miércoles, 29 de julio de 2015

Helicópteros contra estudiantes


Por Melissa Cardoza *

Al igual que su jefe en el ejecutivo, la rectora ha mostrado tener poca imaginación y ninguna disposición para el diálogo auténtico, cero habilidad en la resolución de los conflictos y las crisis planteadas por las personas que se atreven a nombrarlas, aunque todo el mundo las vivimos en carne propia y optamos por hacer de la queja el deporte nacional.  

Como lo habían anunciado, entre sonrisas televisadas y las fanfarrias de sus órganos de publicidad tan bien escritos e igualmente vacíos,  la rectora envío a sus fuerzas policiales, cobras, antimotines, tanqueta y jueza  incluida -nadie vaya a dudar de su legalidad- para sacar a la movilización estudiantil que se tomó las instalaciones de la Universidad de Tegucigalpa con planteamientos sólidos y urgentes. 

Bien asesorada por aquellos que conocieron estas luchas y hoy van andando su despreciable y nueva ruta, construyó un invaluable escenario frente a sus  nuevos edificios para que no se nos olvide cuál es su propuesta fundamental: la fuerza armada contra jóvenes y movimientos pacíficos, la incapacidad profesionalizada de escuchar y  respetar voces disidentes, el desprecio por la vida y lucha de las mujeres y hombres que se han hartado de los autoritarismos y sus manejos, su inclaudicable compromiso con la educación neoliberal. 

Entre estos personajes hábiles para el golpe y el terror, que representan la lógica del régimen, la rebelde juventud indignada que madura sus objetivos y formas de organización salió custodiada por la gente que entiende como propia la necesaria recuperación de la universidad como faro de educación pública, laica, comprometida con la vida, con la gente de este país que compra cada maldito clavo que ponen en sus paredes. 

Pues que así sea: que reboten las pelotas en el magno y flamante polideportivo, que se cante el himno nacional en sus actos protocolarios con siervos y bufones danzarines, que se pudra el silencio del miedo entre las pensantes cuestionadas y los incómodos profesores que no logran agruparse, que golpee la lluvia los cristales de sus edificios nuevos donde archivan informes en perfecto inglés para la cooperación.

Así como se levanta por todos lados la indignación con rumbos y palabras nuevas, como otra juventud se toma otros colegios, las carreteras los pueblos indígenas y campesinos, así como se acrecienta el hambre de justicia junto a la guarida del mal, y  se le ponen más piernas y consignas a las nuevas movilizaciones antorchadas en todo el país.  Así, igualito, el bullicio de la rebelión juvenil volverá a su alma mater, no puede ser de otro modo.

* Escritora feminista hondureña


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