lunes, 29 de agosto de 2016

¿Cuál es la importancia de América Latina para Estados Unidos?


Rebelión

Por Farid Murzone *

A pesar del intento de instalar al narcotráfico y el terrorismo como amenazas en América Latina que justifiquen el despliegue militar, son los propios documentos del Pentágono y el Departamento de Estado estadounidenses los que afirman que el control político, económico y militar de los países de la región son un asunto estratégico para la defensa de Estados Unidos.

En un artículo publicado en Junio mencioné que América Latina siempre ha sido una región prioritaria en la expansión de las principales economías del mundo. Fundamentalmente para Estados Unidos al ser la mayor economía del continente y la mayor potencia militar del mundo.

En aquella ocasión hice énfasis en la importancia que tiene la Antártida ante la pretensión de EEUU de instalar una base en el extremo del continente y en los mecanismos de apropiación de subjetividad que se activan desde los medios masivos para convencer a las poblaciones de la necesidad de una base extranjera. Al día de hoy sabemos que se avanza no sólo en la instalación de una base en Ushuaia sino de una más en Misiones y posiblemente otra en Jujuy. Si bien ninguna es un hecho concreto aún, las visitas del presidente Barak Obama, de John Kerry (Secretario de Estado estadounidense) y de Kurt W. Tidd(Comandante del Comando Sur), así como otras informaciones que se han dado a conocer en los últimos meses dejan entrever que Argentina está dispuesta a avanzar con prisa en el restablecimiento de la cooperación militar que quedó suspendida desde el 2009 con el paso de Nilda Garré por el Ministerio de Defensa, además de reforzar los vínculos con la instalación de las bases mencionadas.

Como era de suponer, los argumentos esgrimidos por el gobierno de Mauricio Macri y repiqueteados al unísono por el monopolio mediático que lo llevó al poder, consisten en instalar la amenaza incomprobada del terrorismo y el narcotráfico como causas suficientes para entregar la soberanía nacional. Por ese motivo profundizaré en ésta ocasión, en la importancia explícita que tiene América Latina para Estados Unidos.

Para comprobarla podríamos realizar dos caminos: el primero es un exhaustivo análisis de los bienes que ese país consume y de dónde los importa, así como de dónde proviene la principal renta no sólo productiva sino -sobre todo- financiera cuyo destino son las casas matrices en el país del norte, además de considerar factores que ya hemos mencionado como la cercanía geográfica y otros como el acceso inmediato a mano de obra barata, si bien el peso para el continente de este último factor se ve devaluado a partir de la evolución del transporte, las comunicaciones y tratados como el TPP; el segundo es mirar los documentos oficiales y públicos (aunque bien puede realizarse un recorrido histórico de archivos desclasificados y/o filtrados) sobre el planeamiento estratégico estadounidense y específicamente aquellos abocados a América Latina y El Caribe como los informes del Comando sur para verificar no sólo la enorme importancia que tiene la región para Estados Unidos, sino los planes (al menos parte de ellos claro está, considerando que el porcentaje de documentos públicos frente a los documentos clasificados es insignificante) que se elaboran a largo plazo para garantizar que las condiciones -injustas- de existencia actuales no varíen dramáticamente como para poner en riesgo su propio bienestar. En este artículo tomo el segundo camino, bajo promesa de ahondar en el primero en otra oportunidad.

A los papeles…

Uno de los documentos oficiales más trascendentales es el programa estratégico “US Southern Command Strategy 2018 Partnership for the Americas“, donde se asegura que “los países de Latinoamérica y del Caribe son estratégicamente importantes para la seguridad nacional y el futuro económico de los Estados Unidos”.

Latin American and Caribbean nations are strategically important to the national security and economic future of the United States. The long-term interests of the U.S. are best served by a hemisphere of stable, secure, and democratic nations. A prosperous future for all rests on a foundation of shared values; efficient governments; free societies; and open, market-based economies.

“Los intereses a largo plazo de los Estados Unidos están mejor resguardados en un hemisferio de países estables, seguros y democráticos. El futuro próspero para todos se asienta sobre una base de valores compartidos, gobiernos eficientes, sociedades libres y economías abiertas de mercado”. Es decir, el plan estratégico del Comando Sur especifica como parte de su estrategia no sólo que el continente tiene una importancia estratégica sino que es primordial controlar qué tipos de sociedades, de gobiernos, de democracia y de economías necesitan en el resto del continente para su propia defensa.

En los párrafos inmediatamente posteriores se puntualiza que para asegurar los intereses de Estados Unidos en la región es necesaria una combinación entre operaciones militares y de otro tipo (económicas, humanitarias, científicas, de ‘fortalecimiento de la democracia’, entre otras).

Documentos similares, en ocasiones con un enorme sesgo de acuerdo a la orientación política de los gobiernos, pueden encontrarse tanto en los archivos del southcom como de la cuarta flota. Tales como la “Postura del Comando Sur de los Estados Unidos 2012” en el que menciona estar “atento a la potencial turbulencia geopolítica que podría impactar a los ciudadanos y al personal militar estadounidense en la región, particularmente en Cuba, Haití, Bolivia y Venezuela”. Salvo Haití, tres países en los que durante el 2012 no había grandes conflictos, y en los que el Comando Sur esgrimía como argumentos para parar la oreja el cambio de gobierno de Fidel Castro a Raul Castro y la implementación de la reforma económica, protestas salariales en Bolivia y la enfermedad de Chávez (para el año que se produjo el documento seguía con vida) en Venezuela. Tres países del ALBA, bloque económico al que se hace referencia nuevamente en el mismo documento como un bloque influenciado por Irán.

También se revelan allí y en otros documentos no sólo detalle del intercambio militar con los países de la región sino una gran preocupación a partir del desafío que les representa la compra de armamento y la creciente influencia de China, Rusia e Irán, sobre todo Irán ( sic) sobre la región a quien le dedican un apartado especial a diferencia de China y Rusia que son tratados en conjunto.

 A los documentos mencionados, para descartar que la intromisión en asuntos internos se trate de una nueva aventura, cabe añadir que Latinoamérica ha sido objeto de la primera doctrina expansionista que EEUU desarrolló (doctrina Monroe en 1823) autoproclamándose defensor del continente, también se le han dedicado a la región los primeros grandes acuerdos militares (el TIAR en 1947, dos años antes de la formación de la OTAN) y la dedicación del mayor personal civil y militar (Comando Sur) a los países del continente, lo cual da cuenta de una estrategia clara y continuada respecto al continente de ya casi 200 años.

 Si bien en la última década y media EEUU ha perdido su dominio absoluto e indiscutible en los campos de la economía y la política global, dando lugar a un mundo multipolar lleno de disputas de distinto tipo que lo ponen en jaque, reconocido por el propio Departamento de Estado, el Pentágono e intelectuales de ultraderecha como el ex consejero de Carter, Zbigniew Brzezinzki; a pesar de eso, aún perdura su predominio militar, controlando la mitad del presupuesto bélico a nivel planetario. Ante este panorama la estrategia para América Latina y el Caribe se recrudece. Es de primordial importancia para EEUU no perder el control de su propio patio trasero, dividiendo a los países de la región, plagando la zona de presencia militar e impulsando y apoyando alianzas y golpes en aquellos países con gobiernos que no cumplen con las exigencias de la seguridad estadounidense. Desde nuestro lado queda, al menos, tener en claro esos objetivos para actuar en consecuencia.

* Farid Murzone. Sociólogo diplomado en geopolítica y defensa

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