jueves, 25 de julio de 2013

Honduras en Australia, sin fronteras

Ciclistas contra el militarismo y contra el golpe de Estado en Honduras


Por Sandra Rodríguez

Un grupo de jóvenes defensores australianos de derechos humanos, compartieron una experiencia solidaria, repudiando el golpe de Estado y la militarización en el país centroamericano, incrementada en los últimos cuatro años.

“Mucho puede pasar en 4 años, también en 60 minutos, y 9 ciclistas” nueve jóvenes, organizaron una movilización en bicicleta por una de las principales calles  de Sidney, capital de Australia, en el contienen asiático, para hacer un recorrido “despacio” porque la solidaridad significa quedarnos juntos y juntas, y mostrar apoyo, explicaron los jóvenes, y aunque eran pocos los ciclistas, el acto llamó la atención de muchos, que seguro se interesaron por saber más de Honduras, un país que vive militarizado, por cualquier lugar donde se circule.

Algunos de los organizadores conocen con propiedad de la situación violatoria a los derechos humanos en Honduras, porque tienen experiencia, ya que en varias ocasiones han estado en el país, especialmente en las zonas que enfrentan situaciones más complicada, como el Bajo Aguán, donde se confunden los hombres armados entre militares, policías y guardias de seguridad privada de los terratenientes.

Parte del evento lo puede ver a través del siguiente enlace: http://vimeo.com/70570290

Los jóvenes australianos informaron que 13 de julio de 2013, en Sidney, se encontramos en 'Hollis Park' para andar en sus bicicletas pasando por el barrio de 'Redfern' en camino al 'Enmore Park'.

De ese modo se juntaron sus voces en una sola voz, y para expresar sus mensajes “usamos nuestros dedos en vez de pinceles, y pintamos una manta porque nuestro mundo, es un mundo de palabras y dijimos: Saqueos y asesinatos. Basta ya. 4 años del golpe de estado en Honduras”, manifiestan en las redes sociales.

“Mucho puede pasar en 4 años, también en 60 minutos, y 9 ciclistas”

Jóvenes ciclistas condenaron que Honduras después de cuatro años continùe en golpe de Estado.

Tomamos el carril de baja velocidad hasta que la de los vehículos se también bajó, volteando nuestras cabezas y siendo conscientes de que montar juntos y juntas es algo nuevo, y nos pasamos al carril donde van los carros grandes, para andar despacito porque la solidaridad significa quedarnos juntos y juntas, y mostrar apoyo.

Detrás de una de las bicicletas flameaba una manta de colores rojo, amarrillo y azul, y anaranjado y morado porque desde las cosas básicas crecen otras, aun sí el conflicto político es difícil de creer en un día tan acogedor, y el viento nos toca las caras, el viento para cantar nuestras consignas con nosotros y nosotras, gritamos así: 'poder, poder, poder al pueblo. Bases de EEUU, fuera de Honduras!'

“Sea un grupo de nueve esperando decir algo muy breve, o un grupo de campesinos y campesinas en Honduras, bloqueando proyectos de represas hidroeléctricos, que se juntan para recuperar la tierra, y nos mantuvimos junto a ellos, desde King Street”.

La gente perpleja, para correr la voz, y no deslizarnos hacia una imagen de una realidad peor, de un pequeño país, y aunque los fines de semana se llena de mercados y ocio, aun así hasta los “chuchos” pueden sentirse confrontados. Un lugar real afuera de nuestras mentes en la forma en que el sol rompía entre las nubes. Una luz roja, una verde.

Nos preguntamos ¿Cómo sería si fuéramos una masa crítica? saber que podríamos tomar la calle y algo como eso sería ser diferente.

 Que para tomar una cosa podríamos hacer el aire estremecerse, un pedal girando contra el otro y que al otro lado del océano pacífico, en Honduras, los pueblos lo entenderían que la solidaridad significa construir presencia, para unirse no importa que tan grande o pequeña sea la bicicleta, o si fuéramos nueve ciclistas, o si algunas veces los pitos que oímos sean vociferados en rabia para transformar las miradas en risas y revuelo.

Cantamos y cambiamos las velocidades en 'Addison road' bajando por 'Sydneham road', el modesto número de nuestro grupo creció cuando algunas veces una fila de carros le seguía, “con el ímpetu tan lejos, como el ojo puede ver”. Informaron los jóvenes.

Como ruedas dando vueltas, pensábamos en las diferencias y similitudes de las maneras de opresión que toman lugar aquí y allá.

Eventualmente, la semejanza de la lucha nos une en solidaridad, pero también tenemos que fijarnos a las diferencias y crear consciencia, interrumpir la base de la cotidianidad.

Esta vez disturbamos el tránsito, para conmover el enfoque hacía algo real e importante; la lucha en Honduras, donde de nuevo, coinciden los negocios y gobiernos para apretar el poder del pueblo.

Montamos en nuestras “bicis” hasta encontrarnos y disfrutar un placer que todos y todas conocen,  comer, y en nuestros corazones por algunos momentos esta enfermedad llamada ‘compasión’ que significa que hagamos esto, montar nuestras bicicletas en la calle y hacer bullicio para decir que algo está muy mal, expresó el grupo de jóvenes.

Al final de la carrera en bicicleta, se organizó una barbacoa, con el objetivo de reunir más personas y aprender acerca de los diferentes grupos y las acciones que desarrollan en Honduras.

También se hizo pública las muertes y las desapariciones del año pasado y demás hechos, sólo para que la gente entendiera el contexto del paseo en bicicleta.

El día terminó con fuego.

Un fuego simbólico, consumió poco a poco el cartón y papel que representaba el edificio del Congreso Nacional de Honduras, convirtiéndolo en humo blanco con un suave brillo anaranjado, para ser confrontadas y confrontados con otra perspectiva.

Bajamos las perspectivas que tenemos, aun así sea de una manera simbólica, si se aparenta como hierro corrugado en desechos amontonados.

Mientras el fuego quemó el edificio hecho de cartón, en el silencio, hicimos ecos, a que: 'nos inspira la honestidad de sus luchas, que no se cansa hasta la plena libertad, que se convierte entonces esta plena libertad en nuestra causa común, y sólo juntas y juntos la podemos alcanzar'.

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