viernes, 10 de julio de 2015
La demanda de las movilizaciones de los indignados e indignadas
Los rostros enérgicos de los participantes en las grandes movilizaciones de las antorchas, es la máxima expresión del hartazgo por la corrupción, las mentiras y el cinismo de Juan Orlando Hernández. También es la expresión de la acumulación de conflictos y de las conductas criminales e impunes de presidentes y alcaldes, de diputados y gobernadores, de magistrados, fiscales y jueces, de militares y policías. Y hartos de los empresarios corruptos. Los gobiernos corruptos y criminales son los máximos responsables de la crisis de seguridad y violencia, de la crisis económica y de la ingobernabilidad actual.
La instalación de la Comisión Internacional contra la Impunidad, debe situarse en ese paisaje de desconfianza institucional. Según cinco sondeos de opinión pública realizados por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ) entre el 2010 y 2014, establecen que 8 de cada 10 hondureños y hondureñas no confía en el gobierno central, en el Congreso Nacional, en la Corte Suprema de Justicia, en el Ministerio Público, en los partidos políticos y en la empresa privada. Principales responsables de los recientes y escandalosos actos de corrupción.
El señor presidente, empresarios y actores de sociedad civil cercanos a casa de gobierno a través de diferentes medios han ignorado o han presentado dificultades a la demanda de la instalación de la CICIH. Acusan la demanda de onerosa, de que una comisión internacional sería intervención, de que no tendría resultados a corto plazo, o que esa demanda expresa ingenuidad o ignorancia de los jóvenes indignados, excusas y más excusas. La mafia que históricamente ha saqueado al Estado y que hoy encabeza don Juan Orlando Hernández, sabe que someterse a una investigación independiente los desnuda de su falsa honorabilidad, que unos fiscales y magistrados independientes, los mandaría al lugar donde tienen que estar, la cárcel.
La última jugada del gobierno y avalada por los mismos sectores fue la propuesta de Sistema Integral Hondureño de Combate a la Impunidad y la Corrupción, que la ha presentado como un punto de agenda para dialogar. Sin embargo, los indignados y las indignadas tienen claro que cualquier propuesta o consenso solo con el compromiso del gobierno y observadores internacionales será más de lo mismo, será la misma historia de los procesos electorales.
La historia avala la demanda de los indignados de creación de la CICIH, los diálogos convocados en Honduras o las comisiones interventoras creadas no resolvieron ninguno de los problemas planteados, con esas comisiones y diálogos solo han acumulado los conflictos y se fortaleció a la mafia política y económica que ha gobernado el país en las últimas décadas.
Es inevitable, los caminos de salida a la crisis actual pasan por la destitución o renuncia del fiscal general y su adjunto, por la creación de nuevos mecanismos para elegir nuevos fiscales y magistrados y por la instalación de la CICIH. La juventud indignada lo tiene claro, ha superado las distracciones y ha mandado al carajo la falsas propuestas de los corruptos e impunes. La lucha sigue, y las energías hay distribuirlas entre la presión en la calle y la apertura al diálogo y la negociación.
Los rostros enérgicos de los participantes en las grandes movilizaciones de las antorchas, es la máxima expresión del hartazgo por la corrupción, las mentiras y el cinismo de Juan Orlando Hernández. También es la expresión de la acumulación de conflictos y de las conductas criminales e impunes de presidentes y alcaldes, de diputados y gobernadores, de magistrados, fiscales y jueces, de militares y policías. Y hartos de los empresarios corruptos. Los gobiernos corruptos y criminales son los máximos responsables de la crisis de seguridad y violencia, de la crisis económica y de la ingobernabilidad actual.
La instalación de la Comisión Internacional contra la Impunidad, debe situarse en ese paisaje de desconfianza institucional. Según cinco sondeos de opinión pública realizados por el Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ) entre el 2010 y 2014, establecen que 8 de cada 10 hondureños y hondureñas no confía en el gobierno central, en el Congreso Nacional, en la Corte Suprema de Justicia, en el Ministerio Público, en los partidos políticos y en la empresa privada. Principales responsables de los recientes y escandalosos actos de corrupción.
El señor presidente, empresarios y actores de sociedad civil cercanos a casa de gobierno a través de diferentes medios han ignorado o han presentado dificultades a la demanda de la instalación de la CICIH. Acusan la demanda de onerosa, de que una comisión internacional sería intervención, de que no tendría resultados a corto plazo, o que esa demanda expresa ingenuidad o ignorancia de los jóvenes indignados, excusas y más excusas. La mafia que históricamente ha saqueado al Estado y que hoy encabeza don Juan Orlando Hernández, sabe que someterse a una investigación independiente los desnuda de su falsa honorabilidad, que unos fiscales y magistrados independientes, los mandaría al lugar donde tienen que estar, la cárcel.
La última jugada del gobierno y avalada por los mismos sectores fue la propuesta de Sistema Integral Hondureño de Combate a la Impunidad y la Corrupción, que la ha presentado como un punto de agenda para dialogar. Sin embargo, los indignados y las indignadas tienen claro que cualquier propuesta o consenso solo con el compromiso del gobierno y observadores internacionales será más de lo mismo, será la misma historia de los procesos electorales.
La historia avala la demanda de los indignados de creación de la CICIH, los diálogos convocados en Honduras o las comisiones interventoras creadas no resolvieron ninguno de los problemas planteados, con esas comisiones y diálogos solo han acumulado los conflictos y se fortaleció a la mafia política y económica que ha gobernado el país en las últimas décadas.
Es inevitable, los caminos de salida a la crisis actual pasan por la destitución o renuncia del fiscal general y su adjunto, por la creación de nuevos mecanismos para elegir nuevos fiscales y magistrados y por la instalación de la CICIH. La juventud indignada lo tiene claro, ha superado las distracciones y ha mandado al carajo la falsas propuestas de los corruptos e impunes. La lucha sigue, y las energías hay distribuirlas entre la presión en la calle y la apertura al diálogo y la negociación.
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