Defensores en Línea
En los últimos días al menos tres imágenes públicas han causado indignación parcial o general en Honduras. No estamos seguros de que ese sea el mejor término para definir esta mezcla de sensibilidad colectiva, de impotencia social frente al poder impune y de cólera por las estupideces de jueces, alcaldes y ejecutivos del Estado.
Pero tomamos por ahora el concepto de la indignación activa en tres ejemplos, entre una multitud posible. La primera imagen muestra a Daniel Ortega junto al impostor hondureño firmando en Managua un texto amigable sobre el viejo litigio trinacional en el Golfo de Fonseca, resuelto por la Corte Internacional de Justicia en 1992.
En todas las referencias públicas a esa imagen difundida un mes antes de las elecciones generales salen los temas cajoneros: campaña electoral con exacerbación de sentimientos nacionalistas, complicidades políticas entre Ortegas y Hernández frente a la nueva estrategia gringa de aislamiento de sus enemigos, y concursos de popularidad contra Bukele, el rey centroamericano del Twitter.
Pero casi ninguna referencia hemos escuchado al verdadero juego del hijo impostor de Lempira, quien es dueño de Las Guayabas en la isla del Tigre y quiere marcharse de Tegucigalpa a construir su propia Zede compartida con los coreanos del sur, abarcando los conejos en disputa.
En esa imagen de Managua, en la que aparecen TitoLivio el jefe evangélico de las fuerzas armadas celestiales y el pastor Ebal junto al predicador Hernández, habría que preguntarse si Daniel y Rosario Murillo forman parte de los planes de la dictadura hondureña de vender las islas del golfo a piratas del crimen organizado internacional. Esa pregunta es un deber dejarla flotando, porque como dicen en el barrio ya ratos les estamos viendo juntos…
La segunda imagen que atrae la atención es esta de la gente reunida en la municipalidad de Choloma, numerosa y encachimbada, reclamando activamente la salida del alcalde Triveli por alcahuetear la republiqueta que los canallas llaman Morazán, un complejo de habitaciones e industrias que exigen desalojo, expropiación y expulsión de la población de sus territorios.
La imagen de indignación colectiva que circula en redes es acompañada por declaraciones de centrales obreras opuestas a esa canallada de imponer neoliberalismo insaciable a la pobrería, y se muestra la revuelta popular justo cuando Radio Progreso hace una revelación encolerizante.
La emisora jesuita informó ayer que en Suiza uno de los ejecutivos de la republiqueta Morazán pronunció un discurso descarado delante de compra-patrias y vendepatrias internacionales.
El apátrida Massimo Mazzone definió que una “ZEDE es una zona con el mayor nivel de autonomía legal, política y regulatoria que existe en la tierra. Significativamente por encima incluso del nivel permitido en Singapur, Hong Kong, Shenzhen o Dubai. Encima de eso, este marco legal en Honduras es una enmienda constitucional, lo que significa que para cambiarlo se requieren dos tercios de los votos en el Congreso, en 2 períodos legislativos consecutivos. También estamos protegidos por tratados bilaterales de protección de inversores con arbitraje internacional; y por acuerdos de estabilidad jurídica y tratados internacionales durante más de 50 años”. Eso dijo el amigazo de los dictadores locales vendepatrias. Y eso encachimbó más a la gente que ahora sí va por el cabildo abierto el 7 de noviembre próximo.
La tercera imagen que nos importa igualmente esta noche llegó el jueves desde el Tribunal de Sentencia de Trujillo, que prácticamente anticipó una sentencia condenatoria contra los ocho defensores del agua y la vida de Guapinol, que tienen más de dos años secuestrados por el poder judicial de Ana María Facussé y Lenir Pérez, mineros destructores de la montaña Carlos Escaleras, asesinado por las mafias palmeras y extractivistas de Colón.
Los jueces Franklin Arauz Santos, Ricardo Duarte Zaldivar y Carol Ortega Rodríguez dijeron que los defensores de la montaña y sus 34 ríos y manantiales deben seguir en prisión porque pueden fugarse (aunque se presentaron voluntariamente hace más de dos años) y que cometieron delitos graves.
Esa imagen brutal ha recorrido los bosques y montañas de San Pedro, Tocoa y Guapinol, causando fiesta temporal en los mafiosos que destruyen los montes y un sentimiento de contenida cólera en la población consciente de todo el país, el más peligroso del mundo para quienes defienden derechos humanos.
Una nota del periodista Giorgio Trucci desde Honduras para el mundo cita entre los antecedentes de esta imagen internacional que las empresas holdings que administran “Inversiones Los Pinares son controladas por Lenir Pérez Solís, ya involucrado en el pasado en otros conflictos mineros, y Ana Facussé Madrid, hija del tristemente famoso terrateniente palmero Miguel Facussé Barjum.
El nombre de Facussé ha sido relacionado en el pasado con el grave conflicto agrario del Bajo Aguán, donde decenas de campesinos organizados perdieron la vida, y con el despojo territorial en la península de Zacate Grande”. Fin de la cita.
Desde estas Voces contra el Olvido nos permitimos interpretar el sentimiento de las organizaciones de derechos humanos, que están cerca de esta situación y de las familias afectadas por un proceso penal criminalizador. Les deseamos más coraje del que han tenido, más determinación y espíritu de lucha, porque aunque no se lo propongan, su insistencia y su resistencia en los campamentos de Guapinol, San Pedro y otros lugares, educan al país entero. Especialmente a COPA, a la fundación San Alonso, a la Plataforma Agraria, al Eric y a Radio Progreso.
También a las familias de estos ocho hombres prisioneros por defender la montaña y sus aguas comunitarias, nuestro abrazo de solidaridad y fuerza. Han esperado dos navidades el encuentro con sus seres queridos y avanzan a la tercera sin claridad si eso será posible después de las elecciones de fines de noviembre.
El ejemplo de lucha organizada que nos dan a todas las generaciones de este país vale cien años de historia. ¡Fuerza!
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