jueves, 9 de julio de 2015

Educación abierta para transformar el mundo



Por Angélica Schenerock

De saberes y poderes en la educación y en la ciencia

Que “saber es poder” todas y todos estamos de acuerdo, sin embargo, los problemas surgen sobre el contenido del “saber” y los usos y alcances del “poder”. ¿Qué se sabe y para qué se sabe? ¿Qué se hace con lo que se sabe?

Las Universidades como centros de saber (y poder) tienen su surgimiento de las escuelas de los monasterios de los siglos V y VI. Estos monasterios contaban con el permiso de la autoridad religiosa (única en la época y la cual se sometían los reyes y príncipes) para enseñanzas de teología, filosofía, latín, astronomía, matemáticas, medicina y leyes. El contenido de los saberes estaban mediados por las autoridades eclesiásticas y por las creencias de la época. Todo lo que no era aceptado por la Iglesia, era condenado como falso o herejía, de modo que se cometieron muchas censuras, silenciamientos y asesinatos, que van desde Hypatia de Alejandria en el siglo IV hasta Galileo en el XV.

De hecho, la Inquisición Medieval, fundada en 1184 en Francia, fue la institución católica responsable de garantizar la veracidad de los saberes –de lo qué se sabe y de quién puede saber– penalizando con desprestigio, amenazas, silenciamiento, tortura, prisión y muerte a aquellas y aquellos que no aceptaran o no se sometieran a los saberes permitidos. Y los saberes y conocimientos que no provenían de las universidades eran considerados inválidos.

Fue así que muchos conocimientos, como la boticaria, la partería, la cirugía –conocimientos compartidos por mujeres y hombres “del pueblo“– fueron expropiados por monjes y confinados a los espacios monásticos y, a partir del siglo XII, en las Universidades – que a su vez fue instaurada como único espacio para la adquisición de saberes legalmente válidos hasta el día de hoy.

Estos espacios, no está demás recordar, eran –y aún lo son- espacios en los cuales solamente una pequeña élite podía acceder. En Occidente, hasta hace menos de 100 años, por ejemplo, sólo accedían los varones blancos, cristianos y de clase alta. De hecho, han sido ellos quiénes han tenido y detenido el saber y, por ende, el poder…

Los saberes y conocimientos como bienes comunes

Los saberes, las técnicas y prácticas que promueven y permiten la continuidad de la vida han sido desde tiempos inmemoriales bienes comunes, transmitidos en contextos de comunidad, de generación a generación, y que fueron expropiados y confinados al ámbito universitario. Cito algunos a modo de ejemplo:

La partería, saber milenario de las mujeres que fue expropiado por varones y relegado a las universidades de medicina.
La boticaria – saber de hombres y mujeres, quemadas y quemados vivos en la hoguera como envenenadores, fetilleros y adivinos. Actualmente confinado a la farmacéutica y patentizado por grandes empresas de medicamentos.
Conocimientos y prácticas de enyesado de huesos, de poner huesos en sus lugares – saber confinado a la medicina, a la ortopedía y traumatología.
Técnicas de fermentación y conservación de alimentos y bebidas – saberes de mujeres (las principales responsables de la alimentación y las domesticadoras de las semillas) – saber expropiado por la ingeniería de alimentos y la agronomía. Más tarde y actualmente: técnicas patentizadas por las industrias alimenticias.
Técnicas de construcción de casas y/o edificios, de medios de transportes fluviales y terrestres: confinadas al ámbito de la arquitectura e ingeniería civil.
Técnicas de cultivos: saber confinado a la agronomía.
Técnicas de cuidado de animales – saberes y técnicas confinadas a la veterinaria.
Prácticas y saberes relacionados al alma, a la limpia por medio de oraciones – saber considerado peyorativamente como “creencia popular” o “mentiras”, hoy reservado a la psicología.
Chamanismo – saber confinado a sacerdotes y pastores de filiaciones religiosas.
Las universidades surgen de este enorme y vasto canon popular, de saberes transmitidos por mujeres y hombres de generación en generación. De hecho, el compartir era la regla, pues si no se compartía, el saber y sus técnicas terminaban cuando moría la persona. Y al compartir, el saber se intensificaba, se mejoraba, se corregían errores y se actualizaba. El pago por los servicios solía ser en especie, o por el trueque: yo te hago el parto, tú me das unos plantines; yo te curo el mal de ojo, tú me das unas gallinas. Yo sano la pierna de tu caballo, tú arreglas la rueda de mi molino.

Además, la “maestra” o el “maestro”, es decir, la persona que tenía un saber, no cobraba para transmitirlo a su “discípula” o “discípulo”. Estas cosas se decidían por medio del “don” del gusto que tenía una u otra persona en querer aprender, desarrollar y practicar aquello que le gusta.

El saber, el conocimiento, las técnicas y prácticas han sido, por mucho tiempo, bienes comunes de determinada comunidad.

La educación y ciencia abiertas – los saberes como bienes comunes

Cuando describí el tema de la educación y la ciencia abiertas como un posible tema para la Pillku en el transcurso de este año, argumenté que las tecnologías libres de investigación y comunicación han sacudido los paradigmas científicos de producción de conocimientos. Ciencia abierta, conocimiento abierto y educación abierta son términos que para las y los amantes de las teorías se instauran en la arena de las revoluciones científicas al más puro estilo Kuhntiano; y para las y los amantes de la acción colectiva son prácticas que impulsan la desprivatización del conocimiento.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de ciencia abierta? Una rápida búsqueda en internet ha arrojado un montón de definiciones, siendo que aquí presento las más completas: 
Ciencia abierta “es una nueva forma de producción de conocimiento que promueve instancias de colaboración por fuera del ámbito del laboratorio y cuyos datos y resultados tienden a ser de acceso libre. Algunas prácticas relacionadas con la ciencia abierta son: ciencia ciudadana; investigación acción-participativa; publicaciones de libre acceso; datos libres; etc.” (Steps América Latina).

“La ciencia abierta (Open Science en inglés) es el término genérico del movimiento para hacer investigación científica, los datos científicos y la difusión de la ciencia accesibles a todos los niveles de una sociedad curiosa, aficionada o profesional. Abarca prácticas tales como la publicación de investigación abierta, campañas para el acceso libre, el ánimo a los científicos para practicar ciencia de libreta abierta, y generalmente haciendo más fácil publicar y comunicar el conocimiento científico” (Ciencia Abierta, Wikipedia).

“La educación abierta es la que está constituida por recursos educativos abiertos tales como materiales de cursos con licencias abiertas, libros de textos, juegos, software y otros materiales que apoyan la enseñanza y el aprendizaje y además se basa en tecnologías abiertas que facilitan un aprendizaje colaborativo, flexible y ayudan a compartir prácticas de enseñanza que facultan a los educadores a beneficiarse de las mejores ideas de otros compañeros” (Educación Abierta, Wikipedia).

“La educación abierta/libre es un concepto amplio que sirve para describir el movimiento por la liberación de obras intelectuales y el acceso abierto a las mismas en el contexto educativo. El concepto define la situación donde los sistemas de educación nacional o las instituciones dedicadas a las prácticas educativas comparten de forma libre / abierta obras intelectuales, conocimientos, metodologías, pedagogías, plataformas, entornos e infraestructuras educativas a través de Internet y las tecnologías digitales” (Vercelli, 2008).

Las prácticas de ciencia abierta y de educación abierta se rigen por los siguientes tipos y grados 1:

los proyectos de acceso abierto (Open Access) son aquellos que proporcionan los recursos digitales derivados de la producción científica o académica en abierto y sin restricciones de los derechos de copyright, pero no ofrecen colaboración abierta.
La investigación abierta (Open Research) busca publicar gratuitamente en internet metodologías, datos y resultados directos y derivados, así como la colaboración en todos los niveles del proyecto, buscando una ciencia más transparente y eficiente.
La ciencia de cuaderno abierto (Open Notebook Science) consiste en dar accesibilidad online a toda la línea de investigación, desde los datos, materiales, métodos y resultados, hasta el “notebook” personal o de laboratorio del investigador.
La colaboración abierta distribuida (Crowsourcing) consiste en externalizar tareas que tradicionalmente estarían asignadas únicamente a una persona, grupo o entidad, a un grupo numeroso de personas a través de una convocatoria abierta. La multitud podrá participar aportando trabajo, dinero, conocimiento y/o experiencia, y el objetivo consiste en conseguir el beneficio mutuo.
Estas definiciones nos dicen que ciencia abierta, conocimiento abierto y educación abierta son formas de crear e intercambiar conocimientos que apuntan, de manera general, hacia un único fin: derrumbar los cercos a los saberes y conocimientos, hacerlo participativo, colaborativo y, quizás, menos elitista y clasista.

Este “quizás” es importante, pues es innegable que aún resta mucho qué hacer para que el poder de acceso al saber, ahora intermediado por las tecnologías e Internet realmente sean de acceso común, para todas las personas.

Educación y Ciencia abiertas – tenues límites entre inclusión y exclusión

La educación (y la información, la investigación y el acceso al conocimiento) es un derecho inalienable, cuya principal barrera es sistema educativo formal que se plasma en instituciones como escuelas, universidades y centros de investigación a los cuales sólo acceden unas pocas personas y que se han configurados como guardianes del saber considerado válido, científico y permitido.

Uno de los más importantes cambios que a mi entender conlleva la educación abierta es aquél en el cual el saber previo, el genuino interés, la curiosidad y la creatividad de quien investiga o estudia es imprescindible en el proceso de aprendizaje. Ya no se trata de un modelo de “educación bancaria”, mera transmisora de conocimientos en la alumna o alumno que son vistos como “tábula rasa”, sino de un modelo en donde la persona que estudia o investiga es la protagonista y parte, en general, de saberes previos, de hipótesis, de preguntas de investigación.

Sin embargo, está en juego el acceso a las tecnologías digitales y la alfabetización digital – que aún es un lujo en los países del Sur, principalmente en América Latina y África. ¿Cómo acceder a las ofertas de enseñanza, a bases de datos y otras formas colaborativas de construcción de conocimientos, cuando no cuentas con los derechos mínimos para la vida, como vivienda, alimentación y salud? ¿Cómo acceder a internet cuando vives en campos de refugiados? ¿Cómo colaborar si aún no cuentas con las destrezas mínimas de alfabetización tradicional?

Estas personas, las excluidas y excluidos, “los nadies” como ha dicho de manera dolorosamente sabia Eduardo Galeano, son la mayoría, y en América Latina son nuestras vecinas y vecinos que forman parte del más de 60% que no tiene acceso a internet.

Pese a sus avances y a su potencial, la educación abierta y la ciencia abierta son prácticas que aún necesitan recorrer de un largo camino para volverse práctica que transforma el mundo.

Notas:

1 Síntesis tomada de “Ciencia Abierta”, en Fluyendo Libre-mente: flujos de agua, de números, de información, de libertad…

Referencias Bibliográficas:

Jalón Rojas, Isabel, 2014, “Ciencia Abierta”, en Fluyendo Libre-mente: flujos de agua, de números, de información, de libertad… Disponible en https://fluyendolibremente.wordpress.com/ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.

Margolles, Pedro, 2014, “¿Qué es y cuál es la importancia de la ciencia abierta?”, En portal NeoSientia: descubre cómo ser un científico 2.0, 14 de febrero de 2014. Disponible en http://www.neoscientia.com/ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.

Steps, 2015, “Qué es la ciencia Abierta”, En portal Steps América Latina: abriendo la discusión sobre desarrollo en América Latina, publicado el 27 de marzo de 2015. Disponible en http://stepsamericalatina.com/que-es-la-ciencia-abierta/ consultada el 29 de junio de 2015.

Vercelli, Ariel, 2008, “El movimiento por la educación abierta/libre”, En Bienes Comunes, Disponible en http://www.bienescomunes.org/2008/02/29/el-movimiento-por-la-educacion-abierta-libre/ consultada el 29 de junio de 2015.


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