viernes, 12 de julio de 2013

Ese cipote se llama Isis Obed Murillo


Por Edgar Soriano Ortiz *

El general golpista y ahora candidato a la presidencia por una fuerza minoritaria de derecha, Romeo Vásquez Velásquez, en una entrevista a la prensa nacional se refirió como “ese cipote” al joven que perdió la vida a manos del ejército aquel 5 de julio de 2009 cuando Manuel Zelaya intentaba aterrizar en el aeropuerto Toncontín de Tegucigalpa. Según este militar ese joven murió a manos de los mismos manifestantes.

Comenzaré diciéndole a Romero Vásquez que ese cipote como le llamó despectivamente se llamaba Isis Obed Murillo, tenía 19 años  de edad cuando cayó víctima de un proyectil disparado desde el interior del aeropuerto por la mano de un soldado francotirador, ese joven simboliza la esperanza y trabajo de democratizar Honduras. Lo otro es decirle que lo que usted entiende por democracia es válido para los conservadores del siglo XIX, aquellos que atentaron contra el proyecto liberal de Francisco Morazán, incapaces de interpretar las dinámicas políticas internacionales, aquellos que se aferraban a sus intereses frente a cualquier cambio que creara ciudadanía para construir la república. La democracia que dicen defender los sectores que conservan viejos privilegios es beneficiaria, claro está, de los pequeños grupos facticos de poder económico y de las élites políticas tradicionales vinculadas a la imposición y la corrupción en detrimento de la sociedad hondureña.

La democracia por la que murió Isis Obed Murillo aún no se ha podido fundar, él perdió su vida  por forjarla. Esa democracia no es la tradicional representativa que la clase burguesa del siglo XIX instauró, es lo contrario, es el camino a edificar una ciudadanía activa que defienda los intereses colectivos en los barrios, aldeas y municipios del país. Esa democracia es la participación de las comunidades en los mecanismos de gobierno local y nacional, y en las decisiones sobre los recursos naturales y bienes culturales.

Isis Obed Murillo era un joven que al igual que miles en Honduras desean tener oportunidad sin ser estigmatizados por el hecho de vivir en los barrios y las aldeas, ser joven es ser protagonista de una historia y no enemigo del Estado y sus elites, no es someterlos a un estéril servicio militar lo que evitara que sigan siendo “carne de cañón” y entes manipulados por la violencia.

Finalmente digo que ese cipote se llama Isis Obed, porque él vivirá por siempre en la memoria de ese pueblo conciente que se sacrifica ante los fusiles enemigos  por construir una nación digna e incluyente. Isis Obed murió dignamente y su legado es un ejemplo para la juventud y un orgullo para su familia, tal como su padre y madre lo expresan con sus frentes en alto. Eso difícilmente lo entenderán las personas que han sido domesticadas para servir a los amos imperialistas, a los grupos facticos y  al capital multinacional… quiero terminar este corto articulo a memoria de ese cipote digno, Isis Obed Murillo, con un fragmento de Pablo Neruda: “Podrán cortar todas la flores, pero no podrán detener  la primavera”.

* Licenciado en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras.
Máster en Historia del mundo iberoamericano por la Universidad Jaume I (España)
Gestor cultural, profesor de teatro e historia y consultor

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