jueves, 15 de agosto de 2019
Carta a Mike Pompeo
Editorial de ARPA *
Señor Pompeo:
Enhorabuena su visita a El Salvador. Lo más importante de su venida es que, como secretario de Estado de los Estados Unidos, haya podido descubrir o confirmar las causas de la migración salvadoreña y centroamericana hacia su país. Fue interesante escucharlo reconocer que ésta “se debe a la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades”.
Esto es relevante porque permitirá a su gobierno, especialmente al presidente Donald Trump, corregir su retórica xenófoba y racista que define a nuestros migrantes como delincuentes, criminales, asesinos, pandilleros y otros calificativos estigmatizantes que exacerban la discriminación y el odio contra personas que sólo buscan trabajo, paz o encontrarse con su familiares.
A partir de su constatación in situ, señor Pompeo,su país debería caracterizar a la población migrante como seres humanos dignos que fueron vulnerados en sus más elementales derechos (a la seguridad, trabajo, educación, etc.) y, por tanto, sujetos de políticas de protección estatal.
En tal sentido, en lugar de persecución, detenciones masivas, “campos de concentración”, construcción de muros fronterizos y demás medidas anti-inmigrantes, su gobierno debe implementar una reforma migratoria integral que regularice la presencia de los migrantes en su territorio y asegure el cumplimiento de sus derechos.
El gobierno de Estados Unidos también debería apoyar el tránsito seguro de los migrantes, en vez de presionar a México y Guatemala para que detengan violentamente el imparable flujo migratorio o se convierta en “tercer país seguro”, respectivamente.
Consecuente con su verificación de las causas de la migración, señor Pompeo, el gobierno de su país debería apoyar políticas que aborden estructuralmente la violencia, pobreza y falta de oportunidades, sobre todo por la responsabilidad histórica de EE.UU. en el origen y agravamiento de dichos problemas.
Decimos esto porque las pandillas que hoy asesinan, extorsionan, violan y atemorizan a nuestra gente vinieron a Centroamérica en los años 90s procedentes de EE.UU. Son “productos made in USA” surgidos en las calles de Los Ángeles, que después crecieron en Guatemala, Tegucigalpa, San Pedro Sula y San Salvador gracias a la exclusión social de políticas económicas que su gobierno impuso a través del Banco Mundial y el FMI, las empresas transnacionales y las élites locales. Las pandillas, además, se fortalecieron con las fallidas estrategias de seguridad “manoduristas” y con el clima de impunidad que también EE.UU avaló o toleró.
La migración salvadoreña de los 80s fue por la guerra civil financiada (en el bando gubernamental) por EE.UU. con un millón de dólares diarios; mientras que la de los noventa hasta la actualidad se relaciona con la desigualdad, la pobreza, el desempleo y la desprotección estatal generadas por programas de ajuste neoliberal promovidos por Washington.
Entonces, señor Pompeo, para reducir la migración, además de enfrentar la violencia con medidas integrales de seguridad, El Salvador y demás países de la región deben eliminar la evasión fiscal de grandes empresas, revertir la regresividad tributaria que hace pagar más a quienes menos ingresos tienen, fortalecer la inversión pública, generar empleos dignos y promover un desarrollo incluyente, equitativo y sustentable. Esto debería apoyar el gobierno que usted representa.
Porque si no, la violencia y la pobreza seguirán; y, consecuentemente, la migración no se va a detener.
* Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS)
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