miércoles, 28 de agosto de 2019

Cultura patriarcal hace que la pobreza tenga rostro de mujer en Honduras



De piel curtida y reseca, con sus ojos tristes doña Marlen, quien vive en un bordo de San Pedro Sula, indica que anoche durmieron apenas una hora. La tormenta que azotó empapó su casita, construida de pedazos de madera, lámina y nailon.

Mientras nos cuenta su situación, sus dos nietas juegan en el pequeño patio donde puso a solear    una vieja cama y dos colchones que fueron empapados de agua lluvia. Marlen, es sólo el reflejo de la realidad que enfrentan millones de mujeres en Honduras.

Su rostro delata un eterno sufrimiento. “Trabajo desde que tenía 10 años y no tengo absolutamente nada. La semana pasada cumplí 57 años y  por mi edad la situación es más crítica”, indicó entre lágrimas. Su única fuente de trabajo es salir cada día a las seis de la mañana a recoger basura reciclable, para sostener a su familia.  

Aluminio, botes de plástico, papel y latas, son algunos de los materiales que recicla, así como muchas veces consiguen ropa, juguetes o algún electrodoméstico con algún defecto, pero reutilizables que las personas les regalan para que hagan uso de ellos o los vendan.

Tiene a cargo dos hijos y dos nietas, y su preocupación diaria es qué comerán. Con suerte ayer consiguieron 60 lempiras para comprar huevos, frijoles y tortillas para el almuerzo y la cena de este día. “Por hoy nos fue bien. Pero, en otras ocasiones nos acostamos con el estómago vació”, indicó.  

La situación de Marlen es la misma de María, Sofía, Mirna, Claudia, en fin de millones de mujeres en Honduras. Las escenas son iguales, lo único que cambia son los lugares y nombres. En Tegucigalpa, San Pedro Sula, Intibucá, Lempira, La Paz, en fin, en los 18 departamentos, campea la pobreza, la miseria y desigualdad.

Cultura patriarcal

La pobreza es un fenómeno nacional, pero que afecta más duramente a las mujeres. De manera general tiene que ver con la injusta distribución de la riqueza. Unas pocas familias lo tienen todo y las mayorías sobreviven en la miseria. Sin embargo, en el caso de las mujeres se suma otro elemento, “el sistema patriarcal (favorece a los varones) las lleva a vivir en mayor pobreza en comparación a los hombres”, indicó Carolina Sierra del Foro de Mujeres por la Vida.  

A las miles de historias de extrema pobreza femenina, el Instituto Nacional de Estadísticas de Honduras, pone cifras y asustan;  en más de 700 mil hogares, la madre es la única que está al frente de la familia. Entonces ellas se ven obligadas a dividir su tiempo para cuidado y la educación de sus hijos e hijas, sumado a las exigencias propias de las tareas domésticas, y la presión por la responsabilidad de velar por la economía de la casa. 

“En países como el nuestro la discriminación de género significa que las mujeres cuentan con menos recursos para hacerle frente. Tienen más probabilidades de ser las últimas en alimentarse, las últimas en acceder a la atención sanitaria y la educación”, aseguró Carolina Sierra.

A renglón seguido dijo que, la cultura patriarcal conlleva a que las mujeres ganen menos que los hombres, a que dedican más tiempo que ellos a los cuidados domésticos y tienen menos posibilidades de acceder al mercado laboral. Luego la mujer se enfrenta a un sistema de violencia sexual, física, psicológica y económica.

La ONU calcula que, en el mundo, siete de cada diez pobres son mujeres. Es así porque la perspectiva de género no está incorporada ni en la economía ni en las políticas públicas. “Si no logramos la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, no vamos a poder hablar de justicia social”, indicó Carolina Sierra del Foro de Mujeres por la Vida.  

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