sábado, 13 de agosto de 2016

La soberanía del pueblo es posible, Plan Grande en Colón es la muestra



Honduras es mucho más que las grandes ciudades, que en el imaginario colectivo de este paradigma de progreso, entre más llenas de concreto están, más desarrolladas son. “El futuro está aquí” dicen los alcaldes cuando inauguran puentes a desnivel, carreteras, ponen casetas de peaje para tener las mejores carreteras del país, cuando facilitan la inversión extranjera para que generen energía a costa de los ríos, el sol y el aire, que dejan de ser nacionales para ser privados. El desarrollo de Plan de Nación, bien orquestado por el nacionalismo. 

Pero hay otra Honduras y para verla hay que entrar en los territorios. Así, en la búsqueda llegamos a una comunidad escondida, una mujer que se llama Yadira nos guió a esa comunidad rural donde no existe la pobreza, según dice. “Aquí no hay pobreza”, dice sentada en el césped, en una pequeña colina frente al mar, justo donde está su casita de bloques, con ventanales de madera. Allí por donde se pasea un cerdo de vez en cuando mientras hacemos la entrevista. 

En Honduras, siete de cada diez personas viven por debajo de la línea de pobreza. Esa línea que es bien difusa, la dibujan los organismos de financiamiento internacional, los gobiernos con sus estadísticas, las oenegés con sus investigaciones. Los pobres no siempre saben de la línea, pero Yadira sabe, en su comunidad no hay pobreza. Y tampoco hay violencia. Hace años que no saben de un asesinato, y el municipio no aparece en la lista de los más violentos del país. 

Yadira es una mujer de piel morena, joven, esbelta, su sonrisa como dibujada para siempre. Tiene tres hijas y un hijo  y ellos solo tienen madre. Allí en su cocina, mientras usa un mortero gigante de palo para machucar plátano maduro para el almuerzo, nos cuenta que Plan Grande, esa pequeña comunidad en Santa Fe, Colón, es un pequeño paraíso. Muy tranquilo, tienen lo que necesitan y son felices. De cuando en cuando Yadira le agrega leche y azúcar al plátano y nos advierte: “Después de comer la machuca (comida típica garífuna) van a quedar con grandes ganas de dormir”. Pena nos dio que no podíamos obedecer a los efectos de la deliciosa comida porque íbamos a trabajar. 

Plan Grande está ubicado en el municipio de Santa Fe en Colón. Un municipio, olvidado como tantos, donde la mayoría de sus comunidades no cuentan con más acceso que el mar o los ríos. Este olvido ha hecho que, además por su posición geográfica, sea propicio para la actividad del narcotráfico. Para ubicarnos mejor tenemos como referencia a Trujillo, la primera capital de Honduras que hoy en el abandono se cotiza como el lugar donde zarparán los grandes yates turísticos y se ve militarizada en el nombre de la lucha contra el narco. 

Esta zona ha sido habitada por el pueblo garífuna, pero en Plan Grande la población es entre mestiza y mulata, aun así guardan las tradiciones ancestrales garífunas, como la rica machuca que Yadira nos dio de almuerzo. 

Para llegar tuvimos que tomar una lancha en Río Coco, que está de San Pedro Sula a cinco horas en carro. La lancha va por toda la orilla, en 20 minutos llegamos.

En las comunidades como Plan Grande cuando una persona enferma de gravedad, la comunidad se organiza para pagar combustible y así sacar al enfermo en lancha hacia Trujillo, La Ceiba o quizá hacia San Pedro Sula. Hasta 2010, esta comunidad no tenía acceso a energía eléctrica, lo que agravaba la situación. 

Ese año representantes del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), promovido por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo llegaron con la propuesta de una planta hidroeléctrica comunitaria para que aprovecharan el recurso de agua en su zona.

Plan Grande es una comunidad rodeada de agua, el río Matías, donde actualmente tienen una pequeña represa hidroeléctrica es su mayor fuente de agua. Yadira tiene al lado de su casa una rama del río que llega al mar, allí se baña ella con sus pequeñas todos los días. Un río majestuoso y limpio. 

La comunidad en pleno se integró a la propuesta y elaboró su propio proyecto de energía renovable y de sostenibilidad. Con 30 mil dólares donados por el PPD y la cooperación de la Agencia Alemana de Cooperación Internacional y la Fundación Hondureña de Investigación Agrícola, Plan Grande se iluminó. 

“Ahora hago hielo para vender, tengo mi freezer, la vida nos cambió con la energía y más cuando sabemos que proviene del agua”, dice Yadira. 

Venciendo la pereza que en efecto nos produjo la machuca, acudimos a la invitación de Yadira a conocer las fuentes de agua en la comunidad y el lugar donde está la casa de máquinas donde actualmente generan la energía para alrededor de 170 casas. En el camino nos encontramos con Selvin, el presidente de la junta de agua. Selvin es un hombre amable, de frases enredadas pero muy entusiasta. Nos explicó que comenzaron con su proyecto de agua antes de pensar en energía hidroeléctrica y la gente siempre ha sido muy participativa. Algunas personas se resistieron al principio, pero la mayoría agradeció que el agua llegara a sus  hogares. Las mujeres ya no tenían que cargarla en baldes desde el río. 

Selvin dice que la organización ha sido fundamental para que el proyecto siga en sus manos. Un par de meses atrás, unos colombianos llegaron a Plan Grande y vieron todo el proyecto, de servicio de agua y generación de energía, y les ofrecieron mucho dinero, que se los compraban. Selvin como líder de la comunidad llamó a asamblea, porque es la asamblea la que manda, cuenta él. La comunidad nunca ha pensado en vender lo que han logrado. Si es poco, se trabaja por más. No se vende, dice. 

A pesar que Selvin, como la mayoría de los hombres en Plan Grande, se va por seis o nueve meses de pesca, su compromiso es permanente. Y es que cuando los hombres se van a la pesca, son las mujeres las que sostienen todos los procesos de la comunidad y también la agricultura. 

La fiscal del proyecto de agua es una mujer como Jenny, ella también nos acompañó hasta el tanque donde la tratan. Hace cuatro años se involucró y asegura que el papel de las mujeres en estos procesos es primordial, además que siente que la falta de agua la sufren más ellas, quienes se quedan a cargo de la casa pero también de los proyectos comunitarios. 

Los fondos del proyecto administrado por la junta de agua son usados además del mantenimiento del mismo proyecto, para incentivar la educación, comprar computadoras, recibir cursos, y becar a los niños que más difícil tienen sostener su día a día en la escuela. 

En el recorrido, nos llevaron a conocer la pequeña casa de máquinas donde se genera y transforma la energía. Un pequeño cuarto. Este es un micro proyecto, apenas genera 14 KW/h, sin embargo se ha vuelto sostenible y ha hecho más fácil la vida, más digna. En esa casa de máquinas llega el agua a una tubería y se transforma. Hay reglas en el uso de la energía, porque lo más importante, dice Félix, el coordinador del comité de generación de energía, es que el agua debe cuidarse porque la energía y la misma vida dependen de ello. Así que para no afectar el río solo se usa un 30% de su cauce cuando está en su mayor caudal, la gente tiene acceso a la energía pero aparatos como aires acondicionados están prohibidos, no se puede generar más energía y afectar el río haciéndolo a escala industrial. La gente tiene lo que necesita. 

Los pobladores de Plan Grande desarrollaron también una tarifa diferenciada de cobros. Los que tienen refrigeradora, ventilador, computadora y congelador pagan una tarifa de 200 lempiras,  lo que tienen solo ventilador y televisor y los que tienen solo bombillos o lámparas pagan solo 80 lempiras. Además el mismo comité se encarga de vigilar que las casas tengan focos ahorradores, y sancionan a quienes usan de los focos que gastan más energía. 

Yadira cuenta que esto ha generado conciencia en los lugareños porque ahora se preocupan más por preservar las fuentes de agua, los bosques y hasta han regulado la pesca doméstica. “Es prohibido alterar la vida de los ríos, los jutes (pequeños caracoles de río), no pueden ser tomados, y todos en la comunidad estamos pendientes de que se cumpla”. 

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Según el viceministro, director del área de generación de energía en Mi Ambiente, René Soto, el plan de Nación a 20 años que comenzó con el gobierno de Porfirio Lobo Sosa en 2014, indica que la matriz energética de Honduras tiene que ser 80% producida por fuentes renovables y 20% térmica. Actualmente, existe un 40% de producción de energía renovable y 60% energía sucia. Dicen que Honduras es el país que más energía renovable está generando en la región, sin embargo eso no se refleja en la factura que tanto los usuarios como el Estado paga por generación energética. 

Desde el golpe de Estado, se ablandó el marco jurídico y los gobiernos sucesores aprobaron cientos de concesiones para generación de energía a empresas privadas, situación que ha creado conflicto en comunidades que no dejan privatizar, especialmente sus fuentes de agua. 

Soto asegura que es la única forma, privatizando las fuentes de energía renovable, que se logrará la meta del Plan de nación, porque el Estado no tiene la capacidad de desarrollar tecnologías como la hidroeléctrica. Actualmente el Estado cuenta con una represa, la más grande del país, El Cajón sobre el río Humuya, sin embargo la represa genera la mitad de lo que podría generar ya que solo usa cuatro de ocho turbinas. Además se ha convertido en un factor de riesgo por inundaciones. De padecer El Cajón una fisura o rompimiento, el valle de Sula se inundaría completamente. Cosa que sucede cada vez que hay tormentas y las compuertas de la represa se abren de emergencia. 

El Estado no tiene capacidad de administrar sus recursos, advierten, solo la capacidad de ponerlos en bandeja de plata a la inversión privada y extranjera. Sin embargo, al preguntarle al viceministro si tienen control de cuánto estas empresas privadas generan para vender fuera, éste dijo que lo que importa es que vendan al Estado, ya que las represas firman contratos con el Estado de 15 a 20 años, vendiendo de 6 a 18 centavos de dólar la energía al Estado.

“Tenemos 92 proyectos hidroeléctricos privados en operación, más de 1200 MW están en juego, y esa es la demanda que hay actualmente. Todos tienen contrato de PPA, en dinero desconozco, son cifras importantes pero no podría decirlo”. 

El viceministro cree que las comunidades que se oponen al represamiento de los ríos por parte de empresas privadas y trasnacionales no conocen bien y están acostumbradas a oponerse a todo, oponerse al desarrollo. El Estado no puede gestionar tantos proyectos como el de Plan Grande, mejor entrega el territorio a quienes tienen el capital. 

Durante los años 2009 y 2010, el gobierno adjudicó varios contratos, aprobados por el Congreso Nacional de la República. Además, se firmó un memorándum de entendimiento con Sinohydro, empresa estatal de la República Popular China para la construcción del Proyecto Patuca III (o Piedras Amarillas) con capacidad de 104 Megavatios, y esperan que, en el corto plazo, se pueda concretar con la misma compañía, la construcción de dos proyectos más sobre el mismo río: Patuca IIA (o La Terrosa) con 150 MW y Patuca II (o Valencia) con 270 MW, para totalizar una capacidad prevista de 524 MW. Como resultado de la aprobación de contratos por el Congreso Nacional, en los próximos cinco años, se espera la integración de 50 plantas privadas, en su mayoría hidroeléctricas, pero también se incluyen energía eólica, geotérmica y biomasa, de las que se ha reservado aproximadamente 250 MW a ser comprados por la ENEE, el resto de la capacidad, unos 450 MW, serán destinados a Grandes Consumidores.

Y esto se discute en espacios como el Foro Internacional "Honduras is Open for Business" el cual tuvo lugar en Mayo de 2012 en San Pedro Sula, Honduras, y se enfocó en diversos sectores como energía, infraestructura, agro-negocios, forestación, maquila y turismo. Mientras en las comunidades se sabe poco o nada de lo que harán con los bienes naturales que por muchos años han preservado. 

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En Honduras, defender los bienes naturales de la explotación de estas empresas que entran sin consultar a las comunidades es peligroso. En marzo de 2016, Berta Cáceres, conocida luchadora social, fue asesinada mientras lideraba una lucha en oposición al represamiento del Río Gualcarque en Intibucá y Santa Bárbara, zona indígena lenca donde familias poderosas de Honduras financiadas por el Banco Mundial, el BCIE y subsidiados por la transnacional más grande del mundo en generación hidroeléctrica, Sinohydro, entraron para generar 21 MW/h y vender la energía en toda la región, dejando de canon municipal apenas dos mil dólares al año. 

Cáceres fue asesinada en un momento de mayor amenaza, no solo a ella, si no a cientos de defensores de las fuentes de agua, en esta escalada de proyectos hidroeléctricos aprobados. Porque tanto las autoridades como las fuerzas represoras del Estado tienen su prioridad clara, el plan de nación lo dice, la ley que incentiva la generación de energía renovable también. 

En Plan Grande han escuchado estas noticias. Félix dice que ellos jamás cometerían el error de vender sus bienes y que ante una posible amenaza, la organización es la vía para defenderse. 

Soberanía 2021

Actualmente, en el interior del país, se va gestando una propuesta para construir o mejor dicho, expandir esa otra Honduras, una de verdad soberana. El sistema dominante que comunidades como Plan Grande rechazan es el basado en el poder como capacidad de reducidas personas y élites para imponer y producir cambios significativos en las personas y el entorno social y ambiental desde el dominio, control, opresión y verticalismo. 

La construcción de otra Honduras, pasa por la capacidad adquirida por personas y pueblos para tomar decisiones libres y autónomas en construcción de ambientes privados y públicos donde el poder se ejerce colectivamente para producir  transformaciones humanas e institucionales que conducen a la plena dignificación de las personas en armonía con el entorno y el cuidado de la madre tierra.

Mientras caminamos hacia una reunión comunitaria y las cámaras y celulares quedan recargando energía, Yadira nos pregunta qué nos pareció. Ella nos mostró que es posible que en el país más peligroso del mundo, existan lugares libres de violencia. En uno de los países con menor índice de desarrollo humano, con mayor pobreza, existan rincones ricos, dignos, donde no hay hambre, donde la energía es sinónimo de desarrollo sostenible. Lugares donde la gente sueña, trabaja y construye soberanía. Le brillan los ojos mientras lo dice y no para de sonreír. Mientras caminamos sobre la tierra húmeda, suena el mar, ya casi son las seis de la tarde y se puede caminar con la poca iluminación, mañana será un nuevo día para aprender a construir una verdadera soberanía a casi 200 años de haberse proclamado una desde las élites de poder.

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