lunes, 15 de agosto de 2016

Romper paradigmas, tarea de nuestra juventud



La juventud que nuestra Honduras necesita es la que logra fusionar su rebeldía con los pies firme en la realidad histórica; su pasión con su inteligencia; su alegría desbordante con la mirada puesta en los rostros sufrientes de la gente que no cuenta para el sistema.

La juventud que necesitamos es la que no se deja ir por la inercia de los días, ni la que se deja llevar por esa politiquería que burdamente construyeron las generaciones mayores, ni es esa que se deja atrapar por las normas y las costumbres basadas en el paradigma dominante que dice que solo los viejos tienen la razón, que las verdades vienen de los que están arriba y que la gente buena es la que obedece a los que tienen poder y control sobre las decisiones.

La juventud que esta Honduras deteriorada necesita es la que sabe utilizar las redes sociales y las tecnología para re-crearse a sí misma y las transforma en instrumentos para la denuncia y la convocatoria a las movilizaciones para denunciar la corrupción, la impunidad y la mentira de los que sostienen el sistema. Esta juventud que necesita Honduras no se queda embelesada en las redes sociales ni atrapada en el último grito del celular sofisticado y caro, ni tiene puesta su mente y corazón en el modelo de vida que irradia del imperio del norte.

La juventud que la Honduras deteriorada de hoy necesita es la que se abre brecha con sus propias inquietudes aún en contra del modo de pensar y de actuar de la gente adulta. Lo que necesita Honduras es una juventud que rompa paradigmas, incluso los que se parapetan bajo figuras religiosas y sagradas. Necesitamos a esa juventud que nos abre los nuevos caminos para que redescubramos la Honduras que los adultos jamás pudieron construir porque se dejaron atrapar por los individualismos, las apariencias, los dobles discursos y las dobles morales.

En la Honduras actual todos los sustentos del paradigma dominante están resquebrajados. El fenómeno de la migración y la irrupción de la nueva tecnología han roto con los paradigmas clásicos en los que se ha sostenido la sociedad.  El paradigma tradicional de la familia basado en un núcleo que gira en torno a un padre a quien todos los miembros de la familia han de obedecer, se ha venido abajo. La juventud que necesitamos es la que rompe con este paradigma y se abre al diseño de un nuevo paradigma familiar.

Los paradigmas de la escuela, del Estado, de los partidos políticos, de las iglesias, de los liderazgos y de las relaciones sociales basadas en decisiones e imposiciones que vienen de arriba para abajo están en harapos, y la juventud que necesitamos es la que acaba rompiendo con esos paradigmas, y no se deja imponer ningún modelo, porque todos están en crisis y plenamente deteriorados. Romper paradigmas es uno de los máximos signos de nuestros tiempos, y la juventud que necesitamos es la que lidera estos procesos de rupturas.

Ninguna sociedad, en tanto conformada por seres humanos, puede existir sin paradigmas. Pero ningún paradigma puede ser eterno por muy sagrado que parezca. Y los paradigmas hondureños se han roto, se están haciendo añicos. La juventud que Honduras necesita es la que no solo rompe paradigmas, sino que propone e impulsa los nuevos paradigmas que solo pueden emerger de la fuerza creadora y rebelde de nuestra juventud.

No hay comentarios: