viernes, 17 de julio de 2015
Todos los riachuelos alimentan el gran río de la indignación nacional
Esta semana el señor presidente y sus amigos empresarios nacionales y transnacionales han convocado al Primer congreso internacional sobre minería, bajo el lema “ Minería responsable, mayor crecimiento”. La actividad se desarrolla en medio de una de las mayores crisis de institucionalidad en las últimas tres décadas en Honduras. Los promotores y patrocinadores de este congreso tienen altas cuotas de responsabilidad de la corrupción y la impunidad que atiza la crisis actual.
En la Honduras actual cualquier actividad que se convoque desde casa de gobierno es vista con sospecha y desconfianza. Y no es para menos. El actual presidente y su banda criminal no solo han invertido recursos, energía y creatividad en el saqueo al Instituto Hondureño de Seguridad Social, al Instituto de jubilados y pensionados, sino que también se han comprometido hasta el tuétano con la venta de la soberanía. Ha puesto a la venta el país a granel y “libriado” con la iniciativa de Honduras lista a la minería o con la Zonas Especiales de Desarrollo.
Todos los caminos indican que el principal problema en Honduras es el propio gobierno y su banda. Todo lo que toca lo mancha de violencia, lo contamina con abuso de poder, lo destruye con la impunidad. Convocatorias como este Congreso internacional sobre minería es la mejor expresión de lo lejos que esta Don Juan Orlando Hernández de los clamores de la gente, parece que el señor presidente vive en un país y el resto de hondureños y hondureñas vivimos en otro.
Sin embargo, la Honduras actual no está para cumplir con los caprichos de señor presidente, la Honduras actual ha dado pasos y ha llegado a caminatas contundentes en contra del presidente y del Partido Nacional. La población indignada ha sabido articular la lucha contra la impunidad y la corrupción con la lucha contra la minería. La Honduras actual ha comprendido que la misma mafia del seguro social, solo se disfraza para salir a promover la minería y la venta del territorio.
Los jóvenes, los indígenas, los campesinos se han posicionado, a través de un comunicado, rechazado la farsa de “Minería responsable, mayor crecimiento” promovido en el Primer congreso internacional sobre minería. Los indignados e indignadas tienen claro que no hay minería responsable y menos con un gobierno corrupto, que se sustenta en las elites nacionales y transnacionales.
En el gobierno actual todo lo que se mueve huele a corrupción, violencia e impunidad, sin embargo, en sentido contrario funciona la población indignada. Los caminantes con sus antorchas han dado muestras claras de madurez política, saben que luchar contra la minería es luchar contra la corrupción, que luchar contra los femicidios y homicidios es luchar contra la corrupción y la impunidad. Ahí está la fuerza de los indignados e indignadas, en saber articular las luchas. Ese es el camino, que cada mesa o movilización regional se conviertan en pequeños riachuelos que alimenten el gran río de la indignación nacional.
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