martes, 14 de julio de 2015
Así estamos entendiendo el camino hacia el diálogo nacional
El diálogo no es la solución, pero sí el gran camino, es el instrumento para que los sectores de la sociedad hondureña lleguemos a acuerdos básicos sobre los grandes problemas y conflictos que nos agobian.
Las cosas como las vemos. Lo que se ha hecho en estas dos semanas de publicitadas reuniones del presidente con diversos sectores de la sociedad, no es diálogo nacional. Estas decenas de reuniones las podemos llamar como la organización por parte del Ejecutivo del bloque oficialista o afín al oficialismo. Por muchas y variadas que sean las organizaciones y las personas que en ellas han participado, tienen como común denominador un básico respaldo y reconocimiento a la acción y legitimidad del gobierno que preside Don Juan Orlando Hernández.
Vistas así las cosas, el Señor Carlos Madero, nombrado por Don Juan Orlando Hernández, no puede ser representante del diálogo nacional, porque en los hechos no existe un diálogo nacional. En todo caso, será vocero o representante del bloque oficialista o afín al oficialismo, y a él se unirán otras voces que se han ofrecido o se ofrezcan para facilitar. Serán en cualquier caso, voces o personas facilitadoras del bloque oficialista o afín al oficialismo.
En el otro extremo se encuentra el otro bloque, el bloque de los indignados o afín al bloque de la indignación. Es el conformado por las muy diversas representaciones de las caminatas de las antorchas que, como es evidente, convoca a muchas decenas de miles de personas indignadas. Este bloque o mesa de la indignación tiene sus demandas y sus condiciones que muy poco tienen que ver con las demandas, y sobre todo con las condiciones de la mesa del bloque oficialista o afín al mismo.
La instalación del diálogo nacional deberá tener la plena representación de estos dos bloques, tan hondureño uno, como hondureño el otro. Estamos de acuerdo que la mediación deberá estar conducida plenamente por instancias de la ONU y de la OEA, las cuales podrán contar con facilitadores tanto de un bloque como del otro. La representación en la mesa de diálogo la decidirán las organizaciones o instancias de cada uno de los bloques. El gobierno, en tanto actor frontalmente cuestionado hasta niveles de deslegitimación por parte del numeroso bloque de la indignación, solo podría influir en temas y representaciones de su propio bloque, y no en el bloque que lo adversa, porque esencialmente deslegitimaría la mesa de diálogo.
Los mediadores deberán sentarse previamente con cada uno de los bloques como condición para la instalación de la mesa de diálogo. Y los temas a discutir o debatir deberán lograrse en base a consensos entre los facilitadores de ambos bloques coordinados por los mediadores.
Con lo dicho, dejamos por sentado que vemos el diálogo como el gran instrumento para que los diversos sectores de la sociedad hondureña busquemos respuestas a los grandes conflictos y a la gran polarización social y económica que nos divide. El diálogo no existe todavía. Lo que el gobierno llama diálogo nacional no pasa de ser la estructuración de su propio bloque. Hasta que no se sienten los representantes o delegados de ambos bloques, en igualdad de condiciones y bajo una agenda consensuada entre ambos y bajo la coordinación de los mediadores, nadie en el país podría decir que estamos en diálogo nacional, sin caer en una tremenda irresponsabilidad.
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