sábado, 12 de agosto de 2017

Generaciones vencidas


Rebelión

Por Ilka Oliva Corado

América Latina, con sus multicolores, su fecundidad, sus Pueblos Originarios y sus mártires, es una tierra de contradicciones, entre éstas las generaciones vencidas; acomodadas en la sombra del descaro, el oportunismo y la indolencia. Generaciones que se niegan a una identidad propia y que pisotean todo rastro de memoria y dignidad. 
Generaciones ineptas, adormecidas, incapaces de valerse por sí mismas. Incapaces de atreverse a crear, a cuestionar, a formular un análisis propio, que se acostumbraron a copiar y pegar; a esconderse atrás de las palabras y acciones de otras personas porque hacerlo no exige responsabilidad alguna por los actos propios. Son pues, las marionetas con las que se burla un sistema de dominación, que cada vez se cimienta más sobre la raíz inerte de los que olvidan con facilidad, porque viven flotando en una burbuja de indolencia e individualismo. 
Incapaces de evidenciar y transformar políticamente el tiempo en el que les ha tocado vivir, estas generaciones se convierten en los escalones sólidos por donde trepan las clicas criminales que nos gobiernan. 
Para no tomar compromiso se hamaquean en frases que repiten con fervor profundo de mojigatos en procesión de Semana Santa y, recitan pretextos con la seriedad de los cobardes. Generaciones que hacen de la poesía el peor de los ultrajes. Porque fácil es pretender no entender, carecer de conocimiento, jugar a ignorar; porque fácil es vivir de las explotación de otros. 
Porque pensar por sí mismo es toda una revolución, porque expresar el pensamiento propio es una afrenta al sistema, porque analizar no es lo mismo que copiar y pegar; porque cuestionar lo que es injusto requiere sangre en las venas, porque actuar contra el abuso no es cosa de pusilánimes. Porque se pone en juego la comodidad, los favores, los contactos y los beneficios obtenidos del silencio y el encubrimiento. De la deslealtad. 
Una América Latina fragmentada y mancillada por generaciones de apocados que se dejaron marcar el camino, que fueron incapaces de explorar, que se dejaron enclaustrar en un mundo de apariencias, corrupción, sobornos, abuso, asalto y consumismo. Generaciones que se negaron a sí mismas la oportunidad de diferir y la responsabilidad de objetar. Que se dejan arrastrar por una corriente de aguas negras que las deja pestilentes a sumisión. 
Tan vencidas que son incapaces de reconocer y por el contrario mancillan la memoria de tantos que a lo largo de la historia les arrancaron la vida como pago por el sueño de una tierra libre y fecunda. Tan vencidas que prefieren aparentar no ver, porque observar obliga a cuestionar, a denunciar y a exigir. Tan vencidas que han tenido la capacidad de agachar la mirada o voltear a otro lado: cuando el abusador golpea, asesina y desaparece a quienes con agallas y amor han levantado la voz por los oprimidos. 
Generaciones que jamás hicieron un intento por recuperar su identidad, su dignidad y su libertad. Que están tan vencidas que seguirán recibiendo migajas y creyendo todo lo que les digan quienes fabrican el sistema de dominio actual, es la verdad absoluta y la aprenderán como un hábito y un patrón que seguirán pasando a las siguientes generaciones. Haciendo de América Latina la tierra perfecta para la mancilla y la desmemoria. Mientras son cómplices y responsables de la opresión a sus pueblos, estas generaciones ignoran o pretenden ignorar que ellas también fueron mutiladas y que han perdido mucho más, porque sin dignidad la vida es un bagazo.
¿Son recuperables estas generaciones? Sí. Pero, es apostarle al delirio y se necesitan agallas de locos soñadores para recuperar la semilla y que germine. 
En la locura no cabe la idea de que una golondrina no hace verano. En la resistencia habita el verde esperanza. 
Ilka Oliva Corado. @ilkaolivacorado contacto@cronicasdeunainquilina.com


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