lunes, 21 de octubre de 2013

El 23% de los niños menores de cinco años en Honduras sufren de desnutrición crónica



Veintinueve de cada 1,000 niños en Honduras corren el riesgo de morir antes de los 5 años


El desempleo y la pobreza son generadores de altos índices de desnutrición en Honduras.

Según cifras oficiales el 23% de los niños menores de cinco años en Honduras sufren de desnutrición crónica. La Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDESA) correspondiente al periodo 2011-2012, publicada recientemente por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), señala que este problema afecta más a los niños de madres sin educación y de familias pobres.

Honduras registra alto índice de niños con bajo peso al nacer y tasas elevadas de infecciones respiratorias agudas y diarreas, infecciones que al ser frecuentes y permanecer por largos períodos ocasionan un grave deterioro nutricional que muchas veces desencadena la muerte del recién nacido. El doctor Mariano Salazar, oficial de nutrición y salud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), dijo a Revistazo que 29 de cada 1,000 niños nacidos en Honduras corren el riesgo de morir antes de los cinco años.

Según el doctor Salazar, los índices de mortalidad infantil varían de una región a otra. “Islas de la Bahía registra la tasa más elevada con 63 por mil y es seguido de Gracias a Dios con 51. En las más bajas se encuentran el Distrito Central y Olancho con 17 y Santa Bárbara con 18”, expresó, agregando que los niños con desnutrición crónica padecen retardo en su crecimiento, son demasiado delgados y tienen bajo peso. Indicó que la desnutrición crónica es la causante de un tercio de las muertes infantiles que ocurren en Honduras.

Para evitar la desnutrición infantil la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que en los primeros seis meses de vida los recién nacidos sean alimentados exclusivamente con la leche materna. Sin embargo, en los últimos cinco años en Honduras solo el 31% de los niños recibió alimentación de acuerdo a estas recomendaciones.

La ENDESA también se registra un 5% de  niños con sobrepeso u obesidad, situación que afecta directamente a hijos de mujeres con un nivel superior de educación y con altos ingresos económicos, escenario que devela  que la situación socio -económica y cultural que rodea a la familia, impacta considerablemente en la salud de los menores. El oficial de nutrición y salud de la UNICEF explicó que los dos extremos son producto de la mala alimentación y mencionó  a las comidas rápidas como uno de los posibles factores influyentes en el sobrepeso.

A  inicios de junio pasado la revista médica británica The Lancet publicó informes en los que concluye que la mala alimentación es responsable de casi la mitad de los fallecimientos de menores de cinco años en el mundo. “Son más de tres millones los niños y niñas de esa edad que mueren cada año por esa causa, que incluye desnutrición y sobrepeso” señala Lancet en una de sus publicaciones.

Para el editor de la revista, doctor Richard Horton, lo que se hace correcta o incorrectamente en la nutrición de los niños y las niñas en los primeros 1000 días que van desde la concepción hasta los dos años, tiene implicaciones permanentes e irreversibles en la vida. Asegura que la desnutrición se encuentra  asociada a una compleja gama de causas políticas, sociales y económicas.

Inflación y desempleo
Estudios de diversos organismos internacionales han demostrado que la desnutrición es responsable del sufrimiento de gran parte de la población en el mundo. En el ámbito de la salud está comprobado que la deficiencia nutricional en calorías y proteínas aumenta los riesgos de infecciones respiratorias agudas, anemias y otras patologías que ponen en riesgo de muerte a gran parte de los menores de cinco años. Honduras es considerada entre los países con más alta prevalencia de desnutrición en toda América Latina y el Caribe.
Este país centroamericano vive una tremenda crisis económica derivada de la inflación y el desempleo, miles de niños que viven entre la miseria y la pobreza se retiran de sus estudios porque se ven obligados a trabajar  y aportar dinero para la manutención de sus hogares.  De igual manera basta con recorrer las calles de la ciudad o de cualquier poblado, para darse cuenta de  los ancianos tampoco tienen derecho a descansar.

“Con lo poquito que gano vamos pasando, yo vendo verduras en la calle, hay veces que me gano 40 lempiras y a veces 50, a veces me ajusta para la comida y cuando no, aguantamos”, dice doña Eusebia Espinal, una anciana de 65 años de edad, quien se ve obligada a trabajar para llevar alimentos a su casa.

La anciana vive con su nieta, quién no tiene empleo, pero que hace 20 días parió una niña que en poco tiempo requerirá de alimentación. Doña Eusebia es la única que trabaja y será difícil que con sus ingresos pueda comprar los alimentos  balanceados que requerirá su bisnieta para mantenerse bien nutrida y con salud.

“Yo trabajo para las tres y la vida está cruel, compro la verdura en el mercado para irla a vender a la Venezuela”, manifestó tras añadir que cuando tiene una enfermedad también se ve obligada a comprar pastillas baratas en la pulpería porque en el centro de salud no hay medicinas y solo le dan la receta. Doña Eusebia reside en una zona marginal de la colonia Nueva Esperanza al sudeste de Tegucigalpa. 

Situación similar vive doña Siriaca Ramírez, de 62 años, quien para ayudar a la manutención de su familia debe dedicarse a la elaboración y venta de tortillas. “Somos pobres y no tenemos nada, para poder comer, mi hija y yo trabajamos, ella en casa y yo hago tortillas para nosotros y para vender, ganamos es 150 al día, pero de allí tenemos que comprar el maíz y la leña, para poder seguir trabajando”, dijo doña Siriaca.

Los ingresos de doña Siriaca deben ajustar para que todos los miembros de su familia puedan comer, lo que no significa que las tres personas adultas y cuatro niños que viven con ella, se estén alimentando.

Ante esta difícil situación el Gobierno de la República ha impulsado programas sociales como el bono de 10, 000 lempiras (500 dólares) que se entrega a familias pobres, la Merienda Escolar y un bono para el sector agrícola de las regiones  centro y sur del país, que todos los años son afectados por las sequías. El PMA también atiende a unas 100,000 personas con el programa de nutrición temprana y a pequeños productores agrícolas.

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