miércoles, 23 de agosto de 2017

“Eduardo Galeano fue en buena medida toda la América Latina que circuló por la revista Crisis”



Por Mario Casasús

En entrevista digital desde Buenos Aires, Fabián Kovacic (1966), autor del libro Galeano. Apuntes para una biografía (2015), confiesa: “No pude acceder a su casa, ni a él, ni a su familia. No me lo permitió el propio Galeano. Le escuché decir que tenía una biblioteca en la que atesoraba libros que iba trayendo de sus viajes, que le enviaban y le obsequiaban”. A pesar de las dificultades, Kovacic logró reconstruir la biografía intelectual del periodista, editor y narrador uruguayo, entre su genealogía literaria destacan Onetti, Rulfo, Asturias y Carpentier, los cuatro precursores del boom publicaron en el semanario Marcha, y mantenían una correspondencia con Galeano, según su biógrafo: “No tuve en mis manos ni leí completas esas cartas, pero me consta que existen, claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti echado en su cama madrileña dialogando con Galeano”.
El corresponsal del semanario Brecha y catedrático de la Universidad de Buenos Aires comparte, con los lectores del Clarín de Chile, un anhelo y futuro proyecto: “Me gustaría volver a escribir ese libro con los nuevos testimonios que pude lograr una vez que Galeano falleció. Yo estoy convencido que si hubiera leído mi libro, se hubiera sentado a charlar conmigo. Quizá para corregirme, quizá para sorprenderse de algunas ideas sobre él. Sé que con los nuevos datos escribiría un nuevo libro, pero no uno que incorporara como rompecabezas los detalles faltantes. Sería un libro donde hubiera procesado todos esos datos nuevos para dar un nuevo contexto a mi trabajo y probablemente a su biografía”. Mientras tanto, la primera versión del libro circula en Latinoamérica con el sello de Ediciones B.

MC.- Fabián, tu primera entrevista con Eduardo Galeano data de 1992, ¿cuándo decides comenzar a escribir estos apuntes biográficos?

FK.- En realidad entrevisté a Galeano porque mi interés era la revista Crisis, que él fundó y dirigió en Buenos Aires entre 1973 y 1976. No estaba en mis planes una biografía. Sucede queCrisis es tan hija de Galeano que es imposible no vincularlos. Es como la impronta que él mismo dejó en las revistas Marcha (1939-1974) y Brecha (1985- ). Y Galeano fue en buena medida toda esa América Latina que circuló por Crisis entonces. La idea de la biografía surgió cuando fui convocado por Rogelio García Lupo y Silvia Itkin de Ediciones B para escribirla. Me pareció un hermoso desafío porque sería volver a recorrer con más profundidad los años de Crisis, además de los previos y los siguientes.

MC.- ¿Te sorprendió descubrir que el primer trabajo periodístico de Galeano era dibujar en “El Sol”?, ¿qué tan importante fueron los dibujos para el futuro narrador?

FK.- Sí, me sorprendió descubrir su familiaridad para el dibujo. El mismo me confesó que antes de la palabra fue el dibujo, en su vida. Era importante porque así se expresaba antes de poder escribir con naturalidad. Los dibujos pergeñados en la sede del Partido Socialista, sobre la calle Soriano en el centro de Montevideo, nacían entre charlas de domingo con el joven Raúl Sendic y el viejo fundador Emilio Frugoni, y antes que Galeano de apenas catorce años se fuera al cine con Frugoni a ver las películas italianas en las que actuaba Sofía Loren.

MC.- ¿Qué representan el semanario “Marcha” en general y Carlos Quijano en particular para la biografía de Galeano?

FK.- Marcha y Quijano son un buena parte del Galeano que todos conocimos. Marcha fue no solamente una revista de actualidad, sino una publicación que convocaba a los jóvenes a mirar con otros ojos los cambios que se avecinaban en el mundo. Esa idea del Tercerismo, ni con la Unión Soviética, ni con China, estuvo siempre muy presente en las páginas de Marchaentre las décadas de 1950 y 1970 por ejemplo. Quijano creía en esa dimensión truncada, por ahora, del socialismo latinoamericano. Y esa impronta siempre generó roces en la redacción de Marcha. Pero en ese clima fue forjándose el Galeano periodista, editor y escritor. 
MC.- Galeano debutó como secretario de redacción en “Marcha”, después dirigió otras publicaciones, ¿qué aprendizajes aplicó para su futuro papel de editor?, ¿cómo describirías su trabajo en “Crisis”?

FK.- Ernesto González Bermejo y Jorge Benigno Rivera, dos de los escrupulosos periodistas con los que trabajó Galeano en Marcha, Crisis y luego en Brecha, me confesaron con precisión: nunca vi a un tipo observar un tema y de entrada saber cómo había que tratarlo periodísticamente; cuánto espacio otorgarle y cómo distribuir el texto entre notas, recuadros, entrevistas y perfiles de los personajes que habitaban ese tema. Con sólo ver el tema ya tenía en claro cómo convertirlo en texto periodístico.

En ese sentido hay que admitir que hijo de Marcha fue el diario Época, también dirigido por Galeano entre 1964 y 1967, aproximadamente. Era un diario que representaba las voces de la izquierda uruguaya pero que incluía entrevistas con Jorge Luis Borges, por ejemplo. Y era convertir la gimnasia semanal de Marcha, en un ejercicio diario con Época, bajo la misma matriz periodística e ideológica. Eso le dio entrenamiento y contactos para trabajar. Además de viajes. No olvidemos que con 23 años viajó a China y publicó el libro China 1964, una joya periodística a mi criterio, porque busca fuentes sobre el terreno y no se casa con los chinos revolucionarios simplemente porque sí. De modo que llegó a Crisis con dos libros monumentales: China 1964 y Las venas abiertas de América Latina (1970), además de otros libros literarios y periodísticos. Eso ya le dio una capacidad de manejo de temas y de redacciones, infernal. 
MC.- Censuraron a Galeano en la revista “Che” por apoyar una huelga ferroviaria, y vivió el exilio por las amenazas contra “Crisis”, ¿padeció otros gajes del oficio en Latinoamérica?

FK.- No hay que olvidar que la entrevista con los guerrilleros guatemaltecos en 1966 casi le cuesta la vida cuando busca entrevistar al líder de los insurrectos en la montaña, César Montes. Guatemala, clave de Latinoamérica (1967) es el libro editado en diciembre de 1967 donde aparecen claras las peripecias que tuvo que sortear Galeano para llegar a los guerrilleros.

Su viaje a Venezuela en 1969 cuando casi pierde la vida a causa del mosquito del dengue entre los mineros y la fiebre del oro. Lo rescatan de milagro y lo llevan a la ciudad donde logran hidratarlo en el hospital y evitan su muerte. 
MC.- Entre los países de Latinoamérica que conoció Galeano te enfocas en Argentina y Cuba, ¿cuándo viajó por primera vez a México?

FK.- No podría precisar el primer viaje de Galeano a México. Tampoco la cantidad de viajes que hizo a México. Sé que se sentía a gusto allí y que apreciaba mucho a Juan Rulfo. Sé la anécdota sobre que los tres maestros que tuvo Galeano fueron: Juan Rulfo, Juan Rulfo y Juan Rulfo. Mi hipótesis sigue apuntando a Juan Carlos Onetti como su maestro literario y Carlos Quijano su maestro periodístico. Sencillamente porque los conoció antes que a Rulfo y porque él mismo insistió en la importancia de los encuentros con Onetti en la buhardilla de Marcha, en la ciudad vieja de Montevideo.

MC.- Carlos Quijano vivió exiliado en el Distrito Federal, en tu libro leí que el poeta Carlos Pellicer publicó en “Marcha”, encontré muchas referencias mexicanas en tus apuntes biográficos, ¿qué significó México para Galeano?

FK.- México era un lugar amable para Galeano tanto como para todos los hombres y mujeres de su generación. Allí se respiraba cultura latinoamericana, ansias revolucionarias por lo que ya había ocurrido en el territorio de Pancho Villa y Emiliano Zapata; estaba cerca de los movimientos revolucionarios de América Central y más cerca de Cuba. No en vano Carlos Quijano se fue a México exiliado. Pero no puedo decir mucho más, con el debido fundamento. 
MC.- En la página 156, afirmas que Onetti era el maestro literario de Galeano y mencionas tres influencias para complementar la lista: Rulfo, Asturias y Carpentier, ¿los tres publicaron en “Marcha”?, ¿conoces cartas de los cuatro precursores del boom dirigidas a Galeano?

FK.- No tuve en mis manos ni leí completas esas cartas, pero me consta que existen, claro. Recuerdo las anécdotas de Onetti echado en su cama madrileña dialogando con Galeano. Para Galeano, Asturias fue una suerte de iniciador del realismo mágico latinoamericano, junto a Carpentier a quien admiraba por su profundo conocimiento y entrañable conocimiento de la vida y la cultura del Caribe. Ahora mismo se me hizo una laguna y no podría nombrarte una fecha y ejemplar exacto en el que escribieran esos tres grandes. Onetti fue parte de Marcha en su primera etapa, y publicaba bajo el seudónimo de Periquito el Aguador. 
MC.- El editor Galeano publicó la última entrevista a Neruda en agosto de 1973, ¿conservas las fotocopias, o ejemplares originales, de “Marcha” y “Crisis”?

FK.- La colección completa de Marcha está online y conservo la primera época completa de Crisis con Neruda incluido, sí. 
MC.- ¿Sabes cuál era su mayor orgullo periodístico?, ¿cuál consideraba su mejor libro?

FK.- No sé cuál consideraba su mejor libro. Sé que Las venas abiertas de América Latina, lo cansó como producto marketinero. Pero no renegó de él. Nunca escuché que hablara de sus orgullos periodísticos. No lo imagino tampoco mencionando uno u otro en particular. 
MC.- Al escribir estos apuntes biográficos, ¿preparaste una cronología?, necesito saber dónde estaba Galeano en mayo de 1978.

FK.- En mayo de 1978 Galeano ya estaba exiliado en España en Calella de la Costa, a pocos kilómetros de Barcelona. Eran los meses en que estaba a fondo escribiendo y terminando sus Días y noches de amor y de guerra (1978), una suerte de biografía de su paso por Argentina y los años de su infancia uruguaya. 
MC.- ¿Consultaste la biblioteca personal de Galeano?, ¿tenía su propia hemeroteca?

FK.- No pude acceder a su casa, ni a él, ni a su familia. No me lo permitió el propio Galeano. Le escuché decir que tenía una biblioteca en la que atesoraba libros que iba trayendo de sus viajes, que le enviaban y le obsequiaban. No podría confirmarte si tenía hemeroteca. 
MC.- Finalmente, acaba de salir el libro: “Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso” (2017), ¿te gustaría reeditar tus apuntes biográficos con las nuevas lecturas y los hallazgos?

FK.- Me gustaría volver a escribir ese libro con los nuevos testimonios que pude lograr una vez que Galeano falleció. Yo estoy convencido que si hubiera leído mi libro, se hubiera sentado a charlar conmigo. Quizá para corregirme, quizá para sorprenderse de algunas ideas sobre él. Sé que con los nuevos datos escribiría un nuevo libro, pero no uno que incorporara como rompecabezas los detalles faltantes. Sería un libro donde hubiera procesado todos esos datos nuevos para dar un nuevo contexto a mi trabajo y probablemente a su biografía.

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