sábado, 12 de agosto de 2017
Madre: Ni Sumisa Ni Devota
Hablar de celebración en un país como Honduras, donde la realidad obliga a la gente a vivir diariamente en medio de la violencia, el miedo y la miseria, es contradictorio. Aún más cuando hablamos de celebrar a las mamás, siendo las mujeres el blanco de esta dura realidad.
El calendario marca cada segundo domingo de mayo la celebración del día de las madres. El comercio nos atiborra de publicidad para manifestar y medir el amor ese día, aunque el resto del año sean invisibles para nosotros.
“A las mujeres se nos tiene que valorar en todo el sentido de ser las dadoras de vida”, dice la profesora Ibis Cruz, una madre que enviudó producto de las desapariciones forzosas que se dieron en Honduras en la década de los ochenta.
Esta docente nos contó cómo le tocó criar a su hija sola, labor que desempeñan miles de hondureñas como resultado de la paternidad irresponsable o la migración de su compañero de hogar en busca de oportunidades en otros países, especialmente Estados Unidos.
A pesar de los problemas que supuso perder a su esposo cuando su hija apenas tenía un año, la profesora Ibis Cruz confiesa que se siente contenta con las tres etapas de su vida: madre, educadora y amiga.
Historia de la celebración
Revisando la historia nos encontramos que la celebración del día de las madres se remonta a Grecia, a las actividades en honor a la Diosa Rea, madre de Júpiter, Neptuno y Plutón. En Honduras la fecha se conmemora por Decreto Ejecutivo desde el año 1927 con el objetivo de estimular el sentimiento moralizador que en ese momento estaban dando las mujeres.
El tiempo pasa y la cultura machista nos ha enseñado que el valor de una mujer aumenta cuando con dolor pare a sus hijos e hijas. Para Suyapa Martínez del Centro de Estudios de la Mujer CEMH-H esta cultura nos educa para aceptar la maternidad como una función que da sentido a la vida de la mujer y no valora a las mujeres como personas humanas. Se cree que ser madre es ser sumisa y abnegada.
“No solo se trata de celebrar, porque se ha convertido en un día comercial. Desde las organizaciones de mujeres siempre estamos denunciando la sobrecarga de trabajo que enfrentan las mujeres en sus propios hogares. Ellas son las que están con el cuido de los hijos y ancianos, y ese trabajo no se les reconoce, no está valorizado, no aparece en el Producto Interno Bruto (PIB) del país, a pesar que sus esfuerzos son parte de la economía del cuido”, dijo Martínez.
Zoila Osegura, es una lideresa nata. Quien la conoce sabe perfectamente de sus capacidades y su compromiso en la lucha organizada. Ella es parte de la Asociación Intermunicipal de Desarrollo y Vigilancia Social de Honduras, AIDEVISH una organización que busca las respuestas de las autoridades de los municipios de El Progreso y El Negrito para reducir la vulnerabilidad ambiental y la protección de la soberanía y los bienes naturales.
Zoila además de acompañar estas acciones de reivindicación comunitaria, es madre de 6 hijos de los cuales 4 son adultos y ya no viven con ella. Sabe que debido a sus múltiples actividades no ha tenido todo el tiempo del mundo para compartir con ellos, pero está claramente consciente que precisamente su lucha es para buscar su bienestar.
“Siempre les digo a mis hijos e hijas el valor de la organización, lo importante de buscar acciones que mejoren nuestras comunidades y por supuesto que responsabilicen y comprometan a las autoridades en cada acción que hagan. Yo amo a mis hijos, por eso intento cultivar la esperanza de que con nuestro trabajo las cosas pueden cambiar en Honduras”, dice Zoila, a quien los ojos se los ponen brillosos al hablar de sus retoños.
Al preguntarle cuál sería el mejor regalo en esta celebración, una sonrisa se aparece en su rostro y dice: “estar con todos mis hijos. Cuatro de ellos están fuera del país, el pensar que ellos pudieran estar acá me llena de tristeza. Pero ese día lo pasaré con mi madre, mis otros dos hijos y hermanos”, dice Zoila.
Al igual que Zoila, Eva Sánchez es una mujer organizada, madre de 4 hijos. Desde muy joven comenzó procesos organizativos en la iglesia y la comunidad. “Con mis dos primeras hijas poco disfruté la maternidad porque me tocaba andar organizando a comunidades. Recuerdo que en mi primer embarazo iba semanalmente al municipio de Yamaranguila, Intibucá, no habían buses, entonces caminaba 9 horas diarias, siempre dije que todas esas historias vividas en ese trayecto las iba a compartir con ella”, dice con nostalgia Eva.
Esta mujer forma parte de la organización intibucana Las Hormigas, un espacio que denuncia las violencias que las mujeres viven en la ciudad de La Esperanza en el departamento de Intibucá. Eva con sus dos últimos hijos está disfrutando la maternidad, se organiza con su compañero para poder atender y brindar amor a sus pequeños por igual, sabiendo que hay que continuar trabajando por mejorar las cosas en este país.
El ejemplo de estas mujeres representa a muchas otras que desde muy temprano se levantan a trabajar en las ventas informales, están organizando comunidades, redactando notas, educando a niños y niñas, atendiendo en centros asistenciales y hospitales, llevando casos ante los juzgados, vendiendo placer, entre muchas actividades más. Ser madres es únicamente una de las facetas que las mujeres pueden desempeñar, pero no las convierte en sumisas ni abnegadas, son mujeres sujetas de derechos, que cada día buscan trabajar para que las cosas mejoren en Honduras.
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