jueves, 16 de febrero de 2017

¿De regreso al Real Patronato? Laicidad amenazada y política, aquí y allá



Por Rodolfo Pastor Fasquelle *

Honduras es un desastre, desde hace rato. Empeoró después del golpe de 2009, apoyado por la casi totalidad de los clérigos y de la clase política. Pero no hay que echarle la culpa a los númenes, ni a sus feligreses inocentes. Ni hay que buscar en la religión la solución política. 

Cómo me agrada el Papa Francisco cuando declara que el Estado ha de ser laico. El Estado es laico para reconocer la diversidad de sentimientos religiosos y establecer por ley la tolerancia entre nosotros. No se trata solamente de protestantes y católicos como a menudo plantean. Muchos hemos dejado de ser cualquiera de esas cosas, y en San Pedro hay sinagoga y mezquita. En un Estado Laico nadie se mete con la religiosidad de la gente, en público. Igual derecho ciudadano han de tener el ateo que el místico.

Desde distintas perspectivas enfatizamos aspectos diferentes del mismo fenómeno. A los clérigos les concierne fundamentalmente lo normativo, determinar como debiera ser, igual que a muchos filósofos y abogados. Y casi siempre la norma es precisa. A los historiadores (entre otros oficios académicos de investigación) más bien nos interesa entender lo que está ahí, casi siempre ambiguo y relativo. 

Ellos declaran que por ejemplo el Estado hondureño es laico según la constitución, y reclaman. Mientras que nosotros recordamos que esa laicidad es relativa novedad, porque hasta la Independencia, el Rey nombraba a los Obispos en lo que se llamó el Real Patronato. Y el Estado laico surgió del proceso de construcción de un Estado nacional. Observamos que aun después, los funcionarios públicos convencionalmente han participado de la vida religiosa por razones semejantes (de mutua legitimación) a las de los antiguos, que en los cultos y las misas los religiosos les hablan a los gobernantes directamente y acerca de sus funciones públicas, casi siempre para su complacencia. 

Registramos que ese comportamiento es público porque es ampliamente aceptado. Y que últimamente, a medida que se diversifica la denominación de la ciudadanía, los políticos también se vuelven más ambivalentes. De modo que los últimos gobernantes alternan con fundamentalistas y con católicos sin apologías, y comulgan o se entregan al transe del evangélico sin contradicción. No se podía hacer eso hace un siglo cuando no existían estas iglesias que hoy abundan.

Debe ser cristiana esta iglesia novel, no porque lo anuncie su profeta ni porque lo confiese su título, sino porque es casi imposible imaginarse una iglesia que no lo fuera en esta región. Pero confesará un cristianismo particular, porque ni en la tradición ni en la escritura del cristianismo se avisa de una segunda encarnación. (Cristo se supone que regresa, sí, pero ya como Salvador dotado de todo el poder. Y a un tal nuevo avatar no le habría hecho falta un vuelo de una aéreo línea comercial para visitarnos.) Pero sin duda, la noticia más importante en Honduras, en Febrero de 2017, fue el arribo posiblemente del Dios vivo, el sr Naason Joaquín García, quien también recibe título de Columna de la Verdad, al aeropuerto de La Mesa en San Pedro Sula, rodeado por miles de los seguidores en la vecindad, de su Iglesia, llamada Luz de Mundo, que tiene su sede mundial en Guadalajara, pero con templos y organizaciones en una decena de países del área. 

Antes ha pasado muchas veces. Muchos de estos pastores internacionales han venido al país, cada vez más desde que comenzaron los regímenes sucesorios del golpe de Estado… en sus jets privados. A predicar -dicen- en los estadios, en los que supuestamente han ejecutado milagros no bien escrutados y recolectado pequeñas fortunas que se llevan consigo del país sin obligación de pagar impuestos, ni siquiera porque sean de exportación. No estoy seguro si hay más en San Pedro que por ejemplo en la capital. La gobernadora política de Pepe Lobo y la corporación municipal de San Pedro Sula alguna vez recibieron a un fantoche de estos muy famosos, que celebró su culto masivo en el Estadio Olímpico, y según se publicó, curó a muchos, aunque al parecer no pudo curarle el cáncer a un poderosísimo magnate que murió unos meses después. 

Pero los fundamentalistas que se quieren apropiar con exclusividad el calificativo, dicen que JOH es el primer presidente cristiano. Los anteriores ¿eran paganos? No sé en qué se fundamenta o si conserva el novel ministerio de culto que estableció Mel, para acomodarse, pero entiendo que Virgilio Paredes le sirve de coordinador con las iglesias que han sido prominentes en su gobierno. Ha conservado su concordato con el Cardenal, pero también ha nombrado a numerosos y notorios clérigos protestantes en puestos como La Comisión Depuradora de la Policía, y ha apoyado, incluso con recursos públicos, campañas de su proselitismo que ya no se sabe si es político o religioso.

Diario Tiempo, el único que leo ya, ocasionalmente, publicó el 4 de Febrero una fotografía en donde se le aprecia a este Dios vivo saliendo del aeropuerto La Mesa en medio de dos vallas de personas singularmente ataviadas, que alzan los brazos y las manos  en gesto de bienvenida. Un Salve fascista. Aunque la fotografía es mala, se aprecia en ella a un güero como dicen los mexicanos (chele) de altura mayor al promedio, enfundado en un traje elegante que agradece la bien planificada recepción de bienvenida con una sonrisa nada ingenua. Y el mismo periódico avisa que después de reunirse con sus fieles, el hombre dios se va a reunir con políticos y funcionarios públicos, alcaldes y autoridades civiles. Con la gente de poder e influencia pues. 

De política claramente se trata. Y no solo aquí. Y ahora. Desde siempre caminaron juntas: la política que vende utopías contra su propio demostrado terrorífico infierno potencial, y la religión que vende y compra el cielo y el infierno de los poetas moralistas. Dicen que Donald Trump fue electo, por ejemplo, con poco más de 80% de fundamentalistas entre todos sus votos, una proporción que descarta la casualidad, pese a no haber confesado nunca esas inclinaciones en lo personal, ahora está pagando abundantemente su deuda con la derecha religiosa de este país que --pese a algunas reservas iniciales-- se volcó a favorecerlo y a congregar los votos para elegirlo. 

Trump se ha comprometido a combatir las leyes que protegen los derechos reproductivos de las mujeres, ha nombrado magistrado a Neil Gorsuch muy honorable que comparte esa ideología piadosa. A un evangelista Jery Falwell Jr, presidente de una de sus universidades, para asesorarlo en programas y conducir una fuerza de tarea en educación. Y a una ministra de educación que va a financiar a la educación religiosa a costa de la pública. Al mismo tiempo ha declarado su apoyo público para que estas organizaciones, que no pagan impuestos, puedan hacer directamente política, que les estaba vedado, aunque al parecer se les seguirá prohibiendo donar a las campañas como hubieran querido.

No voy a afirmar que la Iglesia Católica en América Latina, mayormente pietista en los años veintes, se merecía una invasión. Es un hecho que desde los años treintas ( cuando la población latinoamericana era más de 90% diz que católica) los gobiernos estadounidenses, y específicamente la CIA han promovido el crecimiento aquí de las sectas que se llaman iglesias provenientes mayormente desde aquel país, una táctica que fue eficaz en el Oriente. En Corea por ejemplo, donde hoy más de 35% de la población ya es de cristianos fundamentalistas.

El apoyo para estas iglesias y sus políticas desde la CIA se acrecentó desde los sesentas cuando se advirtió que la protesta de los sacerdotes identificados con lo que se llamó Teología de la Liberación (Romero en El Salvador, Carney en Honduras, Cardenal, en Nicaragua, en México y en Colombia) era pivotal en los movimientos de la izquierda latinoamericana. Porque era preciso contrarrestar el llamado veneno del comunismo que se había posesionado del catolicismo latino. Aunque esa no fuera su única estrategia y también se impulsó un fortalecimiento del papado que pudiera llamar al orden desde Roma en los ochentas. Hay otro tipo de religiosidad por supuesto pero es fácil advertir el común denominador de un afán manipulador… y lo esencial queda a la vista.

Contra la guerrilla de la conciencia de Camilo y Carney, había que oponer aguerridos soldados de la cristiandad y nuevas formas de religiosidad, cuasi hipnóticas, que procuraban el ensimismamiento de los fieles en el culto, la mística de la fe y la superación personal. Este amigo Naason Garcia, por ejemplo, se dice, fíjense bien qué bueno es, viene !a rezar por la paz en Honduras! No viene como el Nazareno, a exigir coherencia y justicia. Si no a tranquilizar gente. ¿A calmar lo que está inquieto? No llega como Jesús a pie o en un burrito sin dueño y no viene vestido con túnica humilde. Viene con traje de diseñador. No creo que eso sea intrínsecamente malo. Ni que resulte incomprensible su ascenso. Pero debe saltar a la vista y quedar muy clara la complacencia del sistema al que le resulta tan útil la quietud, la satisfacción con las reglas del juego, que se desmovilice a la gente y se la distraiga de la lucha para transformar a su sociedad, abrirla y hacerla más justa y democrática. Que se viene a sustituir un íntimo sentido de lo trascendente y de la comunidad cristiana --con sus virtudes necesarias de libertad y justicia-- con una extrovertida religión del espectáculo banal y de la histeria colectiva, con ideas simplistas (en vez de simples) de los buenos y los malos como dice Trump. Los malos que se alegran porque el Sr Juez traba una ejecutoria presidencial ilegal.

Aun cuando se disculpe ante Suyapa, mucha de la Jerarquía Católica ha perdido con acciones políticas la autoridad moral que antes tuviera. Aunque sigue siendo de las instituciones más prestigiosas, está en segundo lugar en las encuestas después de las englobadas iglesias fundamentalistas. En lo personal la nueva importación religiosa me parece especialmente nociva, destructiva de la racionalidad social, no solo del espíritu propio, fundamento de la modernidad y de la identidad. Más bien tendrían que empezar a juntarse más allá de la denominación, los cristianos que quieren ver alguna transformación social real… y exponer por ejemplo la doble cara de un JOH que es de todo porque en realidad no es nada. Que asiste religiosamente a las fiestas de la Virgen en la Basílica de Suyapa con el gabinete y el Estado Mayor conjunto pero que también escenifica cultos y espectáculos de oración temblorosa con los ojos cerrados y las manos agarradas con doña Ana y que no puede ser ambas cosas.

Hay diferencias entre ellos porque Donald no tiene partido. Se valió del republicano pero Trump y JOH son políticos del mismo cuño. Capitalizan el nacionalismo con que dicen abogar por sus coterráneos cuando en realidad desprecian a la mayoría diversa; solo buscan su propio beneficio y venden sus personalidades por medio del espectáculo y la publicidad, sin escrúpulos. Eso les convino a los clérigos que hicieron a un lado sus escrúpulos --a sabiendas de su poca cristiana catadura-- al apoyarlos como candidatos. Que los apoyaron para sus propios fines egoístas, ilícitos de penetración del Estado y usurpación de lo público y civil. 

Comparten de todas formas la visión simplista, de JOH y Trump de la Cero Tolerancia absolutamente fundamentalista y una visión maniquea de los buenos y los malos. Siendo malos quienes nos oponemos, y buenos universalmente y con exclusividad sus seguidores. Eso es en sí un concepto místico religioso. Ninguno de los dos, JOH ni Trump, se ha declarado todavía Dios vivo y Columna de la verdad pero no faltará mucho. Y cuando suceda, tampoco faltará quien aplauda y cante sus alabanzas como las cantan hoy sus adeptos frente a las incontrastables evidencias de sus insólitas torpezas morales y civiles. Por miedo o por interés. De sus complicidades y sus corruptelas. Que son las que en primer lugar, genéricamente, desde hace décadas, crearon este desastre, este infierno de injusticia y violencia institucional y las que estorban la construcción de un mundo más razonable. Y cuando se les endiose habremos regresado al patronato en que el gobernante compra y manda en la Iglesia y la Iglesia manda por él, y luego a la teocracia primigenia en que el gobernante es dios, no puede errar y cualquier percepción de lo contrario es una apostasía y un atentado contra el orden cósmico. ¿Salve JOH?

* Historiador hondureño

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