jueves, 18 de julio de 2013

El desmantelamiento institucional y social del golpe de Estado



Por Galel Cárdenas

El golpe de Estado del año 2009, fraguado en el Departamento de Estado norteamericano fue concebido con fines de destrucción de las masas organizadas que luchan por la redención social;  y fue implementado para levantar una muralla de contención represiva, acompañada por todo el instrumental posible ante una inevitable revolución pacífica.

Todos los movimientos de la América del Sur en plena efervescencia en los últimos cinco años de la primera década del siglo nuevo,  fueron dando el salto cualitativo desde la dependencia y el sometimiento, a la liberación integral mediante el camino de las elecciones como vía y método de lucha contra el sistema de injusticia social de las élites y del imperio en toda la región suramericana.

Bien lo ha declarado de manera fresca y tajante, doña Bertha Oliva, el Golpe de Estado sigue en pie como un mandato imperial, hipótesis que hemos descrito muchas veces en nuestros trabajos de interpretación política.

Esos planes de demolición estructural de la sociedad equitativa  devienen desde el fascismo alemán de la segunda guerra mundial, quien usó todo el aparato policial, militar y  de inteligencia para perseguir los partidos socialistas y las organizaciones de igual ideología que habían configurado en ese país europeo, un frente amplio en derredor de un proyecto político democrático popular.

Estados Unidos, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, adquirió los cuadros más experimentados en estas lides de exterminio político y utilizó herramientas, métodos de espionaje para domesticar los movimientos sociales latinoamericanos y del mundo entero, mismo que ahora aplica indistintamente en todas las regiones del mundo

Todas las dictaduras del siglo XX siguieron un mismo patrón, un mismo método, una misma ideología tendiente a la aniquilación y la eliminación de cualquier foco político organizado en grandes masas que propusiera un modelo político anti capitalista y anti fascista. Las dictaduras dieron cuenta de miles de hombres dirigentes, activistas, militantes, simpatizantes y amigos de una revolución socialista en toda la América Latina.

Estos planes de exterminio fueron usados en toda Centroamérica, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Bolivia mediante la instauración de dictaduras militares fascistas, dirigidas por el Departamento de Estado, el Pentágono y las embajadas norteamericanas  en cada uno de los países mencionados.

Los más conocidos planes fueron: el Plan Cóndor y el Plan Colombia. Del Plan Cóndor dice Wikipedia al respecto:

“La Operación Cóndor o Plan Cóndor es el nombre con que se conoce el plan de coordinación de operaciones entre las cúpulas de los regímenes dictatoriales del Cono Sur de América —Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y esporádicamente, Perú, Colombia,Venezuela, Ecuador, [, ] con la CIA de los Estados Unidos, llevada a cabo en las décadas de 1970 y 1980.

Esta coordinación se tradujo en el seguimiento, vigilancia, detención, interrogatorios con tortura, traslados entre países y desaparición o muerte de personas consideradas por dichos regímenes como 'subversivas del orden instaurado o contrarias al pensamiento político o ideológico opuesto, o no compatible con las dictaduras militares de la región.

El Plan Cóndor se constituyó en una organización clandestina internacional para la práctica del terrorismo de Estado que instrumentó el asesinato y desaparición de decenas de miles de opositores a las mencionadas dictaduras, la mayoría de ellos pertenecientes a movimientos de la izquierda política”.

Mientras tanto el Plan Colombia se ha  diseñado  de distinta forma pero con  igual contenido, fue concebido del siguiente modo:

Aparentemente, y sólo para engañar ingenuos, el Plan Colombia se presentó como un diseño político, económico y militar que conducía a la paz y para combatir el narcotráfico colombiano.

De acuerdo con los analistas políticos progresistas colombianos realmente el Plan Colombia es una arquitectura de guerra, con el cual Estados Unidos interviene este país  y toda la región del entorno. Es un proyecto de conquista económica de América Latina, se concibió paralelamente al Plan Puebla Panamá, como espacios en donde la Cía había quebrado militarmente la guerrilla guatemalteca, utilizando como lo hace ahora el paramilitarismo y por lo cual algunos presidentes guatemaltecos ha sido acusados de genocidio, tal como es el caso del general Ríos Montt y el actual presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina.

Mediante estos planes la Cía y los gobiernos latinoamericanos pro imperiales han desarrollado planes de guerra paramilitar para acometer a los  movimientos sociales que buscan una alternativa de poder popular y democracia.

Estas estrategias paramilitares dictatoriales han dejado impresionantes cifras de asesinatos, por ejemplo en Guatemala, desde la post Guerra Mundial dejó como resultado 200 mil muertos, 75 mil en El salvador y 50 mil en Nicaragua, en Colombia dejó 3. 5 millones de desplazados debido al incremento de la guerra sucia en las zonas rurales.

El golpe de Estado de Honduras, del 28 de junio de 2009, fue la extensión de todos los planes practicados en Latinoamérica para erradicar los movimientos sociales proclives a un nueva democracia, que hoy se conoce como socialismo democrático y que, por la vía electoral, se han configurado los movimientos constituyentistas de Venezuela, Ecuador,  Bolivia, y ahora según se prevé siguen  Chile y Brasil, de acuerdo con la tendencia de los movimientos sociales populares de los últimos meses.

Los asesinatos pertenecientes al estado terrorista que impulsó la CIA en todo el continente se ha venido practicando en el país, y la muerte es ahora un acto cotidiano que no sorprende, se ha convertido en una especie de dato trágico que se escucha o lee sin provocar ya una reacción de asombro y protesta.

De acuerdo con doña Bertha Oliva, Honduras durante los últimos cuatro años ha proseguido una línea de aniquilación de los dirigentes medios y de base del movimiento popular campesino, magisterial y partidario  del FNRP y de LibRe.

Pero, no solamente se deben contemplar los factores de eliminación física de los ciudadanos beligerantes, sino además de la sustitución del modelo democrático tradicional que ha resultado un completo fracaso   —aunque para el pueblo ha sido una frustración, para las élites ha sido una plusvalía—  por retrasado e ineficiente ante las expectativas del neoliberalismo actual, iniciado por Rafael Callejas presidente de Honduras entre 1990 y 1994 y  perteneciente a la tendencia de los Chicagos Boys norteamericanos.

El antiguo régimen liberal de la social democracia consolidada como pensamiento  en el país a través de la Fundación Naumann constituyó un estorbo para el desarrollo del comercio de las transnacionales en Honduras y sus planes de apoderamiento territorial del país, mediante diversas proyectos como las ciudades modelos, las compañías mineras, las transnacionales qué se han apoderado de las cuencas de los recursos hídricos, etc., representan parte de la eliminación institucional del Estado Liberal, cuyos restos han sido sustituidos por un agresivo modelo de desmontaje de la vieja democracia representativa  que se practicó entre 1980 y 2009.

El golpe de Estado del año 2009 no es entonces solamente un acto político económico  elitista  tradicional, con apoyo de las Fuerzas Armadas como protagonistas ejecutores del mismo, si no la aplicación de un modelo neoliberal dictatorial sin precedentes en la nación hondureña.

El gobierno de Porfirio Lobo es la continuidad del Golpe de Estado del régimen tiránico de Roberto Micheletti, quien a cambio  —este último—  de asumir el poder general  por la vía militar, puso en manos del neoliberalismo norteamericano y de la política del Departamento de Estado contra los gobiernos democráticos participativos, todas las puertas y ventanas de la nación hondureña, a costa de la pauperización de la clases sociales más deprimidas.

Ha sido un desmontaje en todos los órdenes de la vía estructural estatal del país: educación, finanzas, política monetaria, reforma agraria, macro economía y microeconomía, código del trabajo, salud, educación,   en fin, casi no hay un rubro del eje estatal  hondureño que no haya sido perjudicado por las emisiones de leyes antipatriotas del presente gobierno moribundo.

Todo ello ha dado como resultado la emisión de leyes contra el estado beneficiario de los 20 últimos años del siglo pasado.

En el fondo ideológico, político y militar se trata de aniquilar el viejo régimen liberal de la social democracia y sustituirlo por el régimen neoliberal fascista actual, a costa de sangre, persecución y muerte de las fuerzas populares del país.

Todos los mecanismos  jurídicos y represivos a la mano han sido usados para des estructurar todo el andamiaje de un viejo Estado beneficiario proclive al pueblo, mismo que fue impulsado después de la gran huelga del año de 1954.

De este Estado quedan pocas estructuras en pie; el golpe de Estado del 2009  y sus continuadores han dado cuenta de él.

La liquidación de este antiguo régimen ha sido el motor, objetivo e inspiración  constante de los últimos cuatro  años del gobierno de Micheletti y Lobo.

Toda aquella institucionalidad estatal ha sido casi borrada del mapa, las consecuencias inmediatas han sido el caos financiero del Estado, el endeudamiento interno y externo sin precedentes, la debilitación acelerada de la soberanía territorial, el empobrecimiento precipitado del pueblo, la hambruna nacional, la poca productividad agrícola y ganadera, la descompensación financiera de la economía doméstica, la falta del circulante básico para la sobrevivencia familiar, el desempleo galopante, el aumento de la criminalidad, el empoderamiento del crimen organizado y del narcotráfico de grandes porciones del territorio hondureño, la corrupción más escandalosa posible, el desmoronamiento moral del gobierno, la inseguridad ciudadana vertiginosa, en fin, entre tanto, contrario sensu, las élites del poder fáctico y mediático han logrado subir muchos escalones en la medición de los nuevos ricos a nivel  internacional, las élites gozan de todas las prebendas posibles, los partidos tradicionales son cómplices del desmantelamiento del Estado beneficiario de las mayorías, los militares han copado amplios espacios institucionales, los nuevos  grupos económicos han copado todo negocio gubernamental bajo la oscura capa de la descomposición ética, los medios de comunicación se han convertido en corifeos de la compraventa territorial nacional y de los desmanes dictatoriales del gobierno porfirista-hernandista, etc.

Podemos entonces concluir que el golpe de Estado del año 2009 ha constituido la más catastrófica política de gobernanza que se haya experimentado en el país, nada queda en pie de aquellas viejas conquistas derivadas de la huelga del 1954.

La institucionalidad de la antañona democracia representativa con rasgos de humanismo liberal  ha sido sencillamente suprimida para sustituirla por el modelo anti humanista, represivo y descarnado del neoliberalismo frío, verdugo de las masas misérrimas, capaz de usar todo instrumento de explotación y muerte posible, para lograr exprimir los recursos naturales, humanos y  políticos que configuran la riqueza nacional identitaria y soberana.

Sobre el anochecer espantoso y terrorífico que vive el pueblo hondureño, con sufrimiento, desconsuelo y pesadumbre, se cierne un piélago de cerradas tormentas impías, donde los seres humanos a duras penas caminan en pie, rogando a Dios que un nuevo amanecer,  sobre la madrugada agreste, al fin, haga brillar el sol de la redención social para evitar la inanición extenuante de la nada que el abismo señala como punto final de una época de maledicencia moral del modelo más deprimente del capitalismo neoliberal horrendamente injusto y lapidario, que el pueblo hondureño haya conocido.

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