lunes, 4 de julio de 2016
Alumnos aventajados
Siempre la presencia del FMI entre nosotros pone nerviosos a los gobiernos de cualquier país del mundo. Sus evaluaciones son fundamentales para conseguir nuevos préstamos, tener el reconocimiento internacional en vista de inversiones y ser considerados como sujetos que dan seguridad jurídica a todo tipo de empresas, al sistema bancario y al funcionamiento normal de la economía. Sin embargo, esta apreciación está cambiando puesto que no son los gobiernos sino los ciudadanos de a pie quienes se ponen nerviosos puesto que estas visitas significan mayores impuestos y encarecimiento del nivel de vida.
Se nos dice que “el gobierno del presidente Juan Orlando Hernández ha demostrado ser un buen alumno del FMI”. No extraña, por lo tanto, que al FMI le pareciera bien el pliego tarifario que eleva hasta un 25% el costo de la energía. La recuperación financiera de la estatal eléctrica es parte de los compromisos que adquirió el gobierno para acceder al acuerdo “Stand By” que le permitió acceder a préstamos concesionales para el presupuesto por parte de los fondos multilaterales de crédito.
Los mismos industriales son los más críticos al señalar que en el país tiende a desaparecer la clase media debido a las políticas macroeconómicas instauradas por el gobierno a petición del FMI, organismo del cual dependemos desde hace décadas. Según los mismos industriales “el FMI se concentra en al entrada de recursos al gobierno para que tenga capacidad de pago con sus acreedores, nacionales y extranjeros, teniendo en cuenta que Honduras mantiene una deuda pública, interna y externa, del 46% del PIB, mayor a 9,000 millones de dólares. Pero el FMI no dice nada de la gente que está pagando los impuestos” y que se traduce en una reducción del poder adquisitivo de casi un 50%.
Es claro que una de las finalidades del FMI es asegurar que haya fondos en el país que aseguren el pago de la deuda externa. Sabemos desde la crisis del petróleo del siglo pasado que mediante el pago de la deuda externa es como los organismos financieros controlan a los países pobres y sus economías pues significa un drenaje continuo de fondos del sur hacia el norte. Además, venía unido con la imposición del “neoliberalismo o fundamentalismo del mercado” el cual se sigue al pie de la letra por parte de los grupos gobernantes y de poder que viven de administrar estas “democracias monetarias”.
A ellos se une un “sistema fiscal regresivo” debido a que quienes pagan más impuestos no son los que tienen más sino que los menos tienen, las clases medias y lo pobres. Y, aunque se haya aprobado, una ley de responsabilidad fiscal, como indica muy bien el FOSDEH, las exoneraciones fiscales equivalen al 35% de la recaudación tributaria. Y, más bien, lo que se necesitaría es un nuevo “pacto fiscal” si es que queremos revertir la desigualdad creciente en el país.
Al FMI le interesa sobremanera apadrinar al mayor número posible de países que, como Honduras, estan bajo su patrocinio en un momento en que los países denominados como los BRICs están en crisis, perdiendo fuerza y su proyecto económico en receso.
Hacia el interior del país, este proyecto de JOH es profundamente cuestionado debido a que los “éxitos macroeconómicos” se traducen en “fracasos sociales” por ser un gobierno que deja por fuera la posibilidad de hacer un país con oportunidades para todos, más incluyente, con justicia, equidad, respeto a la vida y seguridad para los desposeídos. La prueba de fuego será cuando el próximo año comiencen las campañas políticas que terminan con la trasparencia y se traducen en un saqueo del presupuesto nacional.
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