https://agenciatierraviva.com.ar/
Por Susi Maresca *
Foto: Susi Maresca
El litio es un mineral imprescindible para los autos eléctricos. Está asociado a la llamada “transición energética”, una falsa solución impulsa por empresas y gobiernos contra la crisis climática. Viaje al Salar del Hombre Muerto, donde la explotación de litio consume millones de litros de agua, seca ríos, contamina y viola los derechos de los pueblos indígenas.
—¿Dónde empieza el salar?
—Todo esto ya es el salar, de ambos lados.
—¿Y dónde está la sal?
—Al final, en aquel sector. Es lo que queda.
—¿Esa mancha lejana?
—Sí.
En Catamarca existen al menos 18 proyectos de litio que se encuentran en diferentes etapas: prospección, exploración inicial y avanzada, factibilidad y producción. Pareciera que efectivamente el litio es el nuevo oro de la denominada «transición energética».
A fines de 1997, Minera del Altiplano Sociedad Anónima (actual Livent, subsidiaria de FMC Lithium) inauguró el proyecto Fénix, sobre el Salar del Hombre Muerto, donde posee una planta de carbonato y cloruro de litio, con una producción anual promedio de 16.500 toneladas que exporta a sus propias plantas industriales de Estados Unidos y China.
Mientras tanto, el departamento de Antofagasta de las Sierra está ubicada a 597 kilómetros de San Fernando del Valle. Su población, de 1800 habitantes, carece de los servicios básicos de calefacción y transporte, paga altos valores por la electricidad y el agua. y la Dirección de Gestión Ambiental Minera recibió varias denuncias por la contaminación y exterminio de la vega del río Trapiche.
Aunque suele publicitarse como “energía limpia”, la extracción de litio implica sobreconsumo de fuentes de agua, uso de químicos contaminantes, desplazamiento de poblaciones y una invasión propia de la época de la colonización. Allí, actualmente, existen ocho proyectos de extracción de litio de ocho empresas diferentes. Un saqueo posmoderno.
Foto: Susi Maresca
Nieve y miedo
Hace frío. Días atrás nevó y está todo cubierto de blanco. Cuentan sus habitantes que no fue una gran nevada, que cada año es más escasa. A medida que se sube, el paisaje es imponente, da la sensación de que ahí se inició el mundo. Los caminos serpentean las montañas. Los colores, las formas que fue dejando la lava de los volcanes, los animales corriendo en la inmensidad, el sonido del viento. La sensación de que la vida fue dejando señales, durante miles de años, que van susurrando a cada paso sus historias.
Es domingo, pero los camiones de las empresas mineras no dejan de pasar.
¿Qué se llevan? “Un poco el presente, un poco el pasado, un poco el futuro”, dice Alfredo.
El patrullero nos persigue y la empresa Livent manda a su seguridad, que también nos persigue. Como en muchas provincias afectadas por la megaminería, hay miedo.
Foto: Susi Maresca
El verdadero “triángulo del litio”
Hace más de 25 años comenzó el proyecto Fénix en el Salar del Hombre Muerto, a 97 kilómetros de la villa de Antofagasta de la Sierra, por la ruta provincial 43. Es un proyecto de megaextracción de litio en las salinas. Se extrae carbonato y/o cloruro de litio, ulexita y, sobre todo, agua.
La primera empresa fue Minera del Altiplano, actual Livent, radicada en Estados Unidos y que pertenece a la corporación FMC Lithium.
Verónica Gostissa, abogada especialista en derecho ambiental, integrante de la asamblea Pucará (Pueblos Catamarqueños en Resistencia y Autodeterminación) relata: “Este proyecto tiene altos niveles de extracción que empiezan a tener un giro en los últimos años a causa de la llamada transición energética. Una vez más la dinámica entre el norte global y el sur global habla de un saqueo de los bienes comunes a los países del sur para sostener esta transición energética del norte con un costo ambiental altísimo e irreparable”.
En esta transición energética que quiere dejar atrás la utilización de hidrocarburos y combustibles fósiles hay algunos interesados fundamentales. Según el diario La Nación, “a partir de 2022, la Argentina se convertirá en el segundo mayor productor de litio en el mundo, solo por detrás de Australia. La empresa de automóviles BMWfirmó un contrato multimillonario con Livent, pero no es la única, también está la multinacional estadounidense Tesla, de autos eléctricos.
En abril de 2021, el gobierno nacional junto a gobernadores de las provincias de Jujuy, Salta y Catamarca inauguró la Mesa del Litio. “El objetivo es impulsar el desarrollo de este sector clave para el NOA y la industrialización de materias primas en el país”, señalan. Nuevamente Argentina productor de materias primas a costa de las poblaciones y del agua. Nuevamente desoye a las comunidades, sus demandas y necesidades, nuevamente convirtiendo al país en una zona de sacrificio a cambio de unos pocos dólares y una deuda eterna.
En el contexto internacional, Livent con el proyecto Fénix decidió duplicar su producción, a la que se le suman ocho empresas con ocho proyectos en diferentes estados. Uno de los mayores es el de Galaxy Resources Ltd, con el proyecto llamado «Sal de vida», una empresa que se acaba de fusionar con la compañía Oro Cobre en agosto de 2021, la misma que extrae litio en Jujuy con denuncias de las comunidades por contaminación y falta de consulta pública. Ambas empresas son de origen australiano fusionadas en Allkem.
También figuran las empresas Posco Argentina, multinacional de origen coreano, y Alpha Litihum corporation, mitad australiana y estadounidense.
En Ministerio de Minería de Catamarca señala al menos quince proyectos de extracción de litio. Parte de ellas operan sobre territorios indígenas de la comunidad Atacameños del Altiplano. Aunque las leyes nacionales establecen que debe obtenerse el consentimiento libre, previo e informado a las comunidades, nada de eso se cumple.
Para la asamblea Pucará el llamado “triángulo del litio” que conforman Argentina, Chile y Bolivia, no es el triángulo real. “El verdadero triángulo del litio es el enorme vínculo entre las fuerzas de seguridad, el Estado y las empresas multinacionales”, resumen.
Foto: Susi Maresca
El hombre muerto
En el Salar del Hombre Muerto la vida y la muerte se fusionan y por momentos los límites son imperceptibles. Por otros, son abrumadores. Grandes lagunas verde-esmeralda con un olor ácido y fétido, que de lejos parece un paraíso sin vida. Donde están las aguas contaminadas no hay un solo animal y los pocos lugares donde el agua todavía brilla, como en el río Los Patos, hay aves por doquier. A Román Guitián, el cacique de 42 años de la comunidad indígena diaguita Atacameños del Altiplano, una ruta le atravesó su casa y sus tierras, donde están sus ancestros.
El “hombre muerto”, que le da el nombre al salar, eran unos restos humanos que encontró su bisabuelo. “La tumba grande es la de mi bisabuelo y la chiquita es la famosa tumba del hombre muerto, que la encontró mi bisabuelo al término de la anhidrita (un mineral cristalino que se encuentra en la zona), lo trajo y lo sepultó acá. Él pidió que cuando muera lo sepulten a su lado y ahí está. Estas son tierras ancestrales, aquí han vivido muchas generaciones de mi familia. Toda la vida. Acá vivió mi bisabuelo que era padre de mi abuela y mi abuela que era madre de mi madre. Vivieron y murieron aquí. Están aquí. Se dedicaban a la ganadería, pesca de truchas en el río Los Patos y a la siembra”, cuenta Román.
Antiguamente el salar era un lugar de intercambio con otras comunidades. La sal que abundaba, y que hoy escasea, era insumo para intercambiar por lana y carnes.
Foto: Susi Maresca
Convenios internacionales y leyes incumplidas
El salar, cuyo sistema de lagunas se ve amenazado por la actividad minera, está a más de 4000 metros de altura en la Cordillera de Los Andes pero no integra el sistema de Lagunas Altoandinas y Puneñas, protegido desde 2009 por el Convenio Ramsar para la conservación internacional de humedales. La exclusión no fue casual: se trató de una decisión expresa del gobernador de Catamarca en 2008, Eduardo Brizuela del Moral, que facilitó el avance extractivo.
La reforma de la Constitución Nacional de 1994, además de regalar los territorios a las empresas multinacionales, reconoció la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas y los derechos de propiedad comunitaria respecto de las tierras que han ocupado tradicionalmente, así como el derecho de administrar los recursos naturales. El derecho a la posesión de la tierra implica que la misma no puede ser enajenable, transferible, ni susceptible de gravámenes o embargos. Además, el Estado adhirió a acuerdos internacionales como la Carta Interamericana de Derechos Humanos y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (Dnudpi).
En el 2000, Argentina ratificó el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales, un convenio de naturaleza supralegal, superior a la ley nacional. Establece que los pueblos indígenas deben ser consultados respecto de cualquier medida legislativa o administrativa que los involucre, y que esto es responsabilidad del Estado. En relación con las actividades extractivas, enfatiza que las consultas deben realizarse antes de cualquier aprobación de una exploración o explotación. Esto nunca sucedió, denuncia Verónica Gostissa.
Foto: Susi Maresca
“Desde que llegó la empresa hay mucha muerte”
Camilo Condorí tiene 63 años, las manos curtidas y ganas de morirse en su tierra. Le instalaron la planta de la empresa Livent a unos 1000 metros de su casa y ahora quieren que él se vaya para hacer más piletones de salmuera. Le cortaron sus tierras a la mitad con un camino minero, igual que al cacique, y le pusieron candado a la tranquera que conecta con la casa de su familia. Para visitar a su madre, tiene que pedirle permiso a la empresa.
Camilo anda en bicicleta. No dejará su tierra. Resiste.
Entre otros promesas, cuenta que le dijeron que volverían a habilitar el camino hasta la casa de su madre. Pero no cumplieron.
“Solía tomar agua de una vertiente que es natural, de agua dulce, cerca del salar. Ahora hace un tiempo ya no voy para ahí porque me empezó a hacer mal. Me arden los ojos y me comienzo a sentir mal. Me hicieron un pozo acá que es a penas para lavar ropa, para bañarme, para nada más. No es para consumo. Dicen que esa agua no está contaminada (señala la laguna) pero si la tomo me enfermo. Porque nosotros somos nacidos, criados aquí. Antes no había ningún vapor, no había nada. Ahora de mañanita hay humareda, un vapor, como si fuera agüita hervida. Pero ellos dicen que no tiene nada”, explica.
—¿Cómo era el camino y qué pasó?
—Antes era camino derecho, por donde quieras andabas tranquilo, no había ninguna molestia de nada. Y ahora, desde que llegó la empresa, hay mucha muerte, ves todo lo que han arrancado (señala los pastizales que sacaron).
—¿La empresa le propuso que usted se retire de acá?
—Si, hasta el mismo Intendente quiere que uno salga de aquí. Darle lugar para la empresa. Todos son… ¿cómo se dice? Alcahuetes. Nadie está a favor de uno, únicamente él (señala al cacique Román) pero él es de aquí así que… Poca gente está enojada por esto. ¿Cómo va a venir una empresa de otro lado a sacarme? Él lo ha dicho, no hay que aflojarle… ¿Adónde voy a ir yo? ¿A otra parte? No, no hay que salir.
—¿Y su salud cómo está?
—Ando un poco medio mal. Me duele arriba. La última vez que fui al médico fue para el Año Nuevo. Tengo vómitos, debilidad. Tomo aspirinetas que me ha recetado una doctora para que no pueda llegar a una ACV.
—¿Su campo cómo era antes de que llegara la empresa?
—Y bueno, era todo, había animales. Pero después que alambraron ya no podés tener hacienda. La vega era grande (refiere al río Trapiche que está seco a causa de la megaminería). Ese camino (señala) era de todos aquí, pero ahora lo han hecho para ellos nomás. Nooo, son tremendos, estamos hasta la manija. ¿Cuándo le vas a hacer entender? Habiendo salud ya se puede luchar.
Román Guitián agrega: “El humedal donde ellos tiran el desecho de la planta al agua dulce está a 50 metros. Esa agua que ellos tiran del desecho de la planta la tiran al salar. En la vega está el pocito de agua donde sacamos el agua para tomar toda la vida. Esta empresa minera desde que arrancó, siempre tiró el agua ahí. Con un ecualizador que ellos llaman dicen que le bajan el PH, pero son mentiras porque esta agua nunca, desde que vivimos acá, fue de ese color y tampoco en las mañanas, que cuando recién amanece empieza a tirar un vapor y todo eso nunca pasaba antes. Por eso nosotros decimos que esta agua está contaminada. Pero no podemos hacer un análisis porque no tenemos la cadena de custodia donde poder llevarlo a un laboratorio seguro para hacer los estudios y comprobarlo. Nuestra palabra no vale”.
Foto: Susi Maresca
El río Trapiche seco y el acueducto para las mineras
Otro de los grandes problemas actuales en el salar es que las empresas (Galaxy y Livent) quieren hacer un acueducto de 35 kilómetros y ya comenzaron las obras. El acueducto va desde el río Los Patos hasta la planta de la empresa.
Patricia Marconi, bióloga con doctorado en manejo de cuencas hidrográficas y cofundadora de la Fundación Yuchán, afirma: “Uno de los impactos inmediatos sobre la extracción de agua dulce para el procesamiento de litio, en los primeros años de la instalación del Proyecto Fénix, fue la desecación completa de la represa construida sobre el río Trapiche, que implicó la pérdida de entre 16 y 20 hectáreas de vega de una formación vegetal que requiere de condiciones de inundación permanente y es uno de los lugares de mayor productividad primaria. Zona de pastoreo de camélidos domésticos, llamas y vicuñas. La extracción de agua promedio (de la minera) es de 650.000 metros cúbicos por hora, todos los días”.
La Fundación Yuchán, que trabaja desde 1996 a través de un programa integrado por especialistas de Argentina, Bolivia, Chile y Perú, tuvo acceso a los informes de impacto ambiental pedidos por la Secretaría de Ambiente de Catamarca. Patricia Marconi señala que los estudios de impacto ambiental son presentamos como si fueran proyectos únicos en la cuenca, no mencionan a las otras empresas, salvo para decir que el área es muy exitosa en cuanto a la calidad del litio que se obtiene. Las compañías no relacionan el uso que van a hacer todas ellas del mismo recurso (las salmueras que son extraídas del salar y posteriormente llevadas a piletas de evaporación para obtener un concentrado de salmuera que luego es procesado, como del agua dulce que obtienen de los ríos para el procesamiento del mineral).
No se tiene en cuenta lo que se llama impactos acumulativos y sinérgicos, pese a que a partir de una resolución del Consejo Federal Minero (Cofemin) las tres provincias del noroeste que están involucradas (Jujuy, Salta y Catamarca) se comprometieron a tener en cuenta estos impactos.
La bióloga precisa que menos del uno por ciento del agua dulce del planeta está disponible y de ese uno por ciento, el 97 por ciento es agua subterránea. En la Puna se encuentra en acuíferos a distintas profundidades. En este contexto, este tipo de minería es una megaminería de agua ya que se estima que consume por tonelada de carbonato de litio final, entre uno y dos millones de litros de agua.
“La proporción de agua dulce es muy alta. En el caso del Proyecto Fénix, con los caudales solicitados, estos 650.000 litros por hora representan lo que la ciudad de Antofagasta de la Sierra consume en 14 días. Esto para dimensionar la incidencia que este tipo de actividad extractiva tiene sobre el agua dulce en un territorio que es un desierto de altura, sumamente árido donde llueven menos de cien milímetros anuales y donde el balance hídrico natural (la cantidad de agua que entra al sistema por lluvia, nieve, deshielos y la cantidad de agua que sale del sistema natural por evaporación es de cada uno que entran salen siete) es negativo ¿Cómo se compensa? Con aguas subterráneas que aparecen a través de ríos, en lagunas que son los fondos de estas cuencas cerradas o cuencas endorreicas”, explica Marconi.
Foto: Susi Maresca
Violencia hacia los pobladores y la comunidad
Hugo Calpanchay es parte de la comunidad Atacameños del Altiplano y sonríe. Recibir visitas amigables es todo un acontecimiento. Tiene 36 años y se levanta a las 5 de la mañana para darle de comer a sus ovejas. Elije sacarse la foto delante de un galpón que construyó hace poco con los plásticos que vuelan de los piletones de las empresas mineras y que él va recolectando como reciclador de la Puna.
“Hubo varios episodios de criminalización, causas judiciales y persecución policial, como modo de acallar las voces que empezaron a surgir después de tantos años de silencio y tolerancia al avance extractivo de las empresas, la acumulación de riquezas y, por ende, la destrucción del salar y sus territorios”, relata Verónica Gostissa.
Hugo fue acusado de amenazar con incendiar la empresa. Lo detuvieron en 2019 y la causa sigue abierta, sin pruebas. “Cuando se hizo conocido lo que me pasó, lo que me hicieron, venía una psicóloga de la empresa y me llevaban al médico, a que me atienda. Ahora solo me traen la alfalfa para las ovejas de vez en cuando, acá no crece nada. Quieren que nos vayamos, pero acá seguimos porque ésta es nuestra tierra”, recuerda.
Quien llevaba esa causa era el fiscal Jorge Alberto Flores, destituido de su cargo en mayo por irregularidades con una empresa que, a nombre de su esposa, era proveedora de alimentos de la minera.
A Patricia Reinoso, profesora de una escuela de Antofagasta de la Sierra, le hicieron un sumario y estuvo todo un año sin cobrar su sueldo, corrida de su cargo de docente, por el solo hecho de acompañar la defensa del Salar.
La familia Morales tiene un título de posesión de tierras con una antigüedad de más de cien años. Y también sufrieron acoso policial. Fue luego de que el intendente, Julio Taritolay, decidiera que los camiones y máquinas inmensas de la minera atravesaran las tierras ancestrales de los Morales.
Las mineras necesitaban pasar por allí, un camino al costado del pueblo, para que los vecinos no vieran los inmensos caños que iban rumbo al Salar para hacer el acueducto del río los Patos.
Santiago y Alfredo Morales volvieron a colocar los alambrados que contienen a sus animales y llegó la policía a cortarlos sin ninguna orden, decían ser mandados por el fiscal Flores y el Intendente Taritolay. Se llevaron detenidos a Santiago, su compañera con problemas cardíacos y una hermana, a los golpes y tirones. Los acusaron de resistencia a la autoridad y, luego de dos años, la causa sigue abierta.
Foto: Susi Maresca
Los lunes de las almas
Eli Mamani tiene dos hijas (Ludmila de 19 y Naiara de 9). Además, es parte de la comunidad Atacameños del Altiplano y la compañera de Alfredo desde hace 25 años. Una luchadora de la vida emigró de Salta en busca de su padre y encontró en Antofagasta un lugar que creía seguro para su familia. Hoy piensa cómo salir adelante, participa de charlas, se junta con las otras mujeres en el cementerio los lunes, porque es el día de las almas. Quiere que se organicen para compartirse conocimientos y poder armar un microemprendimiento de tejidos. “Algunas saben hilar, otras en el telar, a mí me gusta tejer”, señala. Junto a su familia, una vez por semana hacen pan y bizcochos para vender. Dice que no está en contra de la minería, sino de la enorme contaminación que dejan, de las promesas incumplidas de los puestos de trabajo que nunca llegan, de los jóvenes sin futuro que tienen que irse para estudiar o conseguir trabajos dignos. Le encanta hacer de guía turística y cree en el futuro, pese a todo.
* Susi Maresca desde Catamarca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario