miércoles, 23 de octubre de 2013
Contradicciones actuales en la conciencia popular
La contradicción entre la política universal y el repliegue corporativo
En Argentina y en América Latina venimos de una oleada de politización por parte de los pueblos, producto de la resistencia al neoliberalismo, que posibilitó avances democráticos importantes, a la hora de avanzar en derechos políticos y sociales. Esto permitió revitalizar la acción política como herramienta principal para generar medidas que permitan un crecimiento económico, en el marco de una crisis internacional.
Sin embargo, la crisis económica del capitalismo está avanzando, y no estamos aislados del mundo. Eso hace que la conciencia se repliegue hacia el sostenimiento del nivel alcanzado en las condiciones económicas de vida del pueblo.
Por lo tanto, es importante prestarle atención a este problema, en tanto se ponen en juego avances políticos universales, a partir de problemáticas particulares, generando una conciencia individualista y parcial sobre las contradicciones políticas principales que están en juego.
Este problema debe ser afrontado teniendo siempre presente el piso del que partimos, a la hora de plantear la disputa política.
En consecuencia, decimos que estamos atravesando una etapa de repliegue corporativo. Es decir, empiezan a primar en la conciencia popular las reivindicaciones económicas y la lucha sectorial, por sobre la lucha política.
Y consideramos que es un tema no menor, ya que sienta las bases estructurales de desestabilización por parte del imperialismo, hacia los gobiernos populares latinoamericanos. Así como muestra los límites de dichos gobiernos, movimientos y partidos populares, en pos de “politizar el avance en las condiciones materiales de vida”.
De lo contrario, dicho repliegue corporativo es capitalizado políticamente por las fuerzas conservadoras, las cuales se dotan de base popular para la aplicación en nuestro continente de políticas neoliberales, como las aplicadas hoy día de forma generalizada en Europa.
América Latina frente a la crisis mundial
La crisis económica viene golpeando principalmente a los países centrales, Estado Unidos y Europa, donde sus clases dominantes no pueden encontrarle una salida política. Sin embargo, siguen sosteniendo su capacidad de dirigir al conjunto de la sociedad, debido a que las luchas se manifiestan a partir de una conflictividad social fragmentada, que no tiene expresiones políticas claras, sino más bien un rechazo generalizado. Es decir, no hay fuerzas políticas capaces de conducir ese descontento a partir de un proyecto de cambio concreto, que delimite un núcleo social dirigente, capaz de traccionar otros sectores del pueblo. Así como de sostener medidas políticas que reviertan el deterioro social generalizado que se está produciendo en pos de salvaguardar al capital financiero.
En América Latina, a contramano de los países centrales, venimos resistiendo a esa crisis, con una década de gran crecimiento y desarrollo en la región en términos económicos objetivos. Esto se debe gracias a la multipolaridad y la presencia de los BRIC en el mercado mundial. Es decir, el escenario mundial dio a las economías de nuestro continente un oxígeno para que nos podamos poner de pie.
La principal razón para eso fue la capacidad que tuvieron los pueblos de enfrentar al neoliberalismo y generar las condiciones para una salida política alternativa. Esa salida se dio de distintas formas y con distintos grados de participación popular, lo que hizo que fuera capitalizada políticamente por distintos tipos de gobiernos.
Lo que es común a todos es haber puesto al Estado en primer lugar y recuperado la política como herramienta de cambio, frente al avance de las grandes corporaciones privadas.
Por tanto, América Latina viene de una oleada de politización importante, donde se ampliaron los espacios de poder, logrando nuevos espacios de participación política, reformas constitucionales, adquisición de derechos sociales, altos niveles de autonomía estatal respecto a las grandes corporaciones, identificación pública del imperialismo como el enemigo histórico, mayor integración latinoamericana, entre otras.
La táctica del imperialismo frente a la Unidad Latinoamericana, el fortalecimiento del Estado y la mayor participación popular
La táctica del imperialismo de cara al reflujo corporativo es clara: profundizarlo y capitalizarlo políticamente. El objetivo principal es debilitar a los Estados latinoamericanos, para lo cual se debe potenciar las problemáticas particulares y generar luchas sectoriales que se conviertan en el polo central de las contradicciones, y se pierda de vista la agenda política general, en un contexto de crisis donde no debemos perder las conquistas alcanzadas como pueblo.
Es decir, la táctica imperialista apuesta a montarse sobre la conflictividad social, por cualquier motivo que sea, legítimo o ilegítimo, justo o injusto, en diversos sectores sociales, para generar ingobernabilidad e imponer condiciones, y forjar sobre esa base alternativas políticas neo-conservadoras y liberales, que logran la conducción de los estados.
Desabastecimiento, inflación, dólar paralelo, inseguridad y reproducción sistemática del descontento sectorial, que pretende ser generalizado al resto de la sociedad, son sólo algunos de los métodos aplicados en pos de cumplir su cometido.
Mientras en Medio Oriente, ese descontento es organizado por el imperialismo con el armado de guerrillas “rebeldes”, para después intervenir militarmente de forma directa; en nuestro continente potencian la conflictividad social, y dirigen el armado de fuerzas políticas conservadoras y liberales, para después realizar golpes institucionales (como Honduras o Paraguay), o bien ganar elecciones.
Fijémosnos sino en la últimas elecciones en Venezuela, el avance significativo de la oposición imperialista, que está directamente relacionado con esta táctica de ampliación de la base popular de la derecha. La importancia que se le dio en los medios de comunicación de todo el continente a la falta de papel higiénico en Venezuela, algo aparentemente sin sentido, va en esta dirección.
Son numerosos los ejemplos en nuestro continente, donde los conflictos sectoriales son utilizados en dos sentidos centralmente, fomentar la lucha entre sectores del pueblo y generalizarlo para que esta sea asumida como crítica generalizada al gobierno de turno.
Argentina frente a esta situación
En el caso de Argentina, esa oleada política continental nos permitió poner en la agenda cuestiones como los Derechos Humanos, la recuperación del Estado para intervenir en la economía y garantizar derechos sociales, la ley de medios, etc… En fin, todas cuestiones que tienen que ver con una agenda de derechos políticos y un nivel de conciencia que plantea intereses generales a la hora de profundizar la democracia.
Sin embargo, esa politización no alcanza todavía para generar condiciones materiales que permitan avanzar con más fuerza sobre los intereses de las grandes corporaciones y los grupos económicos locales, que están en contra de cualquier avance democrático que permita mayor poder para el pueblo.
A modo de ejemplo, tenemos la ley de medios, que todavía no se aplicó, lo cual muestra los límites actuales del kirchnerismo, respecto del atraso para aplicar medidas democráticas a partir de la movilización popular por esas reivindicaciones.
Ahora, si bien la politización es innegable y es una acumulación que debemos poner a jugar, esta nos está quedando pequeña de cara a las tareas que se vienen. Es decir, es una politización que nos permitió lograr todo lo que logramos como pueblo. Pero se queda corta de cara a los desafíos que tenemos por delante para profundizar la democracia y generar un piso de conquistas materiales que le impidan el avance a la Restauración Conservadora que está pergeñando la derecha argentina, para alinear nuestro país directamente a los intereses del imperialismo yanqui.
De hecho, estamos entrando en un período donde la conciencia del pueblo está atravesada por preocupaciones ligadas a sus intereses individuales y económicos, más que a la adquisición de derechos políticos universales o conquistas democráticas.
Hay mucho más interés popular por aumentar el nivel de consumo que por una reforma judicial (ni hablar de una reforma constituyente). Esto es lo que llamamos en concreto, reflujo corporativo.
Veamos sino los ejes de todas las campañas electorales en general que apuntan a marcar el problema de la inflación y de la seguridad (individual). Son todas campañas electorales marcadas por líneas anti-políticas, vacías de contenido. Donde se inflan los problemas, y nadie plantea alternativas reales de cómo solucionarlos. Se da por descontado que las soluciones vienen por las recetas de la derecha neoliberal.
Debemos tener en cuenta factores objetivos tales como el nivel de consumo que se generó en amplios sectores de la población. Esta última década neodesarrollista, ha sido importante, si se lo compara con el 2001. Se ha entrado en una cultura del consumo que requiere sostener un nivel económico muy elevado, frente a una coyuntura donde la crisis económica existe y los países centrales que son los que más la están sufriendo, quieren a toda costa hacernosla pagar a los países periféricos.
Es decir, el consumo aumentó exponencialmente: autos nuevos y usados, celulares, televisión digital, etc… Esto debemos reconocerlo y valorarlo, pero a su vez trae como contrapartida, sino se trabaja políticamente, que lo principal para los trabajadores pase a ser el sostenimiento y ampliación del consumo, dejando relegados problemas de índole estrictamente político, que en el corto plazo no traen consecuencias económicas importantes.
Algunas conclusiones sobre los desafíos del momento actual
Estamos en un momento de crisis, donde el imperialismo no tiene clara una salida estratégica, pero sí viene desarrollando una serie de tácticas que muestran el rumbo. Es decir, generar una Restauración Conservadora que se posicione como dirección política de los Estados latinoamericanos y que sin renegar del modelo económico neodesarrollista, genere las condiciones para que el peso real de la crisis económica recaiga sobre los pueblos.
Por lo tanto va a apostar al reflujo corporativo para avanzar sobre la politización del pueblo y hacer retroceder posiciones a los sectores democráticos, progresistas, anti-imperialistas y revolucionarios del continente.
Sin embargo, eso no va a ser gratis. Pensemos si es viable la aplicación de un programa económico antagónico al actual en nuestro país, o si se pueden quitar de un día para el otro los derechos sociales logrados en estos años.
En esto el campo popular en su conjunto, hoy dividido y fragmentado tiene un piso importante: para atrás no volvemos.
Por lo tanto, debemos ver el momento actual como de acumulación de fuerzas, donde la Restauración Conservadora está avanzando, y se va a parar políticamente y va a potenciar el reflujo corporativo.
Hay que tener claro que no se puede negar ni despreciar los problemas sociales y económicos, que producen el repliegue de la conciencia popular. Es un hecho de la realidad, hay que trabajar sobre esas cuestiones. Pero planteando a la política como la posibilidad de solucionarlos, señalando la importancia de fortalecer al Estado y la organización popular; y la delimitación de los enemigos principales del pueblo, la derecha neoliberal.
Para esto hay que poner a la disputa política en el centro de la escena.
No se puede renegar de la confrontación, hay que marcar las medidas principales y los obstáculos para realizarlas, los intereses que están en juego.
Todo esto con nombre y apellido, si hay inflación se debe decir con claridad quienes la producen, si hay desabastecimiento qué empresas son las que están especulando, si no hay dólares quienes los tienen, entre otras.
Es imprescindible que el pueblo sepa con claridad hoy más que nunca quienes son los grandes especuladores que pretenden generar las condiciones para que la Restauración Conservadora pase de ser un plan a un hecho de la realidad, y actuar en consecuencia con el Estado y las fuerzas populares a la cabeza de esta batalla decisiva para los años venideros.
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