Cuba, Somoza en Nicaragua, Videla en Argentina, Stroessner en Paraguay, Ríos Montt en Guatemala, Noriega en Panamá, Pinochet en Chile, los Duvalier en Haití, Pinilla en Colombia, Banzer en Bolivia, Pérez Jiménez en Venezuela… En todos estos regímenes reinó la forma autoritaria con que se impusieron leyes, con que se violaron sistemáticamente los derechos humanos, en el uso constante de la fuerza. La oligarquía, la iglesia católica y los del norte, cómplices y actores. 
No olvidemos además, para los que insisten en actuales "petrodictaduras" en algún país latinoamericano, que es en ese país donde más procesos electorales se han realizado en un período de casi 20 años, desde referendos hasta elecciones parlamentarias y presidenciales. 
Si la oposición (oligarca dueña de los medios de comunicación) gana entonces todo marcha excelente y la prensa nacional e internacional se vuelca en elogios para estos ganadores; si gana el voto popular apoyando al gobierno, entonces es una dictadura. Recordemos que el mismo Consejo Nacional Electoral, ente que rige el poder electoral) que confirmó cierto triunfo asambleísta en diciembre de 2015 es el que hoy es desconocido por la oposición en el proceso de hace una semana y escasos días… proceso además certificado y avalado por enésima vez como un proceso con uno de los sistemas de votación más fiables y blindados de todo el mundo, certificado además por misiones de observación internacionales, que allí concurren, una y otra vez, durante casi 20 procesos electorales desde que hubo un cambio de mando hace casi dos décadas. 
No olvidemos tampoco que el actual mandatario es el presidente elegido constitucionalmente, dando cuenta una vez más del proceso democrático allí instalado y que se quiere quebrantar. Debe respetarse el derecho a la autodeterminación de los pueblos, su soberanía, y su integridad territorial y que bajo ninguna circunstancia se repita lo ocurrido en República Dominicana en 1965, en Granada en 1982, en Guatemala en 1954, en Haití, Cuba, Puerto Rico, Panamá. No. 
No nos contentemos con repetir lo que los medios de comunicación oligárquicos nos imponen, sin un mínimo de razonamiento y sin ir más allá. Lo impuesto por unos cuantos sin tomar en cuenta la voluntad del colectivo, eso sí es dictadura. 
Pablo M. Medina J. Especialista en Relaciones Internacionales. 

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