jueves, 11 de agosto de 2016
El lado oscuro del periodismo, la literatura y la política
Por Antonio Barrios
Gracias, medios de Comunicación
Raúl Cazal
Junio, 2016
Caracas, Venezuela
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Aunque el libro Gracias, medios de comunicación, de Raúl Cazal, reúne una serie de diálogos y reportajes que tocan la literatura, la política, la religión y la música, se puede decir que lo mediático es el centro neurálgico y de allí su título.
El nombre del libro, como verá quien surque sus páginas, viene del trabajo periodístico homólogo que hace parte de las 24 piezas que se reúnen, y que evoca el papel conspirativo que jugaron los medios de comunicación en el golpe de Estado en Venezuela en el año 2002.
Pero a la vez, el título de esta compilación no sólo recuerda el caso venezolano, es un indicio de la crítica a los medios y al periodismo que está en muchos de los diálogos que entabla Cazal con escritores, periodistas y sobre todo con el catedrático español Ramón Reig, quien en la entrevista “Los medios del mercado no respetan la voluntad popular” descose la telaraña mediática para mostrarnos que los instrumentos de comunicación son anexos del poder económico mundial.
Hasta las entrevistas a novelistas tocan el tema de los medios, como es el caso de Vicente Battista, que luego de pasearse por asuntos del mercado y la literatura y del policial argentino, conversa sobre algún personaje periodista y de allí pasa a explicar cómo medios hegemónicos en Argentina manipulan la información según sus intereses.
Con Earle Herrera, Juan Barreto y Eleazar Díaz Rangel se asiste al relato en vivo de la historia contemporánea venezolana pero también se percibe cómo dentro de ella han participado activamente los medios aliados al mercado mundial.
Cuando Herrera habla sobre El Caracazo, narra que “los medios y las clases dirigentes se dan cuenta de la dimensión de las protestas y tratan de eclipsarlas”, mientras que Díaz Rangel, en “El problema de los periodistas es su desapego de la ética” da testimonio de cómo los medios de comunicación o, más bien, las corporaciones mediáticas han atacado sistemáticamente a los gobiernos progresistas que han surgido en América Latina.
El ritmo del libro está dado, en principio, por una suerte de alternancia de voces que, como se anuncia en la sección inicial, fluye entre “Ficción y realidad” con diálogos que tocan la literatura, el periodismo y la política.
Así, encontramos abriendo el libro una entrevista al Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2011, Ricardo Piglia, titulada “El sueño de los neoliberales es la pesadilla de los pobres”, donde la conversación se desarrolla dentro de lo literario pero lo político permanentemente lo entrecruza.
Al de Piglia le sigue un diálogo con el autor español Lorenzo Silva: “Una novela negra se hace mejor desde la oscuridad del sistema” y luego habla el periodista Jon Lee Anderson en “Retrato con luces y sombras” a partir de preguntas que indagan su ideología, el estilo y el fondo de sus trabajos como cronista, y así va armándose la estructura.
En “La imaginación es más peligrosa que la realidad” resuena la estimable voz de Tomás Eloy Martínez, más la del escritor que la del periodista, y también están presentes en este apartado el narrador colombiano Santiago Gamboa, el editor Jorge Herralde, el locutor y narrador Iván Loscher.
En este capítulo se encuentran Paúl del Río, como actor y testigo de la toma de la fragata Anzoátegui en protesta contra el gobierno de Rómulo Betancourt y su llamada falsa democracia, y la conversación sobre la pederastía de la iglesia con Pepe Rodríguez.
En la sección “Golpe a golpe” se presenta una serie de reportajes que revelan la relación de los poderes fácticos con los medios de comunicación en los golpes de Estado en Venezuela, Paraguay y el intento en Ecuador. Aquí se encuentran las entrevistas al ex embajador cubano Germán Sánchez Otero, a propósito de la presentación de su libro Abril sin censura, y al Doctor en Teología y rector de la Universidad Católica Santa Rosa, Martín Zapata, recogida con el título “A la revolución no le está permitido hacer concesiones”.
Culmina este apartado con un artículo de opinión denominado “Chávez para siempre”, pero no es el único espacio donde resuena el nombre del líder de la Revolución Bolivariana en esta compilación. Si lo mediático es el centro neurálgico, la presencia de este comunicador, político y estratega se manifiesta de manera transversal en las entrevistas y trabajos de este libro.
No es casual que en los diálogos y textos periodísticos se repita el apellido Chávez cuando el libro, como dice su autor, compila voces y reportajes que tienen una marca indeleble sobre los cambios políticos de principios del siglo XXI en Latinoamérica.
Gracias, medios de comunicación, amalgama de voces diversas, remata con “Vivimos una tragedia ritmática”, una entrevista a Eddie Palmieri en una particular sección llamada “Solo de piano” que aporta un ingrediente adicional al libro con uno de los protagonistas de un tipo música que, como dice el entrevistado, podría llamarse “afromundial”.
Gracias, medios de Comunicación
Raúl Cazal
Junio, 2016
Caracas, Venezuela
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