Defensores en Línea
Como hemos dicho en ocasiones anteriores, en Honduras es muy fácil crear atmósferas de conflicto, ambientes de hostilidad e intolerancias, debido al deterioro general de la salud pública, uno de los temas fundamentales que los golpistas han preferido resolver con fiscales, jueces, fusiles y soldados.
A las puertas del evento político más importante del año, los principales propietarios de los poderes del Estado, sus fuerzas mediáticas, sus brigadas evangélicas y sus escuadrones militares, hacen diversos esfuerzos para tocar las emociones primarias del pueblo crispado por la pobreza, las violencias y las desesperanzas.
El objetivo de las mafias que llevan secuestrado el timón del Estado hondureño es parar los electores independientes, las personas indecisas y todo ser humano sufriendo parálisis identitaria, a fin de mantener altos los votos del corral, y abrir espacios de perturbación que les permita maniobrar la ilegalidad, y mantenerse chupando la sangre de 9 millones de personas.
Este método es bien conocido. Aprovechándose de la herida mortal de 2009, las mafias han dirigido los procesos electorales de 2013, 2017 y 2021, con los mismos recursos ideológicos y estrategias económicas del fascismo de 1930.
Pero no vamos a retroceder demasiado en el tiempo, porque queremos plantear con claridad la idea de esta noche. Si bien la basura mediática que destilan las élites socias del Chapo Guzmán tienen poder de expansión geográfica, el pueblo en general ha llegado a un nivel de conciencia tal que la transición democrática parecería ser inevitable.
En esa convicción, las elecciones de 2021 no serán definidas ni por las campañas de odio contra el chavismo, el comunismo, el socialismo ni por los llamados contra el aborto, el matrimonio de la diversidad sexual ni siquiera por la corrupción criminal de los socios del cartel de Sinaloa. Se definirán precisamente por esta sed anti narcótica, por esta urgencia de reemplazar el modelo inmundo de la criminalidad organizada que nos avergüenza hace ratos como Nación.
En Honduras, desde el caserío más recóndito de 35 personas hasta la ciudad de dos millones de habitantes, se entiende que un golpe de Estado quebró el contrato social y político del país, y que ese crimen no se resuelve para siempre con bonos, bolsas de churros, refrigeradoras, chafas ni emigraciones masivas. Ese rompimiento se resuelve con democracia.
En este programa entendemos la democracia como la construcción participativa de la justicia social con equidad económica, porque las desigualdades no se resuelven en el mercado con su ley implacable de oferta y demanda ni se resuelven con el sostenimiento familiar de las remesas de braseros explotados. En esta ecuación el Estado debe recuperar su rol estabilizador, no de repartidor de 7 mil pesos en elecciones. ¡Canallas!
Entonces, si retomamos la idea que la ciudadanía llegó a la conciencia de la transición inevitable, el llamado de este programa es salir a votar sin miedo y a defender sin miedo el ejercicio de este derecho humano.
Los titulares que difunde el terrorismo mediático para impedir el avance hacia la transición democrática de la unidad, el amor y la esperanza, son muchos y diversos.
Fiscales y jueces analizan reformas penales del 7 de octubre, las penas son de 10 años o más a quienes convoquen, participen o financien manifestaciones públicas.
Los servicios de immigración del régimen impiden el ingreso de Adriana Sivori, periodista de la cadena latinoamericana de televisión, Telesur.
Activistas del ministerio de salud confiscaron todas las viejas llantas inútiles en Honduras, para evitar protestas públicas contra los zancudos transmisores del dengue.
La policía secreta descubre manuales terroristas para evitar efectos de los gases lacrimógenos lanzados por sus colegas militares.
La inteligencia militar decomisa manuales que explican cómo fabricar candiles para iluminarse por las noches, si los civiles cortan la energía.
Empleados de Calidonio en San Pedro Sula culpan a un movimiento político de envasar alcohol en botellas de refrescos.
Los supermercados son vaciados por consumidores que entregan bonos centenarios en memoria del 15 de septiembre de 1821. Se agota la gasolina por la guerra en Yemen.
El Congreso Nacional aprueba un decreto que prohíbe la portación de armas antes, durante y después de las elecciones generales, excepto si usted se pone un uniforme.
Israel, el gran vendedor de armas y consejero del ejército de Honduras, abre su embajada en Tegucigalpa para cantar el Aleluya.
Cúpula oscura del partido liberal controlada por ex presidente nefasto negocia el Congreso Nacional antes de las elecciones… denuncia Rodil Rivera.
Llegan a Tegucigalpa representantes del Departamento de Estado de Estados Unidos a observar elecciones que sus colegas avalaron en 2013 y 2017.
Naciones Unidas despliega su personal de derechos humanos en 18 departamentos de Honduras, mientras ASJ promueve en la víspera acuerdos de paz con fuerzas armadas debido al clima de guerra en el conejo.
A pesar de esos y otros anuncios previos al 28 de noviembre, la decisión de la población mayoritariamente opuesta a la dictadura es salir a votar y enfrentar de modo cívico el desafío de la historia.
Con sabiduría ancestral, las fuerzas políticas alternativas comprendieron que a nivel local las alcaldías y a nivel nacional las diputaciones son tan o más importantes que la presidencia del Ejecutivo, y se aglutinan al PINU, a Salvador y a Libre para enfrentar electoralmente al crimen organizado.
Anoche, la Convergencia contra el Continuismo decidió llamar a votar consciente, sin miedo, y a defender la determinación del pueblo. Carlos H Reyes en la víspera le dijo claramente a un grupo de los llamados observadores internacionales: ustedes vienen aquí con un discurso colonizador de calma general, están aquí para vender la idea de pacificación, que realmente aporta un aval a quienes traman acciones ilegales y utilizan la violencia institucional para jodernos. Cualquier cosa que digamos nos representa a nosotros, pero no les importa a ustedes.
Dijimos al comienzo que la idea de esta noche, sin ignorar el carácter expansivo de la basura mediática que el Perro Feliz llama telecacá, es destacar el nivel de conciencia de la población hacia una transición democrática inevitable. De lo que se trata es de ponerle fin, ahora o más tarde, al modelo apoyado por el Comando Sur y el Departamento de Estado de Estados Unidos, para producir y transportar drogas y dinero.
Una vez más, de lo que se trata es de preguntar de nuevo a los demócratas ciudadanos de Estados Unidos si quieren continuar con los herederos de Pablo Escobar y el Chapo, o nos dejan a otros hondureños y hondureñas reconstruir el país destruido. Esa reconstrucción debemos hacerla junto a Estados Unidos y a otros países concernientes, para ser honestos.
El modelo que propone la transición no es asunto de otro mundo, para decirlo francamente, se ocupa primero de reconstruir el edificio del Derecho, no podemos continuar con el aparato habilitante de la corrupción y del fascismo institucional actual, que destruye el medio ambiente y persigue las diferencias como amenazas al status quo.
Nos vemos el 28, nos encontramos el 28, seguimos juntos el 28 y nos reunimos enseguida para continuar. La lucha es permanente. El pueblo siempre gana, unidos nunca vencidos.
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