jueves, 16 de julio de 2015
Exploración
Hemos de recordar que el deterioro hondureño no es coyuntural. Viene de lejos. Varios diálogos anteriores se instalaron, se tomaron acuerdos, se aprobaron decretos y al final el deterioro siguió profundizándose. Se instaló una Comisión de la Verdad y la Reconciliación conformada por miembros nacionales e internacionales. El informe arrojó más de ochenta recomendaciones, el gobierno puso atención a las que quiso y abandonó el informe al archivo de los olvidos.
Una de las recomendaciones, la número 47, de aquel informe de la Comisión de la Verdad y la reconciliación, señalaba la necesidad de una instancia internacional que hiciera frente al severo problema de la impunidad, porque las instituciones internas de investigación y de aplicación de la justicia habían perdido esa capacidad por estar corroídas por la corrupción y alimentar la impunidad.
Los exploradores de la ONU y la OEA que han venido al país estos días han de tener presente que un diálogo nacional ha de estar a la altura de la gravedad del deterioro. En caso de aceptar la mediación de este diálogo confiamos que hayan advertido que el gobierno usa el diálogo como un instrumento demagógico y lo que hace nada, o muy poco, tiene que ver con un verdadero diálogo que haga frente a los enormes conflictos hondureños.
No puede ser diálogo nacional una serie de reuniones maratónicas muy publicitadas sostenidas por el presidente con grupos que todos ellos tienen en común tener afinidad y dar pleno reconocimiento a un gobierno que es fuertemente repudiado por un amplio bloque de la sociedad hondureña. El presidente es quien encabeza la actual confrontación y es parte esencial del conflicto
El diálogo nacional no puede ser convocado, conducido y facilitado por el gobierno porque eso significa que una parte del país no podrá participar, y por eso mismo es un diálogo que ha nacido muerto. Lo repetimos. Una mesa de diálogo nacional solo se podrá instalar con la mediación de instancias multilaterales como la ONU y la OEA. Esta mediación ha de ponerse de acuerdo con los actores y sectores de ambos bloques en conflicto. La agenda, la metodología y el proceso a seguir se han de consensuar entre los sectores de ambos bloques.
Con el apoyo de facilitadores de ambos bloques los mediadores podrán conducir el proceso de diálogo nacional, sobre la necesidad de los siguientes puntos cruciales: que los acuerdos a los que se lleguen tengan carácter de cumplimiento obligatorio, que sean estrictamente vinculantes. Para ello, consideramos que como parte de los acuerdos finales, se debía establecer una instancia representativa del diálogo para dar seguimiento al cumplimiento estricto a los acuerdos a los que llegue el diálogo nacional.
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