lunes, 27 de febrero de 2017

Por los presos políticos en Estados Unidos


Por Manuel E. Yepe

Samantha Power, Embajadora de Estados Unidos en Naciones Unidas, anunció el lanzamiento de la campaña “FreeToBeHome” (libres para estar en casa), promovida por el Departamento de Estado de su país con la hipócrita pretensión de destacar los casos de presos injustamente alejados de sus familias en todo el mundo.
Si Power creyera en su propia retórica, tendría que emplazar al Gobierno estadounidense a liberar a los prisioneros políticos en cárceles de su país, muchos de los cuales lo están hace mucho tiempo por motivos muy injustos, dijo a Telesur Gerardo Hernández, uno de los cinco jóvenes cubanos que, al llamado de su patria, se infiltraron en las filas de las mafias que operan contra Cuba desde Miami financiados por Washington, para monitorear sus planes terroristas y denunciarlos al gobierno de Estados Unidos con pruebas irrefutables; al hacerlo resultaron ellos mismos arrestados y mantenidos 15 años como prisioneros políticos.
El líder del movimiento independentista puertorriqueño Oscar López Rivera es el preso político de más prolongado encierro en la historia de Estados Unidos. Actualmente cumple 35 años en prisión por cargos relacionados con sus actividades independentistas, en lucha por convertir a Puerto Rico en un estado independiente.
La ciudadana estadounidense (por su herencia puertorriqueña) Ana Belén Montes fue acusada de espionaje a favor del gobierno cubano. Al ser detenida en Nueva York, dos semanas después del 11 de septiembre de 2001, trabajaba en el Departamento de Defensa como especialista en Cuba y fue miembro clave en un equipo de la inteligencia de su país que dictaminó que la nación caribeña no constituía peligro alguno para Estados Unidos. Para evitar la pena de muerte, Belén Montes se declaró culpable ante el Tribunal de la acusación “porque obedecí a mi conciencia en lugar de a la ley… Me sentí moralmente obligada a ayudar a Cuba a defenderse de nuestros esfuerzos por imponerle nuestros valores y nuestro sistema político.”
Educado en Harvard, Simón Trinidad, también conocido como Ricardo Palmera, fungió como Ministro de Exteriores de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Durante un viaje de trabajo a Ecuador en 2004 para reunirse con representantes de la ONU, fue detenido y deportado a Colombia, donde Álvaro Uribe, ex presidente del país, conspiró con funcionarios de Washington para crear un falso pretexto para deportarlo a los Estados Unidos. Desde 2005 en que fue deportado, Trinidad ha pasado 11 años en completo aislamiento en una cárcel "supermax" de Estados Unidos, una violación explícita de la Convención de las Naciones Unidas contra la tortura.
Leonard Peltier, el preso político más antiguo de los Estados Unidos, fue figura destacada del movimiento indo norteamericano en la década de 1970. En 1977, fue acusado y condenado por el asesinato de dos agentes del FBI en un proceso que Amnistía Internacional ha calificado de injusto porque no había testigos ni pruebas de balística que ataran a Peltier con los asesinatos, como se probó posteriormente. A los 71 años de edad, diabético y con un aneurisma masivo, se teme que, sin un indulto presidencial, muera en la cárcel.
Mumia Abu-Jamal, periodista y ex pantera negra es quizás el mejor conocido preso político en los Estados Unidos. Condenado a muerte en 1982 por el presunto asesinato de un oficial de policía de Filadelfia, en un proceso calificado de "parodia de justicia" por los defensores de las libertades civiles y los derechos humanos, pasó casi 30 años en el corredor de la muerte hasta que en 2011 fue conmutada su sentencia por otra de cadena perpetua luego que un tribunal de apelación dictaminó que el juicio y la sentencia habían sido contaminados por el racismo. A través de sus escritos desde la prisión y su difusión en programas alternativos de radio, Abu-Jamal se ha mantenido como la voz disidente clave que informa sobre el complejo industrial de prisiones y la institucionalización de la supremacía blanca.
Durante los 14 años en que Washington ha operado un centro de tortura de prisioneros en la Base Naval que ilegalmente ocupa en la bahía cubana de Guantánamo, 800 personas, sin cargos ni juicio, han sido allí recluidas y torturadas en violación de las leyes de Estados Unidos y el derecho internacional. Pese a la promesa del Presidente Obama de cerrar este "vergonzoso episodio en la historia de su país", 49 presos políticos siguen allí encarcelados, sin cargos ni juicio. El propio gobierno de Estados Unidos ha declarado que veinte de estas personas son totalmente inocentes de cualquier delito y no representan amenaza para Estados Unidos.
Es tiempo ya que la Humanidad exija a la única superpotencia mundial, que tanto manipula el tema de los derechos humanos, responsabilidad por el maltrato de sus propios prisioneros políticos.

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