domingo, 7 de julio de 2013
Cerco mediático de la historia
Por Gerardo Torres Zelaya
En las portadas de los periódicos no aparece nada relacionado al golpe de Estado perpetrado justamente en una fecha como hoy hace 4 años. Ni diario Tiempo que por lo menos se atrevió calificar como “golpe de Estado” lo sucedido, se pronuncia en su primera plana. Y cuando se aborda el tema en los medios, las valoraciones son tan distintas que para el oído poco atento podría parecer que se está hablando de algo completamente diferente a lo sucedido.
Antes de enumerar algunas de las tonalidades más predominantes de esta variación prismática de la memoria colectiva hondureña, es necesario recordar el hecho concreto.
Hechos
A primeras horas del 28 de junio de 2009 las Fuerzas Armadas de Honduras entraron por la fuerza a la casa de habitación del entonces Presidente de la República, José Manuel Zelaya Rosales, para luego sacarlo del país aduciendo que había violado la ley al forzar una consulta ciudadana. Horas después el Congreso Nacional presentó una carta falsa de renuncia de Zelaya Rosales y apresuradamente nombró como presidente de la República al entonces presidente del Congreso Nacional, Roberto Micheletti Baín, quien fue reemplazado en su cargo por el diputado liberal José Alfredo Saavedra. El poder judicial y los operadores de justicia permanecieron sin cambios en su dirección.
Ese mismo día centenares de personas se aglomeraron a Casa Presidencial. Por su parte, no tuvieron que pasar varias horas para que varios gobiernos de otros países, a excepción de EEUU, Israel y Panamá, declararan desconocer el “nuevo” régimen hondureño.
Desde esa mañana y sin interrupción hasta el 24 de septiembre de ese año, hubo marchas en la capital hondureña (en ocasiones en todos los departamentos del país). El espectro político nacional se dividía en dos, por un lado estaban quienes defendían el golpe de Estado y por otro quienes se denominaron como la Resistencia Popular. Ambas fuerzas con gran capacidad de convocatoria hacían valoraciones muy dispares de lo que acontecía. El consenso era imposible.
Memoria selectiva
Muchas cosas han cambiado en cuatro años, Honduras no es la misma que antes y eso lo podemos afirmar en casi los aspectos de la vida colectiva y hasta personal de la ciudadanía. Hoy hay izquierda, derecha y centro, hoy Honduras es el país más violento del mundo, hoy como nunca hay participación política de la ciudadanía, hoy estamos en la recta final de unas elecciones generales que crearán por primera vez un Gobierno multifacético en el que el consenso será obligatorio (pues si no el fracaso está garantizado).
En Honduras hay básicamente tres dimensiones para recordar el golpe de Estado. Hace cuatro años las salas de redacción de varios medios de comunicación mostraron al máximo su capacidad creativa e inventaron términos políticos como “sucesión constitucional”, que se mutó en “crisis institucional y política del 2009”, para después, con el informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación pasara ser “golpe de Estado al Ejecutivo”, hasta finalmente ser simple y llanamente “golpe de Estado”.
Esa primera dimensión no lo niega más, pero sí lo justifica. Los datos más relevantes son las violaciones legales de las que se acusa al presidente Zelaya Rosales y la consulta popular que escondía, según sus opositores, claros indicios de ser la máscara de su continuidad “dictatorial” como cabeza del Estado. Otros datos son el robo de fondos públicos arriba de los 40 millones de lempiras, la intención de imponer la Corte Suprema de Justicia, la cercanía con Hugo Chávez y los hermanos Castro que veían en Honduras una pieza clave para su estrategia hegemónica adversa a los Estados Unidos, principal socio político y económico en la historia moderna de Honduras. Por esto y otras cosas Zelaya se merecía el golpe de Estado… y la cárcel, dijeron.
Enfrentamientos
La segunda dimensión es lo que sucedió posteriormente al 28 de junio, referente a los atentados militares y policiales hacia algunos medios de comunicación, las personas asesinadas por oponerse. Justo esta semana el Centro de Prevención, Tratamiento y Rehabilitación de Víctimas de la Tortura y sus Familiares (CPTRT) denunció que se han documentado y asistido 414 casos de víctimas de tortura y tratos crueles, inhumanos o degradantes, desde el 2009.
La segunda dimensión sigue exigiendo castigo contra los responsables quienes gozan de una inmunidad dictada por el Congreso Nacional en el marco de los Acuerdos de Cartagena que permitieron el retorno de Manuel Zelaya en el 2011, y la posterior creación del Partido Libertad y Refundación LibRe como expresión electoral del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP).
La tercera dimensión es la que se ubica por fuera del conflicto, la que señala que hay culpa en todos los actores, la misma que a lo largo de estos cuatro años ha tratado de no tomar partido. Es esa percepción independiente que también tiene un buen porcentaje de la población en el país. Posiblemente en esta dimensión lo que más pesa es la apatía en una de las épocas más politizadas de la historia nacional. Para este sector el 28 de junio se asimila como un evento más en una dinámica de degradación que ha llevado al país a una de sus más críticas situaciones, generada por la clase política.
Día gris o asoleado
Justo mientras escribía este artículo, el sociólogo Eugenio Sosa me regaló un dato muy interesante. Me comentó que varios estudios hechos en Chile a las personas que vivieron el ataque contra el presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, habían revelado que en su mayoría las personas recordaban la fecha como un día gris y hasta lluvioso. La verdad es que registros climatológicos demuestran que fue un día muy asoleado.
Los hechos concretos sobre el golpe de Estado han comenzado a salir a la luz, como la suspensión de visas y acusaciones internacionales contra representantes del Estado Mayor conjunto, o hacia Roberto Micheletti… o la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, y más recientemente con el Fiscal General de la República.
La coyuntura electoral probablemente ha sacudido el fondo de la memoria. Sin importar como se desdoble la luz en el prisma de la memoria colectiva, si para algunos el 28 de junio del 2009 fue un día gris o asoleado, lo cierto es que a cuatro años del hecho, la percepción de la realidad en Honduras ha cambiado para todos y todas, ahora hay una fecha que marcó un antes y un después.
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