jueves, 5 de noviembre de 2015
Las pesadillas de doña María
Doña María es una mujer de mediana edad, ha entregado su vida al cuidado de su familia. Su apuesta por la vida es inmensa; y hoy, el propio Estado es la principal amenaza en su lucha por seguir viviendo. Su historia es una pequeña muestra del estado de calamidad del sistema de salud hondureño.
En enero de este año sintió malestar en el estómago, fue al hospital público San Felipe. Los médicos le diagnosticaron una hernia avanzada. Lo dramático del asunto es que a pesar de la urgencia de su operación, le dicen que no hay cupo para operarla este año, y le extienden una cita para marzo de 2016.
Con la angustia entre las manos, le consulta al médico si hay otra opción para adelantar la cita, y éste le recomienda que vaya al hospital todos los miércoles para ver si, con algo de suerte, un paciente no se presenta a la cita asignada y quede un cupo que ella pueda utilizar. Sus ganas de vivir la llevaron a que durante 45 días ininterrumpidos fuera al hospital, y justo cuando la hernia no daba espacio para más, un paciente no se presentó y le asignaron ese cupo. Su alegría de lograr tener este espacio para su operación fue la desgracia de otro.
Cuando doña María creía que el susto había pasado, se encontró con otros problemas: no hay insumos y medicamentos. Vuelve la angustia personal y familiar para conseguir desde los antibióticos hasta la agua oxigenada. Finalmente, se presenta al hospital con medicamento en mano, y la pueden operar de su hernia.
Sin embargo su pesadilla apenas comienza. Los médicos no hicieron ningún examen para ver si la hernia era cancerígena o no, y durante la etapa de recuperación su situación fue empeorando. Sus hijos hacen un esfuerzo por tener otra opinión médica, y su angustia vuelve al límite, descubren que su madre junto a la hernia tenía un cáncer naciente en los ovarios.
Con el corazón entre manos, regresan al hospital San Felipe a buscar tratamiento para el cáncer, y se encuentran con otro dato alarmante: el medicamento para la quimioterapia en dicho hospital es de mala calidad, y pone en mayor riesgo la vida de los pacientes. Finalmente, la familia de doña María se ha endeudado con 120 mil Lempiras en el pago del tratamiento de la quimioterapia. Actualmente está en proceso de recuperación, marcada por las huellas de las quimios pero sobre todo que deja las quimio, pero sobre todo marcada por el trato inhumano recibido del sistema de salud pública.
Al igual que ella en Honduras hay miles de historias en los hospitales que se han quedado en números, personas que no tuvieron la suerte de vivir para contarla. A pesar de que doña María asiduamente ha pagado sus impuestos, hoy el Estado le da la espalda y la abandona a su suerte. Y mientras el gobierno siga priorizando balas y fusiles en el presupuesto nacional, los hospitales seguirán siendo espacio de dolor y muerte.
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