lunes, 15 de noviembre de 2021

¿Quo vadis homo sapiens?



The Oil Crash

Por Rafael Íñiguez Sánchez 

Voy a intentar presentar lo que percibo y no se ve fácilmente. Trata sobre la reciente trayectoria de nuestro mundo. En esta breve reflexión quiero cuestionar… ¿Qué deberíamos hacer para continuar nuestra existencia con lo que debería llamarse “actuar correctamente”? Tengo aún la suerte de poder acceder a foros como en el que ahora escribo y tomando provecho de ello, os envío un decálogo para la reflexión.

Probablemente estemos en el momento de la historia de la humanidad que deberíamos llamar su cénit, aunque no lo percibamos, ya que “los árboles no nos dejan ver el bosque” y esperamos y exigimos la “continuidad de la súper abundancia”. Sólo el recuento de los seres humanos que poblamos el planeta nos muestra que hemos sobrepasado superlativamente todos los registros históricos de población, además con crecimientos que siguen patrones exponenciales y en tiempos ultracortos, somos víctimas de nuestro éxito. No obstante, tímidamente, estamos perdiendo el recato a lo políticamente correcto y empezamos abiertamente a plantearnos que hay una superpoblación (humana). Además, lo que antes era deseable por todos los países y comunidades, es decir, el crecimiento demográfico de los pueblos, ahora se torna como un gravísimo problema que no sabemos reconducir sin beneficio para unos y perjuicio para otros. Esto se debe a que los bienes básicos que hasta ahora nos permiten nuestra forma de vida empiezan a no estar disponibles para todos. Estos bienes básicos son todos proporcionados por la puesta en juego de inmensas y continuas cantidades de energía de origen fósil: carbón, petróleo y gas natural, cuyos suministros no podemos ya incrementar. Además, el balance neto de la energía disponible que nos resulta útil (TRE) a los humanos decrece sin cesar.

Para poder lidiar este problema deberíamos primero conocerlo y además tenemos que verlo con perspectiva y ser conscientes de que, en conocer el problema, estará la solución.

El decálogo de premisas que observo que generan la situación son:

  1. Es un problema, por alcanzar límites físicos, de escasez.
  2. Aunque los poderes económicos pretenden conducirlo, está fuera de su control.
  3. Al ser una situación histórica sin precedentes, no existen soluciones probadas.
  4. La falta de información y la dificultad de anticipación, por ser un sistema dinámico extremadamente complejo.
  5. La emocionalidad extrema y falta de objetivos reales por las limitaciones propias de los humanos, producen respuestas parciales y erráticas.
  6. La pérdida de cultura popular y capacidad de supervivencia autónoma.
  7. El acopio brutal de riqueza de unos grupos minoritarios.
  8. La presencia de un guion elitista trazado como una hoja de ruta improvisada y alegal.
  9. La fragilidad y vulnerabilidad extrema del sistema en el momento actual.
  10. El desconocimiento de la población de la transcendencia de la situación actual.

Evidentemente existen claras interrelaciones que se realimentan entre ellas, pero cada una es un clavo del ataúd del proceso de caída del sistema actual.

Haré un pequeño desarrollo de cada punto para su mejor comprensión:

  1. Es un problema, por alcanzar límites FÍSICOS, de ESCASEZ.

No tenemos capacidad de incrementar la energía disponible para nuestros usos “útiles”. Podemos quemar los últimos cartuchos, cortar las últimas palmeras como en la isla de Pascua o quemar las paredes de nuestros vagones como la mítica película de los hermanos Marx, pero después ya no quedará qué quemar. La técnica del fracking, el petróleo polar, los yacimientos marinos ultra profundos o las arenas bituminosas del Canadá son ejemplos de la desesperación por obtener energía, las adjetivamos como ‘no convencionales’ y las ofrecieron como un gran negocio cuando solo en el ámbito económico han dejado un reguero de deuda impagable y en el ecológico unos eriales de contaminación que durarán décadas. La energía fósil concentrada es nuestra esencia, pero es cada vez más escasa y la ración ‘per cápita’ es más pequeña. Además, la energía “basal” en circulación para que funcione el sistema ya no alcanza para sostener los sistemas “vitales” y las primeras convulsiones se están manifestando, estas se siguen enmascarado hasta ahora con la emisión deuda. El problema es que no es posible prolongarlo más, al menos con un sistema con la complejidad y dimensiones existentes.

  • Aunque los poderes económicos pretenden conducirlo, está fuera de su control. Algunos podrían decir que los poderes son políticos, pero aunque la representación del poder es la política, las verdaderas decisiones son de los actores que ostentan la propiedad real de la riqueza. Eso sí, ninguno tiene la solución del problema, sencillamente porque no puede existir un ‘crecimiento infinito en un mundo finito’. Además, la desconexión del mundo real de políticos y magnates es tan extrema que no podrían tomar las soluciones correctas tan solo por razón de la baja probabilidad de acierto ante la ignorancia e incomprensión del verdadero problema de límites físicos. De hecho, pienso que creen estar por encima de los problemas materiales, al menos en su ámbito cercano, lo cual crea la distorsión que hace que no sepan que el problema está realmente fuera de su control. Varios dichos me vienen a la cabeza: “El que no sabe es como el que no ve” y “Mantenella y no enmendalla”. Este es el mayor obstáculo para el resto de los humanos, no hay nadie bien preparado al timón y muy pocas opciones de que esto cambie para mejor.
  • Al ser una situación histórica sin precedentes, no existen soluciones probadas.

Hemos llegado al límite planetario, hace 500 años ocupamos completamente el planeta al “descubrir” América. Hitos como el manejo del fuego, la agricultura, la pólvora, el carbón con la máquina de vapor, el petróleo con los motores de combustión, la aviación, la electricidad, los antibióticos, la revolución verde, la energía nuclear, la computación y las telecomunicaciones instantáneas, etc. son ahora una gran parte del problema. Hemos crecido en consumo de energía a lomos de estos avances y ahora toca decrecer desde el mastodóntico tamaño que tenemos, pero sin estos recursos tecnológicos. Si la súper abundancia de energía clave de nuestro éxito desaparece, nosotros desapareceremos con ella. No existe precedente de esta situación por sus dimensiones. Es por esto que podrá pasar cualquier cosa y la historia de las caídas de otras civilizaciones apuntan a que pueda suceder rápido, en forma de colapso.

  • Falta de información y anticipación, por ser un sistema dinámico extremadamente complejo.

Dicen que con el pecado va la penitencia…

Como el sistema climático planetario donde están en juego vastas cantidades de energía, la humanidad también se comporta como un sistema dinámico no lineal y cuyas ‘reacciones’ responden al modelo del ‘efecto Mariposa’ de los sistemas ergódicos. Esta imprevisibilidad hace que el intento de solucionar problemas (estados no deseados) con interacciones, (vamos a probar esta solución…) genere grandes posibilidades de diferentes sucesos y además de que la reacción pueda tener magnitudes desproporcionadas.

Cuando tratamos un niño pequeño, por su falta de madurez, los adultos los manejamos con mentiras benevolentes y dosificando la información. Así también tratan los gobernantes a los gobernados. Por desgracia, los abismos culturales y la vastedad de los campos de la ciencia han hecho que la manipulación de la sociedad sea relativamente fácil y generalizada, a veces con buena intención y otras satisfaciendo los peores intereses. Esta desinformación (intencionada o no), crea una falta de conciencia ‘real’ de los problemas. En cualquier caso la tentación por ejercer el control total y el temor a “estampidas” del gran rebaño humano está suponiendo un creciente y continuo recorte de todo tipo de información y “derechos” que antes dábamos como fundamentales e irrenunciables.La información es poder y el que lo ostenta cree que por ejemplo con los nuevos procesos continuos del BIG DATA, el manejo global por unos pocos va a ser un hecho posible. Creo que nada más lejos de la realidad ya que la información aun siendo infinitamente mayor, es incompleta al desconocer muchísimas variables y sus interacciones. Tan solo por la ‘variable humana’ creer en verdaderas predicciones es ciencia ficción. Estos deseos de control total del mundo se han repetido en la historia una y otra vez y hasta ahora siempre fueron solo sueños.

  • La emocionalidad extrema y falta de objetivos reales por las limitaciones propias de los humanos producen respuestas parciales y erráticas.

El ser humano está muy desnaturalizado, hace ya tiempo que la población urbanita superó a la rural. El hombre es un extraño en su mundo y sin contacto con la naturaleza de la que surgió. Las culturas de las regiones, surgidas de la naturaleza y el clima de los países se han perdido a favor de la ‘fugaz moda’, la globalización, el consumismo y las cadenas de suministros. Los jóvenes que deben incorporarse a la sociedad como individuos con un proyecto de vida están ante un horizonte dibujado en una muralla de limitaciones, pensamientos acotados y una existencia estabulada. Este vacío se trata de manejar con “mundos virtuales” como las “redes sociales” y nuevos fines o éxitos vitales cuyo mayor exponente es la obtener riqueza en ‘dinero’ a través de por ejemplo ser un “influencer” y/o entregar la intimidad y la autonomía personal: no te pares a pensar y “sobre todo no pienses”. Traducido a Román paladino: No se permite la discrepancia y se hace una cesión completa de la libertad, ¡pero ojo!, sin libertad ya no habrá ni ‘individuo’ ni “ser humano”. Toda esta pérdida de capital humano, junto con, la degradación y deshumanización agrava aún más estos problemas.

  • Pérdida de cultura popular y capacidad de supervivencia autónoma.

La civilización es un sistema complejo, cada función necesaria para su funcionamiento se ha mecanizado y ha incorporado una gran cuota energética para su especialización. Las tareas más simples se nos han ofrecido como bienes de consumo. Toda una gama de usos y servicios como: el internet de las cosas, robots que cocinan casi solos, lavadoras híper-automáticas, secadoras inteligentes que planchan, calculadoras científicas, precocinados al gusto, barredoras, coches autónomos, navegadores GPS, guías virtuales, Siris, Alexas, traductores automáticos, ‘speechers’, ascensores inteligentes, smartphones, precursores de texto, correctores ortográficos, masajeadores de pies y hasta “satisfyers”. Todo esto sin hablar de cosechadoras, redes de logística con todo a domicilio y una gama infinita de bienes y servicios al alcance de un “click”. Además, como en las grandes empresas estratégicas cada parte solo conoce la parte de la ecuación con la que trabaja, solo una élite privilegiada tiene el conocimiento general, somos como cajas negras que aplicamos protocolos aprendidos sin saber qué pasó anteriormente ni qué hará él siguiente a nosotros con nuestra obra.

¿Cómo solucionaremos en el futuro no tener habilidades para abastecernos por nosotros mismos? ¿Sabremos ir a conseguir y dónde, determinados bienes? ¿Tendremos curiosidad de nuevo para saber que hay dentro de los utensilios que ahora usamos y que suponen poder continuar satisfaciendo cada una de nuestras prioritarias necesidades? ¿Continuará disponible la anterior cultura de la que venimos y sus cauces de enseñanza? ¿Con la pérdida del uso del papel impreso y los libros, estará a salvo nuestra información en caso de fallo de los sistemas informáticos que suponemos para siempre? Quizás el hombre esté ahora más desnudo y vacío que nunca, y envuelto en una finísima película de plástico.

  • Acopio brutal de riqueza de unos grupos minoritarios.

No haría falta detenerse mucho en este punto, cada vez la riqueza mundial está más concentrada en manos de unos pocos y en esto sí que hay consenso global.

Existen “grandes fondos de inversión” que cuyos activos son mayores que el PIB de superpotencias económicas mundiales como Japón, Alemania o India. Están además diversificados en todos los sectores estratégicos: Banca, farmacéuticas, defensa, alimentación, compañías energéticas, aviación, industria pesada, comunicaciones, y un larguísimo etcétera de actividades. Todos estos sectores, están participados en grandes porcentajes y son regidos por estos colosos de las finanzas. Propietarios anónimos poseen estas entidades que baten semestre a semestre unos beneficios incomprensibles para la mayoría de los humanos.

  • Presencia de un guion elitista trazado como una hoja de ruta improvisada y alegal.

Esto es consecuencia directa de los puntos 3, 4, 5 y 7. Términos como Agenda 2030, Agenda 2050 o ‘Nueva normalidad‘ no paran de acuñarse. Ya tuvimos el Horizonte 2020 y otras ‘fechas objetivo’ (todas de objetivo económico-financiero) que han ido llegando con acuerdos de reducción de emisiones, freno a las causas del Cambio Climático, implantación del coche eléctrico o la sustitución continua y voluntaria de fuentes de energía fósil por renovables. Todos hasta ahora han sido publicitados como una voluntaria y placentera transición a un mundo verde y bucólico en el que no se iban a producir ni molestias, ni recortes, ni pérdidas de calidad de vida tal y como la conocemos. Pero contrariamente a lo esperado y envueltos en prisas y emergencias estos objetivos se vislumbran que se van a imponer de una manera dolorosa y restrictiva, acompañado de carestía y resiliencia obligada. Los dictados del guion han cambiado radicalmente y aunque el cartel que se vende es muy bonito y colorido, detrás del telón, entre las bambalinas hay una lucha despiadada por los recursos que va dando una serie de suertes desiguales difíciles de evitar. En este punto se puede discrepar pero de forma general el poder existe y trata de imponer su dictado, otra cosa es que puedan salir las cosas mal y otra que no se intente. Además con las circunstancias tan cambiantes y los giros inesperados de los entornos, los reglamentos estables son una fantasía y la seguridad jurídica es cosa del pasado. Lo que hoy es blanco mañana es negro o viceversa y pasado mañana lo contrario. El que manda, manda y si algo dura muy poco es el vacío de poder.

  • Fragilidad y vulnerabilidad extrema del sistema en el momento actual.

La cadena es tan fuerte como el más débil de sus eslabones y hay mucho estrés en muchos de ellos. Un sistema complejo tiene diferentes órganos vitales especializados, cada uno puede fallar y todo en nuestra sociedad consume muchísima energía. Los precios de los alimentos, que son nuestra energía directa, están en máximos y hay escasez de fertilizantes. Los precios de los transportes marítimos por ejemplo se han multiplicado últimamente por cinco. Los combustibles al uso como gasolina o gasóleo no paran de crecer en orden porcentual de dos dígitos, en este año el 20%, el caso del gas natural es especialmente preocupante porque su pico de producción teóricamente estaba por llegar y el precio al equivalente energético en barriles de petróleo (BEP o BOE) es de 190$, más del doble de un barril real de petróleo. En un mundo donde la logística y el transporte está basada en los derivados del petróleo, las cadenas de suministro son extremadamente vulnerables, cualquier problema añadido como una dificultad de gestión aduanera o una conflictividad laboral, hacen que se detengan las cadenas de suministro como ha pasado en el Reino Unido. Las tensiones políticas entre vecinos rivales, como las que se están reavivando entre Argelia y Marruecos, amenazan al suministro de gas en la península ibérica este invierno por el planificado corte del flujo del gaseoducto en el Magreb, en el estrecho de Gibraltar, para este fin de mes de octubre. Particularmente creo que la seguridad de suministro de electricidad, la forma más pura de manifestación de la energía será lo primero en deteriorarse. Además, es el elemento más crítico para mantener al sistema en funcionamiento ya que todos los motores de los automatismos, las comunicaciones y la lógica de control son eléctricos. De hecho opino que sin electricidad retrocederemos una era. Veremos si la teoría de Olduvai no se convierte en el Teorema de Olduvai. Avisos y países afectados ya estamos viendo, China, Reino Unido o los Países nórdicos son hoy un ejemplo de auténticos apuros en mantener la seguridad del suministro energético.

  • El desconocimiento de la población de la transcendencia de la situación actual.

Por desgracia creo que con el estado actual de anestesia y pérdida de percepción de la realidad, fruto de la desconexión del mundo real, de la existencia de Fé en los milagros tecnológicos y del autoengaño, en complicidad con la manipulación masiva por los medios de propaganda del sistema, harán que caminemos hacia el colapso en la más absoluta ignorancia de dónde nos dirigimos y por qué. Además, el camino de vuelta a nuestro mundo anterior probablemente no existirá. Nuestra civilización será un pulso energético en el pasado que quizás ni figure en los registros de la historia.

A este decálogo, por su propio contenido, es difícil buscarle soluciones tal y como desearíamos. El problema es que aparecen tres partes en discordia: una los que gobiernan, otros los gobernados y otra nuestro hábitat, el planeta Tierra, con sus recursos finitos. Todas las salidas tienen la fácil tentación de pasar por ser contrarias al principio jurídico de que: “No se puede obtener beneficio de unos, en perjuicio de otros”. ¿Cómo conciliar los intereses de todos? ?

La justicia y la ley, por desgracia, no siempre son la misma cosa. La justicia está en nuestra percepción innata de todos los seres del bien y del mal, y lo que supone percibir que alguien te produce ‘perjuicio injusto’ plantea una respuesta de legítima defensa, y en las disputas, el mejor aliado es la razón. Decía en un párrafo anterior que no existían precedentes históricos de una situación como ésta, pero si han existido multitud de luchas críticas en las que al final se enfrentan “el bien y el mal”, en todas las literaturas mundiales, reales y ficticias, a través de la historia, en todas las culturas y en todas las religiones aparecen estas dos fuerzas, desde la Biblia a la “Guerra de las galaxias” aparecen los malvados todopoderosos y los buenos, armados con las fuerzas del bien, la razón y la justicia. Por suerte y aunque no sin pagar un caro tributo, el bien, suele prevalecer ante el mal, y no es eso lo que todos deseamos…

Es por lo anterior que creo que todavía estamos a tiempo de luchar por amortiguar las restricciones que podrán producirse en este ‘cambio de era’ que viene y si es así cada uno tiene que asumir la responsabilidad de su acción, correcta o incorrecta, o de su inacción, ya que en este mundo reaccionario todo tendrá consecuencias.


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